I love you

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Ian dejó de oler a otras personas cuando Jezz comenzó a abrazarlo y decirle que apestaba. El menor llegaba, le saludaba y se tiraba en su cama para ver alguna película. La rutina de Ian volvió a cambiar para adaptarse a la de Jezz, como cuando el menor tenía ocho y se quedaba a dormir con él.

Y eso fue como un soplo de aire fresco. Fue perfecto y justo lo que Ian necesitaba. Jezz llegaba, comían, conversaban sobre la escuela o el trabajo, sobre la manada, sobre música, lo que fuera. Funcionaba para ambos más que bien.

—Hola —Jezz tenía su típica sudadera roja, con esos viejos timberland algo sucios por el lodo en la entrada y el cabello lo traía perfectamente peinado. Jezz dejó los chocolates en la encimera y se sentó junto a Ian —. ¿Qué haces?

Ian tenía los lentes de descanso algo ladeados, así que los acomodó.

—Gracias. Tu papá y tu abuelo quieren nuevas estrategias para hacer funcionar recursos humanos —Jezz se pegó intencionalmente al costado de Ian, con la escusa de revisar los papeles en las manos del mayor. Ian le rodeó los hombros con el brazo izquierdo.

—No entiendo nada, se ve aburrido —Ian rió.

—Es aburrido, por eso tu abuelo Derek me lo dio y no a Stiles.

—Quieren ir a Los Cabos en las vacaciones. ¿Vienes? —Jezz se acomodó mejor en el cuerpo del mayor. Ian comenzó a trazar raros patrones en la mano de Jezz, para después mirarlo con el ceño fruncido.

—¿Van a ir todos?

—Hmm, no sé.

Ian asintió y le besó en la sien.

—Ya me aburrí. ¿Vamos a patinar? —preguntó el mayor, aún con Jezz apretado contra su costado. El menor soltó un quejido y escondió el rostro en el hombro de Ian —¿Nos quedamos aquí, entonces? —Jezzi soltó otro quejido —. Jezziel, habla, no te entiendo, no soy un adivino.

—No lo sé, tengo sueño y va a llover. Mejor vamos a dormir.

Ian rodó los ojos cuando Jezz se acurrucó aún más y comenzó a dormirse. Luego sonrió, para después colocar su mano en la espalda del rubio más pequeño y acomodarse para dormir también.

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Su gemelo le acariciaba las orejas mientras esperaba su turno para batear.

—¿Cuándo le vas a decir? —Jezz apenas pudo escuchar el susurro de Jonathan y agradeció mentalmente el que lo pronunciara en ese tono, de lo contrario, la manada entera lo sabría.

El menor sólo soltó un bufido contra la palma de John.

—Vale, como quieras. Pero te recomiendo hacerlo pronto —Jezz cambió a su forma humana, colocándose los calzoncillos y escondiéndose dentro de la sudadera de su hermano —. ¡Jezziel! Tienes ropa, no te escondas en la mía.

Jezz rió, salió de la ropa de su hermano y corrió a esconderse en la de Derek, quien aceptó con una sonrisa que su nieto se escondiera en su henley.

Ian veía todo con los brazos cruzados.

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Jezziel decidió que era hora de decirle a Ian cuando una vez despertó con la nariz enterrada en el hombro del mayor, inhalando su adictivo olor, mientras los pies de ambos estaban completamente enredados; su mano izquierda tocando la tibia espalda desnuda de Ian y con una visión perfecta de las pequitas en su hombro.

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El corazón de Jezz latía tan rápido que parecía que se le iba a salir del pecho. Las manos le sudaban y tenía los labios secos, agrietados y un tanto lastimados de morderlos a cada segundo disponible. Tal vez era normal dado el hecho de que estaba a punto de decirle a Ian que le quería como a nada en el mundo. Ghost ladró en cuanto escuchó la puerta cerrarse y movió la cola al ver al rubio más grande.

—Hola —murmuró con los dedos apretando salvajemente la sábana azul de su cama. Ian arrugó la nariz, para después tocar su oreja izquierda y decir:

—¿Qué tienes? Tu corazón se escucha a un kilómetro de aquí.

Jezz soltó un suspiro tembloroso.

—Hay algo importante que debo decirte —Ian hizo un gesto extraño, uno que no supo definir. Jezz se puso de pie —. Sólo... No digas nada. Sólo escúchame.

—Vale, yo igual tengo algo muy,  muy importante que decirte.

El menor asintió.

—Vale. A ver... Supongo que es muy obvio, tanto para ti como para mi... Porque hay señales —los ojos de Ian brillaron con entendimiento —. Y sé que esto es... Real, que existe y no lo estoy inventando. No eres un crush, Ian, realmente te quiero.

—Esto no lo vi venir —susurró el mayor con una sonrisa —. Amara y yo terminamos porque ella se dio cuenta incluso antes que yo —Jezz se echó a reír.

—Es una buena mujer.

—Sí, pero no eras tú —y Jezz sonrió. Una sonrisa enorme, preciosa para Ian, al igual que devastadora —. Creí que... No lo sé, pensé que todo sería más incómodo y difícil de explicar. Pero no lo fue.

Jezz asintió aún con la sonrisa en los labios, mirando justo en los ojos azules de Ian.

—¿Quieres ser mi segundo beso? Te diría que el primero pero ese se lo robó Zara —Ian arqueó la ceja, y Jezz no pudo evitar reír —. ¡¿Qué?! ¡No es mi culpa! Tú habrías tenido mi primer beso, pero ella simplemente —Jezz hizo unos gestos con los dedos y las manos muy al estilo Stilinski —. Ya sabes, todo pasó muy rápido y ella me sorprendió, así que no supe cómo reaccionar.

—Jezziel, Jezziel —rió Ian —. Hey, entiendo, tranquilo. Ven aquí.

El mayor lo acercó a él y le dio un beso casto. Jezz se lamió los labios, intentando sentir la sensación de hormigueo placentero una vez más.

—¿Así está bien? —Ian volvió a besarlo, esta vez con una sonrisa. Este beso era mil veces mejor que el que Zahara le dio. Tal vez porque era Ian, tal vez por la forma en la que los cuerpos de ambos encajaban a la perfección y el hecho de que ambos estaban cómodos el uno con el otro.

Teen Wolves [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora