Capítulo 6: Primera borrachera. (Parte 1)

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Ángela: ¿Y eso fue todo? 

Kamilah: Sí.

Ángela: ¿Aceptaste la invitación?

Kamilah: Creo. Bueno, dije que iría sólo si Lila va conmigo.

Ángela: ¿Qué estás esperando? ¡Llama a Lila! ¡Ahora!

Después de colgar la llamada y mi corta conversación con Ángela. Obedezco las sugerencias de mi amiga y llamo Lila quien empieza a hacerme preguntas infinitas con respecto a los detalles de la excursión. Yo tampoco sé mucho por lo que no puedo contestar a todas sus dudas, a pesar de eso ella acepta y se pone en camino inmediatamente hacia mi casa, por lo que colgamos la llamada.

Empiezo a meditar y a preguntarme por qué Robert pensó en mí como compañía para esta excursión, pero antes de poder darle las vueltas necesarias al asunto, el timbre me distrae de mis pensamientos, es Lila. Vivimos solo a dos cuadras de distancia.

—¿Tan rápido? —, le pregunto al momento en que llega.

Sin darme respuestas, se adentra en mi casa, sube hasta mi habitación y nos damos la tarea de arreglar la maleta para nuestra excursión de tres días y dos noches; guardamos todo, desde ropa a maquillaje y por supuesto: mi cámara. La noche pasa rápidamente entre preparativos y pizzas a domicilio. Cuando nos damos cuenta es ya más de media noche así que nos disponemos a dormir, sin olvidar poner un millón de alarmas para estar listas a la hora estipulada.

Mi amiga se despierta con el sonido de la primera alarma. Son exactamente las 5:30 A.M. cuando Lila empieza a correr por toda la habitación buscando poder levantarme de la cama. Una vez que logra su cometido, se mete a la ducha y yo hago mi camino hacia la cocina para poder prepararnos un desayuno que nos llene de energía el día de hoy. Unos minutos después, Lila baja hacia el comedor con una bata de baño cubriendo su cuerpo y una toalla en sus manos para secar su cabello. En la mesa se encuentra con un batido de frutos rojos que está acompañado de pan tostado con aguacate y lo que no podría faltar, una buena taza del mocaccino casero especial de Mili y Lili.

—¿Estás lista? —pregunta Lila mientras engulle una de las rebanadas de pan dispuestas en la mesa.

—¿Para qué?

—Tú sabes. Para aclarar todo. Debes averiguar porque no te quiso besar.

—No es importante, tal vez él y yo estamos hechos para ser solo amigos.

Sin estar convencida de mi respuesta, Lila decide dejar de preguntar y acabar rápido con la comida en la mesa. Cuando el desayuno se acaba, ella se ofrece a limpiar la cocina mientras yo me baño. Sin dudarlo acepto y tomo una ducha rápida. Cuando estoy secando mi cabello, Lila aparece detrás de mí con una secadora y una plancha. Haciendo caso omiso a mis súplicas, usa ambos aparatos en mi cabello dejándolo liso y con apariencia más larga de lo normal. Lo dejo suelto y empiezo a embadurnar protector solar en todo mi cuerpo.

Son las seis y media de la mañana, Lila está desesperada arreglando su rizada melena. Mientras la miro empiezo a recordar cómo nos conocimos. Fue en nuestro primer día de primaria, ví a una chica de cabello hasta los hombros pero rojo como el fuego, ella se estaba acercando a todos diciendo que los iba a quemar si seguían haciendo burla de sus pecas. Ese día supe que íbamos a ser las mejores amigas. Con el tiempo dejó crecer su cabello, se volvió más alta y más bonita, ahora los chicos no hacen burla de sus pecas, sino que hacen fila para poder salir con ella.

Un sonido me distrae de mis recuerdos, es un mensaje. Lila se acerca a mí cuando se percata del sonido y juntas lo leemos, es de Robert, recordándonos que llegará puntual. Mi amiga empieza a maldecirlo mientras retoma su ardua labor por peinar su largo cabello. Me río con cada maldición que lanza.

Conexión. [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora