Seguía sin creerme los últimos sucesos que me estaban ocurriendo cuando Elias nos pidió al anciano y a mi entrar junto a él en una cabina de teléfono roja clásica que se encontraba escondida entre las calles inglesas.
Emma—Esto es una locura—susurré viendo cómo ambos hombres esperaban plácidamente tranquilos a que el armatoste empezara a descender como si se tratara de un ascensor—Una locura, una locura.
Me agarré de las paredes por miedo a desestabilizarme mientras mi abuelo se reía.
El ministerio era un lugar elegante y en su interior había bastante gente moviéndose de un lado a otro, aunque cada cual se dedicaba a sus propios asuntos, algunos iban corriendo casi gritándose de una esquina a otra, mientras que otros estaban sentados en lo que parecía ser un hall con sillones y elfos domésticos que les llevaban bebidas.
Las paredes eran doradas y el suelo de mármol. Era grandísimo. Tenía unas grandes escaleras en la izquierda y un pasillo cuyo final no se podía ver rodeado de chimeneas que cada rato mostraban la aparición de nuevas personas. Me quedé paralizada mirando hacia allí como una niña pequeña, embobada en las luces verdes que los pequeños fuegos emanaban cada ves que alguien nuevo llegaba.
Elías se dirigió a lo que parecía un mostrador de madera donde un chico más o menos de su edad con muchos lunares y vestido de uniforme estaba hablando con una anciana.
Anciana—Pero el número...
X—Señora, por favor. Como puede ver no ha llamado a su querido nieto.—suspiró impaciente.
Anciana—Pero...
X—Pero nada señora, por favor, si fuese tan amable de seguir a mis compañeros.—señaló a su derecha a dos trabajadores del ministerio que la miraban serenos y preparados con varitas en mano.
Elías—¿Qué son esos modales, Dylan? Perdone a mi compañero, se va a casar dentro de una semana y está muy nervioso. Dígame qué es lo que le ocurre.—los interrumpió con una gran sonrisa.
Anciana—Yo... Quería llamar a mi nieto... Empezaba hoy la escuela, ¿sabe? Y entré en la cabina y mientras marcaba el teléfono se empezó a mover. Ay hijo debí confundirme o algo, estoy tan vieja que casi ni veía los números.—sacó un papel mal cortado en el que pude distinguir varios números escritos.
Elías lo leyó dos veces y pareció pensarlo durante un segundo.
Elías—Exactamente señora, no se preocupe. Nuestros compañeros la ayudarán a salir de aquí y si es necesario ponerla en contacto con su nieto.—volvió a señalar a los dos trabajadores.
La anciana asintió sonriente y se fue siguiendo a ambos trabajadores a los cuales volvió a explicar la situación en la que se encontraba. Ellos escuchaban complacidos y la metieron en una habitación donde la perdimos de vista.
Dylan—¿Cómo lo haces?—Me giré y presté atención a la conversación que mantenían ahora los dos chicos pensando que lo más probable es que la hubieran llevado a desmemorizar.
Elías—Digamos que lo de casarse quita neuronas.
Dylan—Jaja ,que gracioso. Estoy deseando que llegue tu día de una vez, ¿quiénes son los nuevos invitados?
Elías—Es...
Emma—Soy... Emma... —al escucharlo sentí como mi cuerpo temblaba, dándome cuenta como una ingenua, de que el cambio de nombre no afectaba a mi persona—Hiddhalf.
Miré a mi abuelo, quien asintió con una gran sonrisa orgulloso. Elías estaba sorprendido y a la vez desconcertado y Dylan... Bueno ,estaba pálido, rígido y con la boca exageradamente abierta.
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Hogwarts Scars [ESP]
FanficSi la humanidad tuviera una oportunidad para enmendar sus mayores errores, ¿lo haría? En el mundo mágico la posibilidad de viajar al pasado es algo factible. Y las guerras mágicas parecían ser inevitables. Hasta que el Ministerio de Magia decidió to...