Capítulo 0: El comienzo

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Hola, me llamo William, aunque me gusta que me llamen Will, llevaba demasiado tiempo metido en ese orfanato, era una cárcel sin verjas, lo único que deseé en todo ese tiempo, era salir de allí.

Aún recuerdo el día que vino la directora del orfanato a mi cuarto, un tanto alarmada, diciendo que había una familia dispuesta a acoger un niño, y yo era el candidato más indicado; me quedé perplejo al escuchar eso, ¿una familia dispuesta a escoger a un chico tan extraño como era yo? Eso era lo único en lo que podía pensar en ese momento, aunque la verdad que me emocioné y estuve un poco ilusionado, pobre de mí, no sabía lo que me esperaba.

Llegué al lugar donde se encontraba la familia, echándoles un primer vistazo, no había nada fuera de lo común, eran padre, madre y una hija pequeña, totalmente normales, al menos por fuera; llegó el momento de las presentaciones, comenzó el padre de la familia:

-Hola, chico, ¿Qué tal vas? Soy Robert, tengo 40 años, soy cirujano y vivimos todos en Chicago, te toca a ti, amor.

-Hola, yo soy Sophia, tengo 32 años y soy profesora en la Universidad de Illinois, enseño matemáticas y poco más... Bueno, ahora que sabes algo de nosotros, te toca a ti, ¿Quién eres?

-Buenas. -dije cortante y seco- Soy William y tengo 15 años, los estudios nunca han sido lo mío -hicieron un gesto de desaprobación- aunque voy aprobando. Lo mío más bien son los deportes, sobretodo el baloncesto, aunque me gusta jugar a cualquiera, la variedad mola.

Estuvimos hablando durante un rato, hasta que llegó el momento de la verdad, debían decidir si me iban a adoptar, o no. Por mi parte, no podía decir que no, ni se me pasaría por la cabeza desperdiciar una oportunidad así, nadie volvería a presentarse aquí, solicitando mi adopción, así que sin duda alguna, para mí era un sí rotundo, eso lo sabía ya la directora del orfanato.

De repente apareció ella por la puerta, y un poco disgustada, dijo lo siguiente:

-Will, siento decirte esto pero... -en este momento noté como el tiempo pasaba más lento que nunca- ¡Han dicho que sí! -jamás había notado tanta satisfacción en mi vida-.

-Pero... si es un sí, ¿a qué venía esa cara de tristeza? -pregunté curioso-.

-Solo era una pequeña broma, idiota -dijo entre carcajadas- Tramitaremos el papeleo lo antes posible y podrás irte con ellos.

Esa misma noche, no pude dormir de la emoción, ¡iba a salir de aquel sitio, por fin! No paraba de pensar en eso, estuve dándole vueltas a ese mismo día hasta las tantas de la madrugada, pero acabé durmiendo a pesar de los nervios.

A la mañana siguiente me levanté y tuve que preguntarle a Carl-uno de mis pocos amigos aquí, y mi compañero de litera- si lo que pasó el día anterior fue verdad, o lo había soñado. A lo que él respondió:

-¿Bromeas? ¿Cómo puedes preguntar eso? Estuviste todo el día repitiendo: "Hugo, no me puedo creer que me vaya por fin de aquí" o "¿Adivina quién se va a largar de aquí de una vez por todas?".

-Vaya, tío... Lo siento, no pretendía ser tan pesado, hablaban mis nervios en mi lugar, comprendo que estés cabreado.

-Al contrario, me alegro de que tengas esa suerte y cumplas tu deseo de irte de aquí, incluso me habría alegrado todavía más si al menos hubieras dejado de decirlo durmiendo, no pude dormir por tu culpa -dijo entre risas-.

-Muchas gracias Hugo, lo único que echaré de menos de esta prisión vas a ser tú, nuestra amistad, nuestros piques al baloncesto y nuestras tonterías, trataré de venir alguna que otra vez a visitarte -dije con los ojos húmedos-.

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2017 ⏰

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