La luna y Él

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Ella estaba allí, como siempre a estado para mí, sonriéndome mientras veía cada facción de mi rostro perdido en el vacío, ella pensaba que yo no la notaba pero si lo hacía, siempre lo he notado y solo me quedado paralizado porque el verla a los ojos, mierda! El ver esos ojos era mostrarme totalmente débil hacia ella, toda ella era mi debilidad , toda ella era mi fortaleza, toda ella era mis llantos y sonrisas, mis ratos de alegrías y momentos de silencio.
Volteé a verla y la abracé, cuando lo hice, cerré mis ojos, aspiré su aroma y sonreí, sonreí y lloré, era como ese presentimiento malo que pasa cuál astro fugaz por tu mente y no quieres ni pensar en eso. Parecieron pasar unos largos minutos en los que la tuve en mis brazos y me sentí tan aliviado en ese momento, en aquella tarde pareció que toda pesadilla había desaparecido, no entendía pero todo lo malo ya se había ido y yo ni siquiera me preocupé en asimilar eso, solo quise disfrutar ese momento con ella, con mi mundo, ella.
¿Todo está bien? Fue su pregunta al apartarme y verme gentilmente al rostro mientras secaba mis lagrimas con sus dedos. -sí- fue mi respuesta mientras le sonreí, fue una de las sonrisas más sincera que he mostrado a alguien. La besé luego de un pequeño momento de silencio y sentí como mi corazón se aceleraba, era como si estuviera desesperado porque ella no se fuera, me sentía demasiado raro, solo no quería que ella se fuera , ella lo es todo para mí y siempre la querría en mis brazos.
Noté en el cielo las estrellas y la luna, ¿ Tan rápido ha pasado el tiempo?-temí. "Es hora de irme" dijo ella sin mirarme a los ojos, se despidió con un beso rápido y se fue, yo aún estaba sin saber que pasaba y me quedé paralizado por un momento, fui corriendo detrás de ella en cuanto entré en razón y la encontré con unas pequeñas lágrimas que corrían por su mejilla, pregunté que pasaba y ella no daba respuesta más que un simple "perdón". Por alguna razón yo sentía que no había culpa alguna de ella, le dije que todo era mi culpa, que siempre había sido así y ella entendió y solo se fue, la noche estaba más oscura, yo no aguantaba más estando así y fui a abrazarla pero ella parecía alejarse cada vez más y cuando la abracé por fin, ella me sonrió y me alegró la vida.
Parpadeé un par de veces y todo estaba oscuro, mi almohada estaba en mi pecho y mi brazo izquierdo la abrazaba, toqué mi mejilla y estaba húmeda por caminos finos de lágrimas. Empecé a llorar mientras abrazaba mi almohada. Me sentí tan sólo en ese momento, aún no podía diferenciar la realidad de un sueño, seguía sin querer aceptar aquella pesadilla que ahora es mi vida. Vi la hora en mi celular y noté que eran alrededor de las 3:15 am, toqué mis antebrazos con una suave caricia de mis dedos pulgares y descifre las cicatrices que tenía, tan gruesas y dolorosas como las recordaba. De inmediato regresó mi depresión junto a esa voz en mi cabeza recordándome que nunca he hecho algo bien y entonces solo atiné a abrazar con más fuerza mi almohada mientras gritaba silenciosamente maldiciendo mi estúpida vida. Ya era tiempo de escapar de todo esto, de igual forma todos estarían mejor sin mí, nadie iba a recordar a ese chico torpe, yo debía desaparecer, por unos días o quizás semanas, irme lejos y ya no pensar en volver. Al amanecer él iba a tomar rumbo a su decisión, él ya tenía todo planeado, al amanecer todo iba a ser diferente, al amanecer él iba a decir adiós mediante una carta que la iba a dejar debajo de su almohada, al amanecer él iba a morir y quién sabe si eso sería literal o quizás no.
Y amaneció...

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