Un gran día para el mal;
Cuándo por fin al bien pudo derrotar.
Es motivo para aplaudir de pie;
Pues hace un milenio la última vez.
El domo maléfico se alzó en un infierno;
Adentro glorificaban este nuevo tiempo.
Un vencedor alzába a toda la nación;
Sin hacer apunte a su gran dolor.
Para la maldad eran concebidos;
Desde que los muertos cambiaron a vivos.
Energía demoníaca se sentía en las sombras.
Ahí matar no era una deshonra.
Gritos infernales se oían desde el alba;
Esperando a su reina que aún en su alcoba estaba.
Ésta indiferente a sus seguidores;
En burbujas disfrutaba de olores.
Cuando afuera todas las gargantas ya ardían;
Y el gran reloj su curso seguía.
El desespero de su sangriento pueblo;
Comenzó a cobrar el merecido precio.
En unísono todos pidieron que la monarca apareciera;
Pero solo se hacia presente su ausencia.
Entonces todos los demonios enloquecidos;
A tumbos y vítores destrozaron las puertas del castillo.
Sedientos de dolor en una marcha se movieron;
Por que el mal ni aunque celebre puede ser benévolo.
No dudaron ni un momento de su intención;
Pues estaban ahí para causar pavor.
La monarca que segundos antes se vestía
Ahora al verlos entrar, una mórbida sonrisa se le hacía;
Y uno a uno la rebelión se apagó;
Pues la reina en vestido de seda sus cuellos destrozó.
Es que en el mal no existen de moral reglas
Bajo cualquier contexto el mal, mal se queda.
En los ojos del demonio se vera la ansia de sangre
Por más que huyas terminara por atraparte.