Tu sombra me asecha en la penumbra de cada noche
El umbral de tu reflejo hostiga a mi lánguido corazón
De la oscuridad que has amado y adoptado eres subordinado y fantoche
Comprendo ahora que nunca tuve ni el más mínimo ápice de tu atención, pues de niebla son tus pupilas y de hielo la cegadora envoltura que cubre tu corazón.
De sangre una lágrima expulso desde el corazón... pongo todo el empeño de mi alma por tu salvación.
¡Constata mis anhelos y empeño fortuitamente silencioso!
Lo único que deseo desde hace más de 200 días, ha sido poder amar el ataúd de dolor en el que me sembró tu partida y, de rodillas le pido a Dios que alcances en vida, de tus pasiones la salvación.
Le cuestiono al viento por qué me privó de sentir tu aliento
El maquiavélico y envidioso destino nos distanció,
pues magnífico y destructivamente perfecto el amor que tuvimos consideró
El tiempo una muy buena jugarreta nos realizó, pues sin el más mínimo aviso, el tren de cariño, dulzura y emoción que manejaba a nuestros corazones paralizó.
La distancia con soberbia de nosotros se mofó... y entonces fue allí cuando la inocente insolencia de nuestro romance por la espalda nos apuñaló.
Es absurda la ironía que me perseguía cada vez que te veía
Corrientes de electricidad cubrían mi ser desde el mayor ortejo hasta el encéfalo
Fuiste mi hechicero, aquél que me mostró lo desconocido, el casual pasajero al que nunca imaginé que de bruces en mi desolada alcoba bramaría.
Intento plasmar en estos humildes párrafos mi versión de tu historia,
con el objetivo de alcanzar de manera individual el consuelo y la gloria.
Sin embargo, es la huella de tu vida algo tan subjetivo, que mis versos únicamente alcanzan la frontera de este inefable, martirizado y versánico almanaque al que llamamos memoria.
Has rozado con tus mullidas palmas cada uno de los brillantes espíritus que por tu camino cruzaron...
Inocentes esclavas fuimos de tu mística ternura, sin advertir que desde el primer momento tus ojos, repentinos jolgorios y semblante intrigante nos hechizaron.
Con lisonjas, bufonadas, mariposeos, y ligeros del alma toqueteos,
el cetro de tu seducción sembró dentro de cada joya hurtada, la sed infinita e implacable de la complacencia de mágicos deseos.
Encantadora, fulminante y adictiva fue la pócima de tu enamoramiento...
De tal manera que acudí por voluntad propia a beberla sin saber que cuando me despojaras de ella, la abstinencia de mi se burlara sembrando en mi el arrepentimiento.
No me favorecería el masoquismo de seguir tu reflejo ahora cuando corres con tal crueldad, perspicacia, cobardía y cinismo.
Pero tampoco permitiré que el invasivo veneno de mi corrosivo narcicismo aniquile los vestigios palpables que dejó en mi alma, de tu presencia el divino y por mí tan apreciado espejismo.
Tomo la antorcha del tiempo para extraer de mi corazón diminutas partículas, y las envío con una dulce y penetradora exhalación de manera que se adhieran eternamente a tu corazón.
Las delego día a día hacia el cielo con el único propósito de que abriguen uno a uno los segundos de tu existencia...
Y que la flagelación de la vida nunca te incline a desear la asolación de los pilares que constituyen las briquetas de tu inefable esencia.
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Inefable nigromante.
PoetryUna breve, emblemática, y desgarradora historia de "amor".