Primeras impresiones

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Garabateo mi nombre en el examen de literatura que tengo delante y lo observo en silencio, está en blanco. Completamente en blanco.

Anoche estuve más de dos horas estudiando y estoy convencida de que sé por lo menos la mitad de las respuestas, pero mi cerebro se bloquea y su interior se vuelve del mismo color que la hoja de papel que tengo en las manos. Las palabras se burlan de mí con sus complicadas formas danzando frente a mis ojos. Poniéndome a prueba, esperando a que me rinda.

Y al final lo hago.

Soy la primera en entregar el examen y también la primera en salir cuando acaba la clase. Respiro hondo, no está todo perdido, aún me quedan las recuperaciones.

Dejo los libros en mi habitación y me encamino al gran comedor. Todos los días la misma rutina: me despierto, desayuno, clase, clase, descanso, clase, clase, descanso, clase, clase, comida, descanso, cena. Los reclusos de una cárcel deben sentirse igual que yo, salvo porque ellos no tienen que soportar dos horas de historia con Mary Jones, la mujer más sosa del mundo. Tampoco tienen que soportar ver a una horda de niños ricos y malcriados a los que sus padres traen aquí para poder marcharse a Nueva York todos los fines de semana.

Yo nunca pedí entrar en "uno de los internados más prestigiosos de Europa", pero cuando tu padre muere asesinado y ningún miembro de tu familia quiere hacerse cargo de ti no estás en posición de poder decidir sobre tu futuro.

-¿Va todo bien? –sonrío a Jack cuando se sienta a mi lado en el comedor.

Es casi la única persona que no detesto ni me detesta en esta cárcel perdida en medio del bosque. Llegó el año pasado con una beca y su sonrisa inocente. Todos lo vimos entrar a la hora de comer como un animalito asustado y perdido buscando alguien con quien sentarse. Tampoco es que tuviera demasiadas opciones: podía haber elegido a Carol y su grupo de secuaces quienes lo hubieran humillado a la primera de cambio o a los cretinos más grandes de este mundo a los que empezó a acercarse. La sonrisa de Jack, dulce y tímida, comparada con la de ellos que parecían hienas me hizo levantarme y evitar que cometiera el que podía ser el peor error de su vida. Me tropecé con él a propósito y vacié mi bandeja encima de su camiseta. Él me miró cabreado, yo le sonreí y ahora es mi mejor amigo.

-Emma, estás empezando a preocuparme. –dice pasándome una mano por delante de la cara.

-Lo siento, estaba distraída. –me disculpo. –¿Qué tal te ha salido el examen?

-Genial. –su cara se ilumina como la de un niño pequeño abriendo un regalo por Navidad. –Puedo ayudarte a estudiar, si quieres.

-No... –empiezo, pero me callo al ver que Andy Fowler, fundador del club de los cretinos se acerca a nuestra mesa seguido por su séquito.

-Jack, ¿contamos contigo para esta noche? –le pregunta la hiena rubia a mi amigo.

Jack asiente con los ojos azules brillando de algo que no sé identificar.

-¿Emma? –Ryan Beaumont, cofundador del club me hace una señal hacia la puerta y murmura la palabra cinco en voz baja. Yo asiento viendo cómo se alejan.

-¿Qué pasa esta noche? –le pregunto a mi amigo que empieza a tartamudear.

-N-nada. –consigue decir.

-¿Qué te han pedido que hagas, Jack? –insisto.

-Nada. –repite subiendo un poco el tono. –¿Por qué te metes en mi vida? Yo no te pregunto lo que haces con Rye en el baño de chicos. –unos cuantos alumnos se giran para mirarnos y yo fulmino a Jack con la mirada.

-¿Tienes algo que echarme en cara? Adelante. –le digo sintiendo mis mejillas arder de rabia.

-Siempre dices que no te caen bien, pero luego te...

-¿Qué hago, Jack? –digo poniéndome en pie. –¿Acostarme con Rye?

-No me importa. –miente.

.....

-Llegas tarde. –dice Rye con una media sonrisa cuando entro en el baño.

-Cállate. –le quito el cigarrillo de la boca y le doy una calda.

-¿Has discutido con Jack? –me pregunta encendiendo otro. Asiento. –¿Piensa que estamos liados?

-Todo el internado lo piensa.

-Entonces les habrás dejado claro que solo lo hacemos los días impares. –le doy un codazo y el empieza a reírse. –Vamos, tampoco es que sea mentira.

-Una vez, Ryan. –le recuerdo. –Nos acostamos solo una vez.

-¿Desde cuándo soy "Ryan"? –finge ofenderse y yo le doy otro codazo, sonriendo un poco esta vez. –Con que el pequeño Jackie está celoso.

-No lo está.

-Claro que sí. He visto como me mira. –me guiña un ojo. –Y cómo te mira a ti.

-¿Así que has estado mirando a Jack últimamente? –ahora es él quien me da el codazo y yo la que estalla en un carcajada.

-Rye –le miro seria. –,¿Qué vais a hacer esta noche?

-¿Por qué? –se acerca un poco más. –¿Quieres que recordemos los viejos tiempos?

-Rye, cuéntamelo. Ahora.

-Brooklyn encontró algo hace una semana. –traga saliva como si le costase hablar. –Algo malo.

-Define malo. –le digo frunciendo el ceño.

-¿Sabes qué? –se levanta de golpe y tira el cigarrillo en uno de los inodoros. –Olvídalo, es una tontería.

-¡Rye! –salgo corriendo tras él, pero una voz grave me detiene.

-¿A qué vienen esas prisas, señorita Parker? –miro al director que se acerca colocándose la chaqueta. –Que esté usted en una situación privilegiada no le da derecho a saltarse las normas.

-Estoy aquí porque mi padre ha muerto, yo no lo llamaría "una situación privilegiada"

-Aun así tengo que castigarte. –su tono es más relajado, se está ablandando. No puedo decir que me caiga mal, se ha portado bien conmigo desde que llegué y accedió a ser mi tutor legal. Es calvo y una fina barba rubia empieza a adueñarse de su rostro. Además, aunque sé que nunca lo admitirá porque "le quita prestigio al colegio" he visto los tatuajes de sus brazos.

-¿Tres? –me quejo poniendo cara de inocente.

-¿Prefieres cuatro? –niego con la cabeza. –Emma... espero no volverte a ver por el baño de chicos. –dice cuando empiezo a marcharme y como esboza una pequeña sonrisa.

(Jack en multimedia)

No confíes en mí (Fanfic Road Trip)Where stories live. Discover now