I gotta find you

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Aquel día había adquirido un tono grisáceo, parecido al de mis ojos, y se desahogaba en forma de lluvia, así como yo lo hacía con lágrimas.

Aquel hermoso y poco concurrido parque era mi escondite, mi lugar favorito para llorar sin que nadie me viera y los que me vieran no me conocieran.

Lloraba sin ganas de detenerme: mi primera desilusión amorosa.

<<Estabas enamorada de esas historias de amor -me había dicho mi hermano en una llamada telefónica después de notar mi desaparición-, no de él. Solo necesitas un poco de tiempo para pensar y olvidar ese mal sabor de boca>>

Hasta ahora me doy cuenta de que, como siempre, ese tonto insensible al que quiero con todo mi corazón, tenía mucha razón. Pero aquel día me decidí por desahogarme y llorar el trago amargo que pasé.

¿Qué mejor lugar que aquel parque? Hermoso aunque poco visitado a causa del mal estado de las calles. Me senté bajo el roble en el que, un día después de la escuela, había tallado mi nombre y flexioné mis rodillas para abrazarlas contra mi pecho. Hundí mi rostro en ellas y dejé que las lágrimas lo mojaran así como la lluvia hacía con todo mi cuerpo.

Pasaron varios minutos y la lluvia no cedía, aumentando así mi triste estado anímico. El frio no era especialmente congelante pero una presencia sumamente calidad, y agradable, me hizo dejar de sentirlo al sentarse junto a mí. Levanté la cara para ver al intruso: un par de hermosos ojos marrones y una maravillosa sonrisa recibieron mi mirada.
<<La sonrisa de un ángel>> había pensado en ese momento.

-¿Te encuentras bien? -preguntó y mi loca teoría de que era un ángel pudo ser confirmada por el tono tan bello y profundo de su voz

Aún no me sentía segura de mantener la firmeza con la cual hablaba normalmente, cualquier intento de hablar y se me quebraría: no respondí.

Internamente le agradecí su preocupación o curiosidad, fuese lo que fuese había sido un gesto amable el haberse sentado junto a mí para saber cómo estaba. El tiempo siguió corriendo y, a pesar de que la lluvia también continuó cayendo, aquel chico no se fue.

-¿Mejor?- volvió a preguntar cuando limpié mis lágrimas, aunque mi rostro siguiera siendo empapado por la lluvia

-S...sí -respondí titubeante ante el último sollozo- Gracias

-¿Puedo preguntar qué tenías? -sonrió. Aparte de lucir más atractivo, al acentuarse sus finas facciones, me inspiró confianza total

-Perdón pero... no te conozco y creo que debería hablar de esto con alguien a quien si conociera

-Mi nombre es Adam, mucho gusto

-Yo soy Luna, el gusto es mío –estreché la mano que me ofreció

-¿Con mi nombre es suficiente para ya no ser un  extraño?

No pude evitar reírme porque tecnicamente ya no era un completo extraño, mínimo sabía su nombre. ¿Que perdía? El daño otro lo había causado y hablar del tema no me sentaría nada mal. Además algo en aquel chico me transmitió genuina confianza; como si lo conociera de algún modo, o al menos esa fue mi primera impresión, y una impresión muy cierta.

Tiempo después descubrí quien era, pero ese día estaba tan distraída que no supe definir su identidad.

En fin, le conté como encontré a mi ex-novio y ex-mejor amiga en una situación… no apta para menores, por decirlo así. También le hablé del consejo que mi hermano me dio.

-Creo que tiene razón –me dijo-, la desilusión afecta mucho, aunque en parte la culpa es personal por idealizar o querer ver perfección donde no la hay

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