12. Encuentros Oportunos

2.4K 205 59
                                    


Marinette se quedó toda la noche sentada en el filo de la popa, con las piernas colgando al aire. El frío no era tan intenso aquella noche, y le daba por igual si una sirena lograba saltar tan alto para matarla ahogándola.

Sus ojos estaban rojos para el día siguiente, y los bostezos no se hicieron esperar, pero sacó dos ventajas de su decisión.

La primera, que tuvo al cielo estrellado toda la noche para observar, y tratar de formar todas esas constelaciones de las que los astrónomos hablaban. La segunda, fue ver el amanecer.

En el inicio, una aurora pintó el cielo, volviéndolo un espectáculo de colores maravillosos a sus ojos, algo que todo humano debería de ver alguna vez en su vida. Y luego, los primeros rayos del sol anuciaron su aparición, reflejando la luz en el agua del mar.

Marinette cerró los ojos, y comenzó a tararear. Le encantaría mostrarle todo aquello a Fu. Era una inefable experiencia que guardaría en su mente hasta el fin de sus días.

****

Adrien se levantó con mucho sueño, pero la determinación de irse de la Voz del Mar lo hizo reaccionar cuando se quedaba dormido mientras se ponía los zapatos.

"Hora de largarnos" pensó.

Subió las escaleras solo para ver a la azabache trepada en la proa. Tarareaba su canción, y él quiso escucharla. Deseaba volver a escucharla cantar como esa vez que la sorprendió en su cuarto, tenía una voz hermosa, como su apariencia de diosa. Se preguntó si alguna vez fue cortejada por alguno de los parisinos.

Porque era imposible que ella hubiera vivido allí sin ser admirada por algún chico. Aclaró su garganta y su pelo.

- ¿Ahora duermes ahí o qué?- le preguntó casi gritando para que lo escuchara. Marinette se giró a mirarlo, y devolvió la vista al mar.

- Talvez- respondió encogiéndose de hombros. Adrien hizo una mueca, claramente no se había ido la tensión de la pelea del día anterior. No la culpaba, al irse a su camarote había comprendido que se había pasado un poco de la raya.

Con toda la vergüenza del mundo, dió un paso hacia donde ella estaba, por el contrario, estaba un poco inseguro.

- Escucha, lamento tratarte de esa manera, ¿está bien? No fue lo correcto. ¿Escuchaste?- para él, la peor humillación del mundo, disculparse.

- No te preocupes- le contestó. Adrien pasó una mano por su cara. La disculpa no fue la mejor, pero, ¿cómo se suponía que iba a ser? Él nunca se había disculpado con nadie. Una idea surcó su mente.

- Aún suenas algo resentida- mencionó sonriendo de lado a lado. Marinette se volteó a mirarlo extrañada por la repentina sonrisa.

- No lo estoy, pero intento consolarme diciendo que viniendo de ti, una disculpa no es tan sincera- Adrien se llevó una mano al pecho.

- ¡Meowch! Eso en serio que me ha ofendido- se quejó. La peliazul rió ante su actuación.

- ¿Qué fue eso?- preguntó. - Esa es la peor cosa en relación a un gato que puedas hacer-

Entonces, Adrien la jaló para que no cayera al agua y le inició a hacer cosquillas. Su madre siempre se lo hacía cuando él estaba deprimido.

Marinette abrió grande los ojos y comenzó a reír y patalear para que la soltara. Su cara se puso roja.

- ¡Basta! ¡Estás perdonado!- gritó entre risas. - ¡Por favor!-

Navío al Rumbo /ADRINETTE/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora