Broken Soul (L.S)

Louis. A 153 días de la graduación.

Sábado por la noche. En casa de Liam.

Voy hasta allí andando porque está solo a tres manzanas. Dice Liam que estaremos solo nosotros dos, Ashley Dunston y Shelby Padgett, porque Liam no se habla ahora con Brad. Otra vez. Liam era uno de mis amigos más íntimos, pero desde abril me he alejado de él. Como he dejado el equipo de fútbol, tenemos muy poco en común. Me pregunto si alguna vez lo tuvimos.

Cometo el error de mencionar a mis padres lo de dormir en casa de un amigo, y es por ello que tengo que ir.

—Liam está haciendo un esfuerzo y tú también deberías hacerlo, Louis. No puedes utilizar eternamente la muerte de tu hermana a modo de excusa. Tienes que volver a vivir.

Lo de «no estoy preparado» ya no funciona con mis padres.

Cuando cruzo el jardín de Wyatt y doblo la esquina, oigo los sonidos de la fiesta. La casa de Liam está iluminada como si fuese Navidad. La gente se asoma por las ventanas. Están en el césped.

El padre de Liam es propietario de una cadena de licorerías, una de las razones por las que él es tan popular. Eso, y el hecho de que se abre de piernas.

Espero en la calle, la bolsa colgada al hombro, la almohada bajo el brazo. Me siento como un alumno de primaria. Como un santurron. Lottie se reiría de mí y me empujaría para que siguiera andando. Ella ya estaría dentro. Me enfado con ella solo de imaginármelo.

Me obligo a entrar. Joe Wyatt me entrega un vaso de plástico de color rojo.

—La cerveza está en el sótano —grita.

Ryan se ha apoderado de la cocina junto con otros jugadores de béisbol y de fútbol.

—¿Has mojado? —le pregunta Ryan a Troy Satterfield.

—No, Ryan.

—¿Ni siquiera un beso?

—No.

—¿Le has tocado el culo?

—Sí, pero creo que ha sido por error.

Ríen, incluso Troy. Hablan demasiado fuerte.

Bajo al sótano. Liam  y Brad , que vuelven a ser amigos íntimas, holgazanean en un sofá. No veo por ningún lado ni a Ashley ni a Shelby, pero sí a quince o veinte chicos, desparramados por el suelo jugando a algo relacionado con beber alcohol. Las chicas bailan a su alrededor, incluyendo a Niall Horan, que es amigo de Harry Styles.

Liam me saluda levantando su vaso de cerveza.

—Dios mío, hay que hacerte urgentemente algo con ese pelo. —Se refiere al flequillo que yo mismo me he cortado—. ¿Y por qué sigues llevando estas gafas? Imagino que lo haces para recordar a tu hermana, pero ¿no tenía, por ejemplo, un jersey  que pudieras ponerte, en vez de eso?

Dejo el vaso que me han dado. Sigo cargando con la almohada.

—Me duele el estómago. Creo que me voy a casa —digo.

Brad me mira con sus grandes ojos azules.

—¿Es verdad eso de que salvaste a Harry Styles de lanzarse desde aquella cornisa?

—Sí —digo, pensando al mismo tiempo «Dios mío, quiero que pase este día».

Liam mira a Brad.

—Ya te dije que era verdad. —Me mira entonces con cara de exasperación—. Siempre hace cosas de este estilo. Lo conozco desde la guardería, creo, y cada vez es más raro.

Brad coge una bebida.

—Yo lo conozco aún mejor. —Su voz se vuelve morbosa. Liam le da un pequeño golpe en el brazo y Brad se lo devuelve. Cuando han terminado con el jueguecito, Brad continúa—: Salimos en segundo. Tal vez sea raro, pero debo decir a su favor que es un chico que sabe lo que se hace. —Su tono se vuelve más morboso si cabe—. A diferencia de la mayoría de imbéciles aburridos que ronda por aquí.