Capítulo XXV

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- ¿Sabes? En otro momento te habría seguido jurando y perjurando durante horas si hiciese falta, que te escribí montones de cartas explicándotelo todo y esperando cada día tu respuesta, pero ahora no lo haré, no, no lo haré, ¿sabes por qué? Porque tú misma lo has querido, Sofía - le dijo Adam con ira en sus ojos - No habría pensado nunca que podrías ser así, de verdad si no creías mi explicación, podrías haberme mandado a la mierda en la primera carta y podría haber dejado de hacer cada día el gilipollas viniendo aquí con las cartitas de las narices... 

Sofía no sabía qué decir. No quería hablar, se encontraba mal. ¿Realmente leyó esas cartas y no lo recuerda? No tiene ni idea. Se siente mal porque por una parte cree a Adam, nadie mentiría así, pero por otra parte no puede creerle totalmente porque no había leído ninguna de esas cartas para saber si era verdad lo que decía o no.

- Adam... de verdad que es que me encantaría poder creerte, pero... - comenzó a decir Sofía. 

- ¿Pero qué pero hay? - le cortó Adam.

- Es que yo te juro que no he leído ninguna de esas cartas, no es ya que no las haya leído, es que no las he visto, Adam, de verdad, yo no he recibido ninguna de esas cartas y no... - decía Sofía mientras Adam abría la puerta. 

- Si es verdad lo que dices, voy a preguntar abajo si recibieron alguna carta para ti, ¿vienes? - le preguntó Adam. 

Sofía asintió con la cabeza y le siguió.

Una vez abajo, donde se encontraban los buzones para cada una de las habitaciones, Adam y Sofía volvieron a comprobar que no había ninguna carta para ella allí dentro. Adam le preguntó al encargado:

- Disculpe señor, ¿han recibido en este tiempo alguna carta para la habitación 777? 

- Espere que compruebe el registro, señor - le contestó amablemente el encargado tecleando en su pantalla - No, siento decirle que no hay ni ha habido ninguna carta para la 777, lo siento, ¿espera algo urgente? 

- No, no es nada, mera curiosidad, gracias - respondió Adam cabizbajo. 

- ¿Lo veeees? - le dijo Sofía.

- Pues no lo entiendo, no, definitivamente no lo entiendo, es incomprensible, aquí nunca se pierde una carta y menos unas 15 - masculló Adam. 

- ¿15? - le preguntó Sofía sorprendida. 

- Em... sí, lo siento, había días en los que venía varias veces - respondió Adam. 

- Y si veías que no te respondía, ¿por qué no viniste a mi habitación? - le preguntó Sofía.

- Si no me respondías es que no querías saber nada de mí, si no querías escribirme, mucho menos ibas a querer hablarme  - le contestó Adam.

En ese momento, Sofía se imaginó los muros que su mente y corazón habían construido contra él, rompiéndose poco a poco. NO. No, definitivamente no. Aquello no cambiaba nada de lo que había pasado, no podía fiarse de él aún, no había pruebas de que lo que decía era verdad. Tal vez era experto en mentiras, mentiras que realmente a Sofía no le parecían, pero que aunque su corazón fuese a 100 por hora en una dirección, su mente venía a 80 por otra en la dirección contraria y contrarrestaba un poco. 

- ¿Ya estás perdida pensando? - le preguntó Adam.

- Perdona que aunque quiera creerte, no me fie del todo - le dijo Sofía. 

- ¿Tú quieres creerme? ¿Qué te dice tu corazón? Sé que es complicado, pero es totalmente cierto -  le replicó Adam. 

- ¿Sí? ¿Como que no tenías novia? - le preguntó Sofía. 

- Eso es distinto, yo nunca te dije que no tenía novia - le contestó Adam. 

- Es verdad, ni mucho menos prometida, se supone que si te comportaste conmigo de aquella manera, es porque no tenías novia, o no deberías de tenerla, ¿te va ser infiel? - dijo Sofía. 

- Pequeña, es complicado... - le respondió Adam acercándose más a ella y acariciándole el pelo. 

- ¡NO ME DIGAS MÁS PEQUEÑA! - gritó Sofía - es que no tienes derecho a venir ahora a tratar de romper lo que llevo tiempo construyendo... Y tú vienes aquí y ¡vengaa! ¡vamos a fastidiar más a Sofía, vamos a confundirla más, como es tonta... ! 

- No eres tonta... - le dijo Adam. 

- ¿Eso me tienes que decir? ¿Que no soy tonta? Vaya, qué alivio más grande, gracias de verdad, necesitaba escucharlo, Adam - le respondió irónicamente Sofía. 

Los dos se quedaron sin palabras, no sabían qué decir. ¿Y se suponía que tenían que aprender a llevarse bien? ¿O al menos aparentarlo? Tarea difícil. 

Aquello sería imposible de sobrellevar. Si daban un paso adelante, retrocedían 4 ó 5.

- Creo que prefiero no saber lo que decían tus supuestas cartas - habló Sofía - creo que es mejor que lo dejes así, no intentes hablarme de ello otra vez, es suficiente. Tú estás con tu novia... ¡prometida! sí, eso, prometida, y deberías estar súper feliz. Si no le has contado a tu prometida tu "desliz" - dijo desliz recalcando las comillas - no lo hagas, será lo mejor, no ha sido nada importante como para que estropeéis vuestra relación. ¿Tenéis ya los nombres pensados para los niños? 

- Sofía, déjame explicártelo, de verdad que no es lo que piensas, no tienes ni idea de... 

- Desde luego que no tengo ni idea, ¡si soy tonta! - le interrumpió Sofía - ¡Ah! No, perdón, que el señorito Adam me ha dicho que no soy tonta, bueno, será por otra cosa entonces por lo que no tengo ni idea. 

- Te dije bastantes veces que aquí las cosas no funcionan como tú estás acostumbrada a verlas - le respondió Adam.

- Oh, ya, ya sé, aquí prometida significa mejor amiga, o... ¿prima? ¿es tu prima? No, mejor amiga, y el anillo que me enseñó es el anillo de Best Friends Forever, ya decía yo que parecía el típico anillo de la SuperPop...

- ¿SuperPop? - preguntó Adam extrañado - ¿Qué narices es eso? No, Sofía, prometida es prometida, pero de verdad que yo no...

- ¡QUE TE CALLES! Por favor, te lo digo en serio, no me importa nada lo que vayas a decirme, ¡oh gracias a Dios que no me llegó ninguna de esas cartas! No sabes cuánto lo agradezco, de verdad. ¿Sabes? Haré como si te acabase de conocer, será mucho más fácil aparentar llevarnos bien si te acabo de conocer - comenzó a decir Sofía - Puedo borrar todo lo que ha pasado antes, no será ningún problema. 

- Tal vez no quieras que te lo diga ahora, está bien, pero te aseguro que no será muy tarde cuando estés tan desesperada por saber la verdad, que vendrás rogándome que te cuente con pelos y señales toda la verdad y entonces te arrepentirás, porque seguramente será muy tarde - le contestó Adam. 

- No lo creo, si no me importa ahora - mintió Sofía - no me importará mañana y menos pasado. 

- Tranquila, no te guardaré rencor, estaré dispuesto a contártelo en cuanto reconozcas que sí que te importa y que te mata por dentro no saber la verdad  - le contestó Adam. 

Con la salida del Sol - NO CONTINUARÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora