Capítulo -1-

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Tom salió a dar un paseo por el parque central, no soportaba estar un segundo más en su habitación. Necesitaba despejarse de lo que estaba pasando por su mente, de lo que lo acongojaba cada vez que estaba cerca de ella. Ella. ¡Dios! "¿Cómo pudo acabar todo de esta manera?" Se preguntaba el chico. Últimamente había tenido muchos problemas con Yaolan y ya se estaba hartando de discutir todos los días por las mismas cosas sin importancia, porque obviamente ella era una maniática del control y le encantaba que nada se le escapara de entre los dedos, incluyendo su propia relación amorosa, aún estando el otro participante de esta en desacuerdo con varias cosas de las que ella decía. Tom estaba cansado de seguir órdenes, de hecho nunca las seguía, y menos ahora, aunque fuese la chica que había conquistado su corazón... odiaba hacer sufrir a esa mujer tan valiente que pasó a la historia luego de ser la mejor combatiente en el mundo, de salvar a la humanidad, ah, y de descubrir vida en otro planeta, fuera del sistema solar. Se sorprendió pensando en que quizá ya había tenido suficiente de todo aquello, y bueno, se había vuelto hermosa después de su reconstrucción facial, no le costaría mucho conseguir a alguien más que la hiciera feliz, si es que no lo había hecho ya. Yaolan llevaba de hace un tiempo hablando mucho más con varios chicos que con su propio novio, eso dolía de verdad, pero Tom no lo demostraba, siempre se mostraba sereno, en cambio, sólo pensaba en la manera adecuada de terminar con ella, aunque no le gustara la idea. Odiaba los cambios, pero esta vez era necesario.

Habían pasado dos años desde que fue con Vik a Marte, desde el "Yujuu, estoy en Marte" que lo hizo quedar como un inmaduro ante el mundo entero, pero gracias a su trabajo, ese no era el único hecho por el que todo el mundo reconocía el nombre de "Thomas Raines". Gracias al cielo había ido a más planetas, a organizaciones de niños que construían maquinarias equivalentes a las que alguna vez habían sido fabricadas por Obsidian Corp. También había ayudado a Wyatt a trabajar en la cura contra el cáncer, quien no demoró más que un par de días en encontrarla, y claro que el mérito fue para ella, pero Tom estaba detrás de lo que hizo, y Wyatt lo reconoció, después de todo, ser amigo de una de las científicas más importantes del planeta también ayudaba.

Y fue entonces cuando pensó que Wyatt y Yuri no le ayudarían a buscar la mejor forma de terminar con Yaolan, pues se habían encariñado totalmente con ella. Obviamente pensaban que hacían una pareja perfecta y que las discusiones constantes sólo eran temporales, no veían más allá de lo que querían ver, solo lo que les convenía. No prestaban atención a cuando Yaolan se portaba un tanto torpe y cariñosa con otros integrantes de la Legión Galáctica, no prestaban atención cuando ella le decía que era un estúpido y que solo por cuestión de suerte llegó tan lejos, si no, jamás habría tenido futuro. Claro que después se retractaba de todo, pero las palabras quedaban en la mente de Tom, parecía que a su novia se le olvidaba por un momento que tenía memoria fotográfica.

Se detuvo frente a un banco de madera mientras la suave brisa de la tarde se impregnaba en su piel y se colaba entre su cabello no tan corto, y cerró los ojos, sintiendo una paz momentánea. Tomó asiento y quedó mirando a la estatua de Blackburn, que lo miraba con esa mirada de águila, como si estuviera reprochándole algo. "Como en los viejos tiempos", la nostalgia invadió su pecho y no pudo evitar que una sonrisa saliera de sus labios, pero decidió volver a sus pensamientos antes de que se le escaparan unas lágrimas por la conmoción de que ese hombre lo había salvado a costo de su propia vida.

Quizá Vik podría ayudarlo, al fin y al cabo también quería a Yaolan, pero era su mejor amigo, y TENÍA que preferir su bien antes que su relación "perfecta" con una mujer "perfecta", ¿no?

Tom no estaba muy seguro de si hacer eso, o pedirle ayuda a alguien más, y si se decidiera a pedir ayuda a otra persona, ¿a quién se la pediría?, se sentó un rato bajo el cálido Sol de primavera, mirando los pájaros sobre las ramas y el pavimento, viendo las mariposas mecánicas revolotear junto a sus pies. Pasó un rato mirando a la nada hasta que comenzó a oscurecer y el viento se puso mucho más fresco, se levantó y se fue al centro de entrenamiento casi corriendo, no aguantaba demasiado el frío luego de lo que le ocurrió en la Antártida, cuando había perdido todos sus dedos... cuando había ido a destruir el transmisor de Yuri, casi había muerto, y también...

Bueno, no tenía lindos recuerdos en la Antártida.

Desde hace días que se utilizaban las habitaciones de emergencia que habían en el centro de entrenamientos, ya que todos se estaban organizando para la visita de un grupo de niños preelegidos que les interesaba saber sobre viajes intergalácticos, ya que prometían bastante para el mundo y sería de utilidad que las futuras generaciones supieran cómo funcionaban las cosas ahí, qué debían de saber para mantenerse con vida en otro planeta, cómo debían revisar sus naves antes de partir, y muchas más cosas.

Apenas entró en el primer pasillo se encontró con personas corriendo de un lado a otro histéricas, se gritaban entre ellos, se mostraban papeles, se corregían, se felicitaban y, por supuesto, se desesperaban. Tom fue al cuarto de Vik, evadiendo a toda la gente que parecía loca, quizá podía estar allí. Definitivamente entre toda la gente no estaba, a Vik no le llamaba mucho la atención la idea de trabajar en un ambiente lleno de ruido y bajo una presión inmensa.

En el camino se encontró con Yaolan, reconoció su pelo oscuro, pero estaba de espaldas. Aún así su neuroprocesador la identificó y sintió cómo se le encogía el corazón y se le hacía un nudo en la garganta al verla reír con otro chico como él no lo lograba hacerlo en semanas. Siguió caminando, intentando que no le viese, y llegó a la puerta deseada. Tom tocó.

-Pasa.- Dijo la voz de Vik desde adentro, bastante estresado.

Empujó la pesada puerta de madera y se paró bajo el umbral. Había papeles por todas partes y su mejor amigo estaba escribiendo apresuradamente en un cuaderno, la luz de la lámpara le iluminaba tenuemente el rostro y le parecía tener un aspecto de 30 años, aún teniendo con suerte 20.

-¿Qué haces?- Le preguntó y Vik dejó de escribir para mirarlo, luego se frotó los ojos con pesadez, y se estiró en su silla tomando aire.

-La visita de los niños nos va a atrasar mucho, Tom, y además tenemos que adelantar la investigación del planeta que descubrimos.- Hizo sonar su cuello y sus dedos, en un intento por desperezarse.

-¿Pero eso no se puede hacer después de la visita?- dijo Tom, quitándole importancia al asunto.

-Organizar dos cosas a la vez con tan pocas personas no es nada sencillo, en especial si además de que somos pocos, ciertas personas no ayudan.- Vik puso mucho énfasis en la palabra "ciertas", mirando fijamente a Tom, luego cerró el cuaderno y puso ambas manos detrás de la cabeza, mientras se reclinaba en su silla.- ¿Qué se te ofrece para venir a visitar al rey, noble sirviente?

Tom se recostó en la cama, tirando todos los libros abiertos y marcados con rotulador en algunas páginas al piso. Ignoró los insultos y lamentos de su amigo, y eso le causó un poco de gracia aunque sabía que estaba retrasando su trabajo, cosa que también lo perjudicaba a él.

-Primero que todo: tú no eres mi rey y yo no soy tu sirviente, Indiecito Picante.

-Ay, por favor, Tom. Han pasado años desde eso y sigues con lo mismo, ya madura.- Empezó a darle vueltas a un lápiz con una mano.

-Bien, quería pedirte ayuda con algo.

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Primer capítulo! ;)

De aquí a la Luna- Insignia- Elliot x TomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora