Capítulo 7

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CAPÍTULO 7

Las cosas no cambiaron mucho durante las siguientes semanas. Yo yendo a la escuela, esperando a que un día Will regresara... Pero no regresba. Comenzaba a creer que jamás volvería. Y mi madre tampoco salía de su depresión. Se le hizo costumbre sentarse en la mesa del comedor a pensar.

Y por mucho que odiara las decisiones que había tomado, me deprimía verla así. A fin de cuentas, tendría que vivir con ella mucho tiempo más.

En los únicos lugares en lo que me olvidaba de todo solamente para ser feliz, era en la escuela. En los recesos, con Ned.

Ya íbamos a cumplir un mes de ser novios. El tiempo pasa volando cuando se está enamorado. Me invitó a comer a su casa, con su abuelo, para festejar nuestro mes juntos. Y después, a tomar un helado, conmemorando lo sucedido un mes atrás.

Era Viernes. La campana finalmente sonó, librándonos a todos de la escuela por tres días. Esperé a Alice afuera del aula. Cuando salió, me miró y sonrió ampliamente. Se puede decir que Alice se había convertido en una amiga verdadera. Le contaba todo (menos mi historia), ella siempre me escuchaba y viceversa. Nunca me traicionaría.

-¿Estás lista? -me preguntó, agarrándome de las manos y apretándomelas fuertemente.

-Supongo que sí -dije también sonriendo, mientras nos encaminábamos al patio.

Comenzamos a hablar de los novios que había tenido. Y no eran pocos. Alice se había especializado en encontrar defectos en cada uno de ellos. Y nunca llegaban más allá de tres meses.

Alice tuvo que irse porque su padre había llegado por ella. Me senté en una banca de piedra de las que rodeaban el patio principal. Al poco tiempo, reconocí su silueta encaminarse hacia mi.

Sonrió inmediatamente al verme.

-Te ves hermosa -dijo con una sonrisa dibujada en el rostro.

Me sonrojé. Y bajé la mirada.

-¿Cómo te ha ido? -le pregunté.

-Bastante mal -sonrió. Eso era una cualidad que admiraba de él. Siempre, sin importar qué pasaba, estaba sonriendo-. Reprobé la materia de español por que la maestra vio una nota que dejé en un cuaderno -rió un poco.

-¿Qué decía? -le pregunté, sonriendo.

-Que su clase era la cosa más mala del mundo, que era una desgracia tenerla como maestra.

Me reí. Ese chico era muy hábil en hacer enojar a la gente.

-¿Se enojó mucho? -le pregunté.

-Quiere que pierda la beca -me sonrió-. Probablemente no esté en la escuela el siguiente semestre. Mi abuelo no estará feliz.

-¿Me vas a abandonar? -le pregunté, sonriente.

-No, jamás lo haría -dijo, muy serio.

Me tendió una mano, ayudándome a levantar. Caminamos lentamente hasta la salida. Cada segundo que pasaba con él era mágico, incluso aunque no estuviéramos hablando. El chico me hacía sentir confortable.

-¿Cómo vamos a festejar?

-¿Festejar? Te estoy secuestrando legalmente -dijo mirándome con su sonrisota.

-Secuestro legal... ¿Acaso existe eso?

-Lo estoy haciendo ahora mismo -sonrió.

-Tienes problemas mentales. Eres un desastre -dije mirándolo, sonriente.

-¿Ah, si?

Asentí levemente con la cabeza, sonriendo.

-Pues... Este desastre de persona te ama.

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