Capítulo 28.

161 12 0
                                    

No paraba de andar de un lado a otro, hasta que decidí sentarme en una de las sillas que tenía cerca pues los pies me estaban matando.

Estaba más que nerviosa, y era normal, pues era el día de mi graduación.

Por fin después de cuatro años de carrera acabé la universidad, quien lo diría.

Mi primo Michael me ayudó a la hora de elegir el vestido para la ocasión. Aunque fuera extraño, me acompañó él. Pues siempre va la madre, hermana o prima, si no tienes de las dos primeras. Y en mi caso fue mi primo, pues aunque fuera un chico era el pariente más cercano de todos, era como mi hermano, sin decir que también tenía buen gusto con la moda. Eso sí, trajo a su novia que también me ayudó.

El vestido era precioso. Me llegaba por las rodillas, era de tirantas y blanco, pero más bien como un blanco roto. Y los tacones eran negros.

El pelo decidí dejármelo a lo natural. Seguía azul, pero para la ocasión decidí cortármelo por los hombros.

En cuanto divisé a mi mejor amiga, me levanté y acerqué a ella a darle un gran abrazo. A continuación nos dirigimos a nuestros respectivos asientos. Por suerte en la lista estábamos una detrás de otra.

-¿Estás nerviosa?

-¿Enserio? Eso es lo peor que le puedes decir a alguien que está nervioso –me quejé–.

-Lo siento, es que yo también lo estoy –hizo una mueca–.

-Me voy a morir ahí arriba.

-Oh venga, no dramatices la situación.

-Sabes perfectamente lo de mi miedo escénico Zoe.

-Lo sé. Pero tranquila, en cuanto estés ahí arriba piensa en otra cosa que te llamé más la atención, no sé, algo con lo que te sientas muy segura... Por ejemplo, ¿tu canción favorita? Tu primo... Algo por el estilo, tú sabes.

-Sí...

Alguien se puso a mi derecha, donde estaba el pasillo. Alcé la vista y vi a una chica en vaqueros, lo que me decía que no formaba parte de la graduación. Pero también iba bien vestida.

Su cara... Me sonaba, bastante.

-¿Lana? ¿De verdad eres tú? –rió a la vez que abrió la boca sorprendida– Quien lo diría, has cambiado bastante, pero tu pelo azul te ha delatado cariño.

Al principio la miré seguramente con el ceño fruncido, intentando averiguar quién era, hasta que vi que en su muñeca había una pulsera muy reconocible. Una que le di a una amiga muy especial hace años como símbolo de nuestra amistad.

-No puede ser... ¿Carmen? –ella asintió

Al instante me levanté a abrazarla sin perder ni un segundo.

-Que fuerte, ¿pero qué haces aquí? No te veo desde... Bueno desde aquello.

-Tal vez perdiéramos el contacto pero por favor, no me podía perder esto. Y si te lo preguntas me enteré por tu primo, tengo contactos –rió–.

-En todo caso me alegro mucho de que estés aquí –sonreí ampliamente y no me pude resistir a volver a abrazarla–. Oye y... ¿han venido?

-No... Lo siento. Después de lo que pasó se mudaron de ciudad y no los volví a ver –podía ver tristeza en su mirada, la cual me contagió–. Bueno, te tengo que dejar. Esto parece que va a empezar. Subiré arriba junto a tu familia, desde allí te veré.

-Está bien. Hasta luego.

Cada alumno iba subiendo al escenario cuando su nombre era nombrado. Algunos cogían el diploman y se iban de vueltas a sus asientos, mientras que otros se paraban a dar un pequeño discurso.

Estaba tan sumida en mis pensamientos, que ni cuenta me di cuando dijeron mi nombre. Sin embargo, menos mal que allí estaba Zoe, que me dio un pequeño codazo, alertándome.

Me levanté algo nerviosa, por no decir mucho, y empecé a andar hacia las escaleras.

Al subir ahí arriba, lo único que hice para no pensar en que todo el mundo me miraba era imaginarme que no había nadie allí, solo quien me fuera a dar el diploma.

Pero, me sorprendí al darme cuenta de que no era mi tutor quien estaba en medio del escenario, sino un chico, al cual al principio no reconocí muy bien, pero luego...

Era imposible. Me negaba a que eso fuera verdad. Me negaba a que fuera él.

Miré a los profesores, los cuales me miraban conmovidos pero a la vez sin saber que pasaba, como yo en esos momentos.

-Ninguno sabréis quien soy, ni de dónde vengo. Pero el día de hoy cogí un avión desde España para personalmente, entregarle este diploma a la chica más fuerte y valiente que he conocido en lo que llevo de vida.

Lo miré, congelada, aguantando las lágrimas que hacían todo sus esfuerzos por salir.

-Lana, por favor –sonó bastante calmado, para como lo estaba yo–.

Me giré mientras me limpiaba las lágrimas que ya no pude ocultar. Al volver a darme la vuelta no me resistí, me era imposible.

Medio corriendo, como podía con los tacones, salí disparada hacia él. Ni le eché cuenta al diploma que me estaba mostrando. Lo aparté y no hice otra cosa que abrazarlo.

Pude escuchar como todo el mundo aplaudía, y me daba igual. Ya todo daba igual.

Pero, un grito se pudo escuchar entre todos los aplausos, deteniendo estos. Y luego, un disparo.

Me tambaleé en el sitio, asustada. Y de repente podía sentir como el doble de mi peso caía sobre mí.

Me separé un poco. Lo miré, su boca entreabierta me alarmó, y sus ojos llorosos aún más.

La gente no paraba de gritar.

Me apartaron de Jesús y entonces fue cuando miré hacia abajo. Miré mi vestido blanco, ahora rojo.

Pero algo iba mal. No sentía dolor alguno, la sangre no era mía.

Alcé la vista. Había muchas personas alrededor de alguien que estaba en el suelo.

Me acerqué, tambaleándome y muerta de miedo. Aparté a un par de profesores intentando llegar a aquella persona.

Estaban presionándole el costado, donde a todo su alrededor estaba rojo.

Entonces nuestros ojos hicieron contacto visual. Ambos llorábamos.

Ahora sí que dolía...

Caí sobre mis rodillas, haciéndome bastante daño, cuando vi que alzó el brazo en mi dirección.

(~._.)~ fin del capítulo ~(._.~)

Bueno, bueno, bueno.

Cuatro mesesitos sin subir nada :v

Me podéis matar. Os lo permito.

No diré nada, porque no tengo derecho y lo c :c

Solo que disfrutéis del último capítulo.

Exacto, es el siguiente.

:>

Hidden Reality ~ Jesús OviedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora