Samyra.
La hoja que tenía enfrente representaba gran parte de lo que por mucho tiempo anhelo encontrar, la posible cura de problemas paternales, la razón por la muerte de una persona con carácter hueco pero orgullosa de sí misma.
El hombre sentado al final de gran mesa oscuro me miraba con ojos afables de experiencia pero también de cansancio, solo tenía que reconocer un nombre, ni siquiera un nombre, algo para que ésta buscada sin fin, termine.Tomé el fino papel y me empezaron a temblar las manos, la presión aumentaba. Mis pupilas se dilataron confusamente tratando de recordar, posiblemente unas letras que no sé por qué debería saber.
Atropelladamente empecé a leer, lento pero sin parar:
-Smirnov, Alina.-Australia.
-Popov, Antonina.-Estados Unidos.
-Kozlov, Klara.-Colombia.
-Cranston, Leila.-Barbados.Paré de golpe.
-Quiero que quites el nombre número cuatro Barnechea.
El abogado levantó su ceja bien cepillada y coloreada.-¿Por qué razón?
-Conozco a la niña, ella no es.
-Recuerda, Samyra, que las primeras personas que vez ahí son las más probables.......
Se oyó el quisquilloso golpe de la puerta abierta de par en par, percibí el sollozo deliberado de Emma llamándome desesperadamente. Sin disculparme me levante y caminé torcido adonde provenía la voz aguda.
-Emma, ¿que te pasa?
Se volteó hacia mí con su mirada nublada por lágrimas, sus manos sudaban y sus labios se movían al compás de su pulso agitado.-Samyra, yo no tuve nada que ver....yo-yo n-no le dije que fumara, a-ahora está.......
-Nombre, estupida, necesito nombres.- gruñí y le escupí en la cara, le había empujado con toda mi rabia a la pared del pasillo clavándole en la espalda las salientes filosas de la pared.
-¡Por favor Samyra!, fu-fue el qu-quien quiso p-probar, nadie l-lo obligó.
-Tu sabes, Emma.-dije bajando la voz llegando a un susurro aterrador.-oh, eres tonta, pero no inútil, así que puedes servir de mensajera.-reteniéndome acerqué mi aliento frío a su oreja.-si Wilmer queda con un rasguño, están muertos.
La solté y cayó al suelo liso de madera rebotando, se cubrió la cara con las manos y lagrimas de miedo cayeron a sus mejillas costosas manchando las capas de maquillaje por todo su rostro blindado de nacimiento.
Corrí odiando que la casa fuera estrepitosamente gigante y tomara tiempo llegar a la sala principal. Casi vomito por la bilis subiendo por mi garganta, pero no dejé de correr, no podía, mi voluntad no me lo permitía.
Casi llegando a las escaleras que llegaban a la sala pase por el cuarto de Leila, y una fuerza trató de desviar mi camino, quería preguntarle muchas cosas a la infante. La blanca puerta estaba cerrada, me contuve entrecerrando mis párpados tratando de ver más allá. Sin embargo eso solo duró un segundo y volví a mi misión.
Un círculo ruidoso de universitarios contoneándose alrededor de lo que debe ser el cuerpo inerte de Wilmer, lo sabía por qué no era el primero en ser alérgico al cannabis. Rompí el círculo adentrándome para ver a Hugo y a otro chico subiéndose a los hombros al chico con la piel del color del más pálido marfil, sus delicadas y largas pestañas acariciaban sus ojeras.
-Llévenlo a la camioneta y yo lo llevo.
Hugo casi deja caer a Wilmer por la sorpresa de mi voz, yo le dirigí la más asesina de las miradas.
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15 pasos al cielo
Novela JuvenilMuchas veces tú mismo cielo es el infierno sobre la tierra. Alguien que OBSERVA los gigantescos demonios de las personas, observa pequeños UNIVERSOS. El CLICHÉ NO CLICHÉ. Está estrictamente prohibida la COPIA o ADAPTACIÓN de cualquiera de LOS CAP...