Adiós

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Por fin lograste lo que yo siempre deseé para ti, que fueras felíz; solo hay un pequeño detalle, que no soy yo el que está a tu lado. Es ella la que que disfruta todo lo que yo tuve en algún momento, tu compañía, tu risa, tus besos, tu cuerpo... todo eso es para ella. ¿Y yo? ¿Qué tengo yo? ¿Me debo conformar con ser un amigo más? ¿Que ahora nuestra mayor muestra de afecto sea un choque de manos? Cuando yo muero por besarte, hacerte el amor y que tú me lo hagas a mi. No es justo, y lo sabes.
Creo que por el poco amor propio que me queda he decidido volver a Madrid, no quiero volver estar presente cada vez que te vas de viaje y me dejas solo, no tienes idea del daño que me haces por cada foto que se toman, o eso quiero creer.
No estoy dispuesto a ser el segundo para ti, ni para nadie; no sé como pude caer en los "la dejaré, en serio", tengo 28 años y caí ...
Era de noche y Samuel y Guillermo se encontraban viendo una película, cosa que ya no importaba porque ambos se habían dormido. El menor se despertó de pronto por el frío que hacía en la sala, miró hacia un lado y lo vio, como un ángel caído del cielo, se encontraba su amigo apoyado en su hombro, dormido. Estaban tan cerca, unas ganas tremendas de probar esos finos labios estaban apoderándose de él; sin darle más vueltas al asunto unió sus labios con los del moreno... fue una sensación irracional, algo que nunca había sentido con otra persona. Pero hay un pequeño detalle, tiene novia, una que lo ama por sobre todo. Entonces ¿qué hace besando a su amigo? Eso se lo tendría que responder al chico que se despertó con unos labios ajenos sobre los suyos. Guillermo al verlo se separó de inmediato. Hubo un extraño silencio, lo que él se esperaba era un reclamo, mínimo. Vegetta después de unos segundos, sin saber exactamente lo que sucedía se levantó del sofá con intención de irse a su habitación, pero una mano lo detuvo.
-Sam... lo siento, no sé que me ha pasado, de verdad...
-¿Por qué lo hiciste? -preguntó el castaño en voz baja.
-Yo... solo te vi tan cerca mío y...- Sin dejarlo terminar Vegetta habló.
-No puedes besarme y excusarte con semejante estupidez Guillermo. -Dijo con la voz ya quebrada.
-Samuel, creo que me gustas.- Lanzó derrepente el menor.
¿Había oído bien? ¿Su sueño de años se había cumplido?
El se volvió cerca de él, tomó su rostro y le dijo susurrando: Te quiero, te quiero mucho Sam, mucho... -al terminar de hablar se acercó sutilmente a Samuel queriedo besarlo, cosa que el mayor no estaba en pocisión de negar. Fue un beso lento, sin segundas intenciones, corto pero con muchos sentimientos envueltos.
Al separar sus labios -pero uniendo su frentes- Samuel habló.
-¿Estás seguro de esto, Guille? Tú sabes lo que yo siento por ti, no podría soportar que solo estuvieras jugando.
-¡Claro que no! -Exclamó. -Esto es de verdad, no sé cuando, pero empezaste a usar una parte de mi corazón exclusiva de...- En ese momento ambos salieron de su pequeña burbuja, se dieron cuenta de algo que ambos habían ignorado, la novia.
-Ella... ¿no? -Guillermo solo asintió apenado.
-La dejaré -dijo el pelinegro.
-¿Lo jurás? -Dijo el castaño, inocente, después de unos segundos.
-Lo juro- dijo el menor sonriendo ¿Confirmamos?
-Confirmamos. -Contestó el moreno aún más contesto.
Por supuesto que nada de esto sucedió, Guillermo nunca terminó con Cristina. Por un año él y su compañero mantuvieron una relación a base de mucho amor y cariño, pero también de promesas jamás cumplidas.

Te deseo lo mejor en tu nueva vida en NY, ¿creiste que no me enteraría? deberías saber que las noticias vuelan rápido.
Solo no me llames y cuídate.
Adiós, Guille.

Samuel de Luque.

Adiós| One-Shot WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora