I, II, III y IV

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I

Siendo mozo Alvargonzález,

dueño de mediana hacienda,

que en otras tierras se dice

bienestar y aquí opulencia,

en la feria de Berlanga

préndose de una doncella,

y la tomó por mujer

al año de conocerla.

Muy ricas las bodas fueron,

y quien las vio las recuerda:

sonadas las tornabodas

que hizo Alvar en su aldea;

hubo gaitas, tamboriles,

flauta, bandurria y vihuela,

fuegos a la valenciana

y danza a la aragonesa.


II

Feliz vivió Alvargonzález

en el amor de su tierra.

Naciéronle tres varones,

que en el campo son riqueza,

y, ya crecidos, los puso,

uno a cultivar la huerta,

otro a cuidar los merinos,

y dio el menor a la iglesia.


III

Mucha sangre de Caín

tiene la gente labriega,

y en el hogar campesino

armó la envidia pelea.

Casáronse los mayores;

tuvo Alvargonzález nueras,

que le trajeron cizaña,

antes que nietos le dieran.

La codicia de los campos

ve tras la muerte la herencia;

no goza de lo que tiene

por ansia de lo que espera.

El menor, que a los latines

prefería las doncellas 

hermosas y no gustaba

de vestir por la cabeza,

colgó la sotana un día

y partió a tierras lejanas.

La madre lloró, y el padre

diole bendición y herencia.


IV

Alvargonzález ya tiene

la adusta frente arrugada;

por la barba la platea

la sombra azul de la cara


Una mañana de otoño

salió solo de su casa;

no llevaba sus lebreles,

agudos canes de caza;

iba triste y pensativo

por la alameda dorada;

anduvo largo camino

y llego a una fuente clara.

Echóse en la tierra, puso

sobre una piedra la manta,

y a la vera de la fuente

durmió al arrullo del agua.

La Tierra de AlvargonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora