Haru, el pequeño pez gato.

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En algún arrecife de color turquesa en el mundo, existía Haru.

Haru era un pequeño pez que vivía como los demás peces en el mundo, sólo se dedicaba a nadar y nadar, pero tal parece a este pequeño pez no le gustaba aquella vida que llevaba junto con los de su especie.

Muchas veces intentó salirse un poco de su cardumen pero su mamá lo detuvo todas esas veces.

-¿Por qué sólo tenemos que nadar? –Preguntó el pequeño Haru.


-Porque esta es la vida que nos tocó llevar. –Respondió la madre del pequeño.


Haru nunca estuvo convencido de tal respuesta, por lo que lo único que logró su mamá fue que la curiosidad y la búsqueda de una respuesta de este pequeño pez aumentaran.

Un día Haru pudo salirse un poco de su cardumen sin que su madre se diera cuenta y encontró un extraño y nuevo objeto para él. Era ovalado y tenía a una extraña criatura –un gato- con ojos de color verde, orejas puntiagudas y lleno de pelaje amarillo con rayas naranjas.
Al acercarse más al objeto que lo tenía totalmente asombrado este se abrió. Haru muy asustado nado lo más rápido que pudo y se escondió detrás de la roca más cercana.

Minuto después Haru asomo un poco su pequeña cabeza y en donde estaba aquel extraño retrato ahora había un destello muy brillante, con mucho cuidado él se acercó y descubrió a un pez idéntico a él, este pez hacia los mismos movimiento que el pequeño y así descubrió que en realidad estaba viendo su reflejo.

Su madre muy enojada lo encontró y lo regresó a donde pertenecía, ese momento cambió por completo su pequeña vida de pez, por alguna extraña razón Haru quería parecerse a aquella criatura, así que tomo algunas algas para así recrear su nueva forma. Ahora era todo un pez gato.

No tardaron mucho en burlarse y mirar con rareza los de el cardumen al pequeño pez. Haru no entendía aquella reacción de los demás peces hacia él, estaba furioso y triste.

-¿Acaso no se cansan de ser lo mismo? –Fue lo que gritó Haru al nadar con prisa por aquel disgusto.

Nado con tanta rapidez que no se dio cuenta que llegó casi a las orillas de su arrecife.

De pronto una luz muy resplandeciente parecida a aquel espejo que encontró ese día volvió a llamar la atención de este pez. Haru asomando su cabeza encontró a las afueras del arrecife una criatura idéntica a la de aquel objeto, muy feliz se acercó un poco más pero para su gran sorpresa esta criatura venía con otras 5 más, una era de su tamaño, mientras que las otras cuatro eran un poco más pequeñas y tenían algún rasgo diferente.

No entendía lo que estaba sintiendo en aquel momento pues el pobre pez estaba muy confundido.

-¿Qué tienes mi pequeño y diferente pez? –Recibió con una dulce y cálida voz la mamá de Haru, al ver llegar a esté con una mirada muy vacía y confusa.

-Encontré la razón por la que estos días intente ser diferente, pero este venía con otros muy parecidos a él, creí incluso que esta criatura realmente no existía y es por eso que intente llevarlo a la realidad. –Contestó el decepcionado pez.

La madre muy enternecida se acercó a su pececito.

-Los seres vivos estamos catalogados por especies, cada especie muy diferente a la otra. Pero en esa diferencia siempre existirá una similitud pues aquella especie nunca está sola, todos llevando una forma de vida decretada por quién sabe quién pero con la comodidad de no tener que inventarse una, sólo tiene que formarla y es por eso que no somos nada, absolutamente nada y el día que entiendas que no eres nada. Ese día podrás ser todo. – Fue lo que le dijo la madre a su pequeño pez y enseguida le acomodo nuevamente su capa de gato.

Mariana P. Takarai

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