Prólogo.

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Emilie tuvo que apretar sus muslos cuando lo vio

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Emilie tuvo que apretar sus muslos cuando lo vio. Joder, era hermoso y tan malditamente sexy que provocaba que ella mordiera su labio inferior. Estaba contra su casillero y varios chicos lo estaban rodeando mientras reían. Ella sintió sus bragas humedecerse cuando lo vio sonreír. Un hoyuelo se hacía en una de sus mejillas y sus ojos brillaban mientras reía junto a sus amigos. Era tan caliente cuando sonreía, la hacía desear muchas cosas, hacía que quisiera besar esa sonrisa. Justin Bieber provocaba millones de emociones en Emilie y a ella, oh, a ella le encantaba.

Su corazón palpitó rápido cuando él levantó la mirada y se encontró con la suya. Sintió como su rostro se calentaba de la vergüenza al ver como él la miraba fijamente. Y se sintió enrojecer aún más cuando vio como él no prestaba atención a lo que sus amigos decían mientras la miraba. Ella desvió rápidamente su mirada y con algo de disimulo volvió a retomar su camino, teniendo cuidado de no mirar hacia atrás, de no delatarse más de lo que posiblemente ya lo había hecho.


Estaba viéndolo por segunda vez en todo el día. Observándolo practicar. Ella reprimió un gemido cuando vio como él se sacaba el casco de fútbol y la camiseta de su uniforme, terminando con los implementos que protegían sus hombros. Dios, estaba marcado, y su torso estaba lleno de tatuajes en los lugares correctos, aquellos lugares que ella deseaba recorrer con sus dedos. Emilie cerró los ojos y se hizo una perfecta imagen mental del caliente Quarterback contra ella. Juntos, tocándose. Ella mordió su labio, volviendo a reprimir un gemido y abrió sus ojos con lentitud para volver a contemplar aquella increíble vista.

Su respiración aumentó cuando lo vio atrapar de golpe el balón y reír al escuchar el grito que uno de sus amigos le había lanzado. Justin corrió y lo lanzó con fuerza, haciendo un touchdown perfecto. Emilie sintió sus vellos erizarse y viéndolo por última vez se levantó de las gradas y camino con rapidez fuera del estadio. Respirando con más facilidad mientras caminaba con lentitud por las afueras del campo y volvía al vacío instituto. Ella solía quedarse hasta después de la última hora de clases para ver el entrenamiento de los chicos. Mejor dicho, ella se quedaba para ver a Justin. Siendo lo mayormente cuidadosa de no ser vista ni por él ni por ninguno de los del equipo. Emilie no quería que supiera de ella, no quería que supiera quien era. No cuando estaba a punto de hacer la mayor locura de toda su vida.

Zigzagueó por los desolados corredores y mirando hacia atrás se fijó que nadie la siguiera y siendo muchísimo más cuidadosa mientras caminaba derecho, miró de izquierda a derecha los pasillos que seguía pasando. Asegurándose a que todo estuviera completamente solo. Sonriendo lentamente cuando lo confirmó.

Ella mordió su labio inferior cuando vio el casillero a lo lejos y su corazón retumbó en su pecho con más fuerza. Cuando llegó hasta él, deslizó los dedos por el material y antes de que pudiera arrepentirse, por la ranura deslizó la pequeña nota amarilla que hacía unas cuantas horas atrás había escrito. Ella inhaló con fuerza, mordiendo el interior de su mejilla y mirando el casillero fijamente. Sus manos temblando al pensar cuidadosamente lo que había hecho, sin derecho a arrepentirse. Se separó del casillero y con un paso rápido volvió a seguir la marcha por los corredores, caminando tan rápido que en cada paso que daba su mochila golpeaba su espalda al dar pequeños rebotes, y mientras seguía quitando los arrepentimientos de su cabeza recordó las palabras que había escrito, escrito explícitamente para Justin:

Hey, Bieber.

Me encanta tu arrogante y caliente sonrisa. Te quiero en mi cama, me corrijo, quiero estar jodidamente en tu cama y te quiero a ti en ella, follándome.

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