No sé qué haces en el umbral de mi puerta

5 1 0
                                    

Qué pesadilla, querido. Qué dolor este que se me hunde en el pecho, ese que me hace suspirar, llorar, y gritar, todo al mismo tiempo y por el mismo sentimiento. Qué terrible sensación esa que me provocas cada vez que me hablas, porque siempre es una mala noticia (o una buena, pero primero cae nieve en el Sahara antes de que le pongas un pero a las buenas nuevas). Pero ya no me resignaré a ese sentimiento de deshonra y humillación.

Estimado, queridísimo... amigo. Mi vida es una constante bola de nieve que va creciendo con cada palabra que me dices. Qué bonito has de sentir diciéndome, de forma indirecta, que preocuparme por ti es una estupidez, o jugando con mis ilusiones, haciéndome creer que vendrás y me rescatarás cual doncella en peligro. Ya no, gracias. Ya estoy harta de eso: estoy harta de intentar subirte tu autoestima, de que el sol brille por tu ventana y robarte las nubes y cuidarlas por ti, de tener que ocultarme todo el desorden en la espalda para que no se te amargue el día. Muchas gracias, pero estoy harta de eso. No eres el único que sufre, cariño, y me gusta superar mis dolores al lado de mis amigos, no de mi ex. (Digo, si te muerde un tiburón, claro que no le comprarás un tarro de cerveza.)

¿Ya te dije lo hermoso que te ves decepcionado? Lo siento, pero me duele más a mí que a ti. Toma tus cosas que aun no instalas, y vete corriendo a los brazos de una psicóloga (que tú no buscas pareja, buscas ayuda profesional). Te brillan muy bonito los ojos cuando quieres llorar, y esa forma en que tiemblan tus labios... ¡Ay, que me desmayo! Pon esa carita de perro a otra, porque voy a volver a caer. No, lindura, no te voy a olvidar, pero tampoco te voy a extrañar. Cuando vengas a tocar mi timbre, te tomaré por un vendedor innato y medio loco. Cuando me digas quién eres, me reiré en tu cara hasta que mis carcajadas suenen más fuerte que mis sollozos. Cuando te pregunte qué quieres, no te escucharé. Cuando te haya dicho un par de cosas que me había guardado, y cuando haya rechazado ese café, te daré un portazo en tu preciosa nariz, solo para escuchar un sonido más fuerte que dos corazones rotos.

No te preocupes, mi amor, aquí estoy para hacerte llorar, y devolverte esas sensaciones de no poder más, de querer estallar, de encerrarte y creer que no vales lo suficiente y no diste lo suficiente.

Con amor,

Mariana.

Once Upon A Time...Where stories live. Discover now