"Mi vida o por lo menos esos despectivos instantes en los que recuerdo que estoy vivo quisiera justificarlos y asegurar que ocurren gracias a un motivo cuya existencia genere frutos positivos en el futuro. Quisiera tener la capacidad de darle el visto bueno a toda mala pasada. Si ayer llovió mientras usaba los nuevos jeans que mi padre me regaló, pensar y reflexionar que hay personas cuya posibilidad de vestirse y calzarse es completamente nula. O incluso existen sitios donde la escasez de agua hacer ver a cualquier habitante a la lluvia como un extraño regalo que llega sólo en determinadas épocas y se va sin siquiera decir adiós.Quisiera ser como la ciencia quien asegura que todo en este mundo tiene una razón de ser. Por ejemplo, esa lluvia provocadora de grandes malestares para mi comodidad es un deseo inalcanzable para otro ser humano. Se da en ciertos lugares gracias a las coordenadas geográficas en las que determinado pueblo se encuentra. Y no porque Dios, como muchos ingenuos piensan, está castigando a un codicioso grupo de individuos que son incapaces de reprimir sus más bajos instintos al grado de regalarles la falta de lluvias como un castigo.
Entonces, si todo tiene una explicación, si la ciencia puede resolver cualquier cosa que el destino, el azar o la religión intentan descifrar con sus distintas justificaciones que a veces ni siquiera resultan coherentes, entonces por qué no puede explicar los abruptos errores de su mismo sistema. Es decir, teniendo cierto estilo de vida en el que mi familia se ha desarrollado generaciones y generaciones atrás, es obvio que yo concebiré las mismas costumbres, ¿cierto? Eso hace un sistema. El orden.
Pero, ¿y si no quiero?, ¿y si no soporto ver a mi padre follándose a las sirvientas mientras mi madre prepara la cena?, ¿y si no soy capaz de dirigir el legado laboral de mis ancestros a través de estafas que supriman al enemigo con un balazo en la cabeza?, ¿y si concibo aterrador el llanto de un niño hambriento gracias a que su padre se ha quedado sin empleo mientras que mis hermanos viven su día despidiendo a todo el personal de la empresa para poner en su lugar a los amigos inútiles que lo único que conservan son el absurdo recuerdo de un "hola" de hace mil años que volvió a ser importante cuando necesitaron algún sustento para sobrevivir?
Dime tú, mujer bañada en privilegios y elogios. Dime tú, ciencia querida, dime qué respuesta tienes a eso. Dame un descubrimiento lo suficientemente capaz para justificar que no pueda concebir los ideales de mi padre como los absolutos. Que teniendo determinada edad me separe del ídolo para buscar mi propio pensar. Que justo ahora me esté desangrando en las garras de una sociedad aterrada por el cambio. Asustadiza a cualquier anomalía que no le procure ganancias
Dime por qué..."
—¿No desayunarás? —las hojuelas de maíz debajo de esa espesa capa de leche comenzaban a deshacerse. Un aroma extraño me llegó a la nariz en cuanto moví con la cuchara la terrible combinación que descansaba en mi plato. Todavía desconocía la hora que era. Si no fuera porque debía mantener los ojos abiertos probablemente tampoco podría saber el lugar en donde estábamos.
Un resumen agotador de estos tres pesados días es que pintamos una increíble e inexplicable raya de separación. Dormimos en habitaciones separadas. No se atrevía ni siquiera a mirarme y, vaya, lo agradecía más que a nada en el mundo. Me daba la oportunidad de llorar a gusto en cada ocasión que tenía. Digamos que cualquiera pensaría en el sorprendente grado de victimización en el que me encontraba, pero lo cierto es que quería de verdad olvidar todo.
Ese par de noches rogué por que, al otro día, al abrir los ojos, pudiera levantarme sin ningún dolor en el cuerpo para ignorar la situación. Sólo eso deseaba. Por lo menos de tal manera sería capaz de dejar los recuerdos atrás e intentar respirar sin que mi garganta se llenara de piedrecillas que me dificultaran emitir alguna palabra.