Cicatrización sentimental

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Cuando todo se había calmado, ellos ya estaban fuera del hospital y en un coche hacia algún lugar probablemente donde su familia estuviera para sorprenderla. Por unos momentos estuvo dudando de si preguntarle o no, pero por cada minuto que pasaba ella se volvía más ansiosa.
—Ángel...—Dijo finalmente, decidiéndose por el camino inquisitivo.

Él sonrió. Y ella se sintió confundida. Deteniéndose de su pregunta.
—¿Por qué sonríes?—Le desafió suavemente, trataba de ser ruda como siempre pero por alguna razón no podía. Ya no.
—Nadie me dijo nunca así—Le contestó, ella se avergonzó e iba a pedir disculpas nuevamente cuando él la acalló—Pero me gusta oírlo de ti.

Sus mejillas se sintieron cálidas en torno a sus palabras, por lo que volteó su cabeza mientras murmuraba cosas que ni ella entendía. Pero, a estas alturas había una cosa que sí entendía y esas eran sus tres preguntas siguientes.
—¿Cuál es la historia que nos llevó a conocernos?—Le miró mientras él se detenía, sin quitar su ligera sonrisa.
—Esa es una muy penosa historia, para ti más que para mi.
—Oh, por favor.—Puso los ojos en blanco— He estado en el hospital tanto tiempo que probablemente ya sepas a qué hora mi cuerpo va al baño, cómo me veo en las mañanas, que te digo ángel cada vez que puedo y que casi babeé la primera vez que te vi.

Él se quedó quieto, admirándola y finalmente sonriendo. Antes de que su corazón se detuviera, antes de entrar en una gran mansión a la que no recordaba ni haber llegado, antea de escuchar otra voz y muchos pasos a su alrededor junto con gruñidos de disgusto y quejidos, antes de ver que entre su familia había alguien a quién no reconocía y le dolía ver, antes de eso pensó que podía vivir mucho de esa sonrisa. Que ese chico era un mar de sonrisas a compartir y que a ella le gustaba cada una de ellas.

Pero eso fue antes.

Susurros de la memoria •PAUSADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora