Se restregó los ojos al salir de la habitación mientras un bostezo se hacia presente, le tocó mirar dos veces hacia la mesa; había mucha comida para que solo comieran tres bocas, a menos que las personas acuáticas comieran mucho mas que los humanos.
-Buenos días -dijo lo suficientemente alto como para que Tiz la oyera y lo suficientemente bajito para que Joaquín no la oyera -miró a su alrededor en busca de respuesta y se sentó.
-Cariño, que bien que ya despertaste, estaba preocupada. ¿Donde esta mi hijo? -preguntó con su voz aguda y una gran sonrisa mientras observaba a Selene a los ojos de una manera que la intimidó un poco.
-¿Preocupada? ¿Por qué? Ehhh... -Selene perdió la concentración y le tocó girar su cabeza de un lado a otro un par de veces para poder hablar- Emm, él esta durmiendo -respondió algo confundida con la voz ronca. Cosa que ocasionó que Tiz sonriera aun más.
-Cariño, duraste varios días dormida. Así que le dije a mi nene que se quedara contigo, por lo menos hasta que despertaras pero veo que el sueño le ganó -se encogió de hombros y se volteó dándole la espalda a Selene -Puedes comer lo que desees que este en la mesa -dijo antes de entrar nuevamente por la puerta de la cual había salido anteriormente.
Selene miró unos segundos el lugar por donde había desaparecido Tiz, desconcertada. ¿Qué había ocurrido hace unos instantes? Había perdido la concentración, no podía hablar, le tocó cerrar los ojos y mover su cabeza para poder decir lo que quería. No comprendía, nunca le había pasado algo así, como si su mente estuviera desconectada aunque pudiera percibir todo pero no enviar señales ni nada.
Demasiado pensar para una chica con hambre, tomó un cupcake que se veía cercano y que curioso que hubiera cupcakes bajo el mar, lo acercó a su boca y al morderlo este le dio el sabor de chocolate con un poco de mantequilla; la masa era suave, mucho, no sentía que la tuviera en la boca pero el sabor era tan nítido que hasta sentía que podía estar oliendo aquél panecillo, recién salido del horno. Se emocionó comiendo, más bien le dio lo que se llama gula que aunque estuviera llena seguía comiendo y comiendo ¿Por qué? Porque esa comida estaba deliciosa, o el sabor que le provocaba lo era.
-Ya no puedo comer más, estoy a reventar -susurró para si mientras se recostaba en la silla con una mano sobre su estomago que estaba un poco hinchado por toda la comida que había consumido. Miró la comida que había dejado y le dio vergüenza, normalmente ella no comía tanto y si seguía así parecería elefante embarazado con dos patas. soltó un suspiro,movió su espalda antes estirar sus brazos hacia arriba y luego hacia atrás, movió su cabeza de un lado a otro y por fin se levantó, volteó a ver a su izquierda lentamente con una ceja enarcada al ver a J.
-¿Que haces? -preguntó con una expresión extrañada -No es normal ver a las personas mientras comen y mucho menos quedarse observándolas luego de comer -Selene se sentía indignada mientras Joaquín soltaba una risa -¿De que te ríes? No tiene gracia -Un sonido de exasperación salió de sus labios mientras se daba la vuelta y caminaba fuera de la vista del joven -¿Como se atreve a hacer eso? ¿No le habrán enseñado que eso es de mala educación y que es incomodo? -balbuceaba claramente muy enojada, cerró la puerta de la habitación lo más fuerte que pudo, cerró las cortinas o lo que fuera eso; dejando el cuarto en su máxima oscuridad. Se tiró en la cama mirando el techo.
Había pequeñas luces, la mayoría eran plateadas y parpadeaban; se parecían a las estrellas, cosa que la hizo sonreír. Recordandole lo que le encantaba hacer en la superficie, segundos después sus labios dejaron aquella sonrisa y de sus ojos comenzaron a brotar lagrimas. Recordando la noche en que todo comenzó, en la cuál dejó toda su vida atrás para llegar a esta nueva, sin embargo ella no la dejó a propósito, se sintió obligada por los sucesos ocurridos.
Se levantó suavemente y comenzó a saltar en la cama, lo chistoso es que si rebotaba, siguió saltando con más fuerza intentando llegar al techo, quería tocar aquellas luces pero estaban demasiado alejadas. Tomó todo el impulso que pudo, estiró sus brazos y se apoyó en los pies para lograr nadar un poco hasta lo más alto. El roce de su dedo anular bastó para que esas conchas plateadas incrustadas en el techo se juntaran hasta el punto de lograr la forma humana. Selene cayó sentada en la cama rebotando cada vez mas lento, pero eso no le importó puesto que su vista estaba fijada en aquellas conchas que se acercaron a ella trabajando como si fueran una.
-¿Qué eres? ¿Quién eres? -preguntó sorprendida por lo que veía, esas conchas dejaron de ser plateadas a su toque y se tornaron de distintos colores, haciéndose ver mas llamativas -¿Qué quieres de mi?
-Me presento, soy Aneu. Soy la guardiana de las conchas del sur. He estado dormida por mucho tiempo, gracias por despertarme -la mujer no hablaba, pero Selene lograba escuchar lo que decía en su mente ¿como era aquello posible?.
-Pero ¿Qué haces aquí? ¿Que sucede? -preguntaba Selene sin entender nada, esto era nuevo para ella, todo.
-Debes irte de este lugar, de estas tierras, el agua corre un gran peligro y todo lo que habita en ella también -decía cuidadosamente Aneu. Que nombre tan extraño ¿no?
-Pero no, no puedo irme, mi ultima noche en la superficie estuve a punto de morir -sus ojos demostraban preocupación, por ella y por lo que sucedería.
-¿Vienes de la superficie? -preguntó sorprendida Aneu y sus ojos de concha la miraron directo a los ojos
-Si, eso dije -asintió lentamente Selene sin saber bien sobre lo que significaba
-Cuéntame más de ti, yo te ayudaré pero no le digas a nadie sobre mi, ni sobre esta conversación ¿entendido? -a pesar de no tener los gestos definidos aun podías notar sus expresiones en cierta medida.
-Comienzo ahora o... -la chica de ojos color plata asintió nuevamente oyendo las indicaciones de Aneu -Entendido -al pronunciar eso, las conchas comenzaron a disiparse, la imagen se volvió borrosa...
-Selene, Selene, Selene -la llamaban desde lo oscuro; sus ojos se abrieron velozmente, parpadeó unas cuantas veces intentando acostumbrarse a la poca luz que había -Selene, Selene -esa voz la seguía llamando. Se paró rápidamente para iluminar el cuarto y saber que era lo que la llamaba pero cuando la luz inundó el lugar no había nadie, las conchas no se veían y todo estaba al igual de como ella lo había dejado al tirarse sobre la cama. ¿Qué sería aquella voz que la llamaba?
ESTÁS LEYENDO
La verdad detrás de los ojos
FantasíaNo soy una niñita, no soy una ingenua, no soy una idiota y mucho menos una cualquiera. Cada quien es único, no escogí mi ADN, tampoco quién ser, simplemente nací así, con esta familia y con todo esto. No soy la misma persona que conociste aquel día...