El bosque prohibido

Capítulo uno (1/32)

    Le dio un abrazo a su padre Patricio y a su madrastra Karen, y entró al bus de viaje, se apuró para verlos a través de la ventana despedirse de él. Ambos le sonreían y le hacían gestos de despedida. Segundos después el bus comenzó a moverse. Karen y Patricio se abrazaron mirándolo nerviosos, pero no eran muy notorios sus nervios. Cuando Matt (Martino) dejó de verlos se acomodó en su silla y se puso a pensar en el largo camino que le esperaba, ya que no llegaría al pueblo de su tía Sara, hasta el día siguiente.

   Matt Arriagada se despertó en medio de la noche nervioso, había soñado que el bus se iba a voltear. Pasó justo cuando se soltó la cabeza, eso hizo que la sensación de caída fuera real. Miró su reloj y no pudo ver nada, tomó su celular para alumbrar el reloj, y vio la hora en el celular. Vio que eran poco más de las tres de la mañana, y junto a él un total desconocido roncando.

   Miró por la ventana y vio muy poco, él recordó las historias de fantasmas que en algunos momentos le solían contar, le dio miedo ver en la obscuridad, porque en verdad, veía muy poco, se calmó al pensar en que los fantasmas no existen, pero el corazón le seguía latiendo más rápido de lo normal. Cerró los ojos y trató dormir, pero el latido veloz de su corazón no lo dejó dormir, en todo caso, ese latido rápido era lo único que oía, además de las ruedas del bus. Empezó a relajarse, para evitar ese latido. Se quedó dormido sin notarlo.

   El brillo del sol apareció en su cara y se despertó, vio su reloj y eran las ocho de la mañana.

   Después de mucho viajar y rogarle al reloj que fuera más rápido, llegó a su destino, llegó a La Capital Regional, después de horas habías llegado, se bajó, y abajo estaba lleno de personas, Matt no vio a nadie conocido, veinte o quizás solo dos minutos después, seguía buscando a su tía, la verdad nunca supo cuánto tiempo fue, ya que justo ese día hacía calor, un calor poco común tan al sur de Chile, sudó y perdía la paciencia, hasta que la gente comenzó a irse, él, con el pasaje de equipaje en la mano se subió en una silla de la estación de buses para ver si veía a su tía, de pronto, el calor se empezó a perder, y llegó el frío, ese frío característico del sur de Chile, Dejó el boleto del equipaje en el bolsillo de su pantalón para abrigarse los brazos con las manos, pero al dejarlo en el bolsillo, lo dejó mal y se le voló, sin ese boleto no podía recoger su equipaje, el cual había olvidado retirar. Corrió tras el boleto, y como había unas diez o veinte personas, a diferencia de las setenta de antes; se le fue más fácil encontrar ese importantísimo papelito. Ese fue un problema, no el que se le volara el boleto, porque lo atrapó inmediatamente, el verdadero problema fue que miró y el bus no estaba, eso significaba que se había ido con su maleta con ropa. Tomó su celular para llamar a su padre Patricio, pero no tenía saldo, se sentó en el suelo pensando: Perdí mi maleta la primera vez que viajo solo. Lo repetía una y otra vez, y de vez en cuando en voz alta decía: la perdí, se paró y se le ocurrió apretar el botón de llamada del celular repetidas veces, así, a su padre le llegaría un mensaje de: "ESTE NÚMERO ESTÁ TRATANDO DE COMUNICARSE CONTIGO". Caminó y vio otro bus, se le ocurrió buscar el suyo y  su maleta. La única pista que tenía era que recordaba era que en la puerta no había nada puesto, a diferencia de todos los otros buses que había visto. Se puso a buscar. Él sabía que los buses iban y volvían, esta era la última parada del sur. Desde ahí volvería a su ciudad natal. No podía quedarse ahí solo, mientras sus cosas se perdían en Quién-Sabe-Dónde. De pronto vio su bus, lo vio... como se iba...

   Perdió el bus y consigo las maletas, se fue adonde se había bajado y se sentó, nervioso, casi al borde de llorar. Una mano fría y con anillos le tocó el brazo y oyó que le decían su típico apodo

     ― ¿Matt?

Matt miró hacia el dueño de esa mano, con la esperanza de que fuera su tía Sara, ya que sabía su apodo, y porque su tía solía usar mínimo dos anillos por mano. Miró, y vio a un hombre joven de menos de 27 años. Matt se paró y se relajó lo más rápido que pudo e hizo como si nada pasara