[único]

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—Yeol, ¿quién es Peachy?

Chanyeol tembló cuando escuchó semejante pregunta. Tembló y cada parte de su piel adoptó un color más borgoña, sus mejillas delatoras estaban arreboladas y sus manos comenzaron a sudar como si de pronto se hubiese roto su tubería, alguien debía arreglarla, de hecho, alguien debía arreglar el inminente desastre que se avecinaba.

Frente a él, con su libreta color rosa en las manos y eventualmente con el ceño fruncido a más no poder, estaba Baekhyun, su novio desde hace como uhmm, dos semanas. A pesar de la nefasta posición que adoptó producto del enojo que le propiciaba el contenido de lo que tenía en sus manos, Baekhyun lucía oh tan hermoso. Desde la punta de su pelo hasta sus pies perfectamente cuidados, Baekhyun era un sueño y Chanyeol había sido bendecido.

—¿Qué significa esto que tengo en mis manos? —preguntó y dio énfasis a la libreta rosa, la miraba con un poco de recelo, como queriendo incinerarla con la mirada.

Menos mal que no se podía, porque a pesar de lo osada que fuera, en esa libreta estaban plasmados los pensamientos más frustrados de un Park Chanyeol inexperto. Esa libreta equivalía lo que un confesionario para un religioso, aunque su contenido, muy puro no era.

—A ver, déjame leerte una línea porque parece que has perdido el habla repentinamente —Baekhyun siseó con demasiada saña; él estaba enojado y el tono de sus palabras daban rotunda fe de ello—. Quisiera jugar a las escondidas con Peachy, poder esconderme en él. Perderme para siempre. Es una tentadora idea.

Baekhyun arqueó una de sus perfectas cejas.

—¿Quién es Peachy?

Si le dijera él quién es Peachy entonces su relación sería considerada las más corta en toda la historia de sus relaciones, por no decir que a sus veinte años, Baekhyun era su primera relación. Debido a la naturaleza cohibida de Chanyeol, ciertos placeres que la juventud comenzaba a gozar y experimentar a la tierna edad de quince años, le habían sido algo imposible. Las horas las consumió leyendo poesía, y practicando su técnica en la guitarra, a estas alturas ni siquiera sabe cómo ganó el pedazo de cielo que representaba Baekhyun. Chanyeol no quería finalizar algo que significaba tanto para él, mucho menos por culpa suya.

—Es que... Ay.

—Sí, ay —Baekhyun se cruzó de brazos con la libreta rosa en sus manos, a pesar de su bravura, no la soltaba. Ni siquiera para lanzársela a Chanyeol en la cabeza—. Me explicas por qué siento que me estás engañando.

Chanyeol abrió los ojos con clara y genuina impresión.

No.

Engañar no.

Más bien pensaba que Baekhyun estaba enojado por haber descubierto el tras fondo de sus pequeños escritos dentro de esa libreta, pero engañar jamás. Él no podría.

—¡No, yo no te estoy engañando! —bramó con demasiada efusión, temeroso de ser desechado por una equivocación y no por su extraño fetiche.

—Entonces, explicame ¡quién es Peachy y por qué dices que cada vez que parece asomarse tú quieres amasarlo!

Porque era la verdad. Él adoraba a Peachy, y cada vez que esa criatura divina osaba salir al parque simplemente quería saltar sobre él, perderse en él. Era una insana relación unilateral desde hace muchos años y que desde hace dos semanas se había estado poniendo incluso un poco más espesa, al menos, de parte de Chanyeol. Peachy hablaba aunque sólo fuera en la cabeza de Chanyeol y se aprovechaba con insolencia de que era verano, y que siempre salía a pasear.

Quiero tomarte entre mis manos, besar cada minúscula parte de tu aterciopelado ser, Peachy, déjame entrar en ti —leyó Baekhyun, con rabia, estupor y mucha cólera. Aunque todos eran sinonimos de la misma emoción—. ¡Me dices ahora con quién me engañas, o esto se acaba ya! Aunque, por los vientos que soplan, ya veo que se está acabando.

Peachy → ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora