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—¡¿Qué quieres?! —Lucy parecía la mismísima Chloe Moretz en aquel meme del pasillo. Y Natsu, que era todo un graciosillo, al verla así se había echado a reír de tal manera que Lucy le lanzó una plancha de cabello en todos los testículos.

Y tenía buena puntería.

—¿Por qué me has cargado como un neandertal al cuarto de Juvia? —Lucy se obligó a hablar un poquito más calmada sintiéndose un poco culpable porque en ese momento Natsu estuviera hecho un ovillo en el piso calmando el dolor de sus huevos—. ¿Natsu...?

—¡¿Por qué más va a ser?! —Explotó el pelirrosa poniéndose de pie de manera exhausta, como si hubiera hecho una maratón de ejercicio—. Tenemos que hablar.

—De hablar podemos hacerlo hasta por teléfono —dijo Lucy con sarcasmo—. ¿Por qué me has traído acá?

—Lucy...

—No, mira, ¿sabes qué? No quiero hablar contigo ahora —le interrumpió—. Sé que quieres disculparte por lo que pasó en el juego pero estoy un poco alterada por el alcohol, ¡y no necesito que me alteres más!

—Te quiero.

Lucy se quedó congelada a medio camino hacia la puerta al escuchar tal confesión. Eso sí que no se lo esperaba.

—Te he traído aquí porque no quiero que Jellal y Erza nos escuchen —dijo Natsu acercándose lentamente, evaluando cualquier movimiento de la rubia que fuera a ir contra sus testículos—. Y esto es lo que quiero que escuches y entiendas: No acepté el jodido reto no porque yo no quisiera estar contigo, no lo acepté porque me niego a acostarme con la chica que me tiene loco solo porque un puto reto me lo diga y no porque yo me lo haya ganado y los dos estuviésemos dispuesto a ello. Joder, si todavía sigo sorprendido con la idea de que te gusto.

—¿Y quién te dijo que tú me gustas? —soltó Lucy antes de poder detener sus palabras. A pesar de todas las repentinas emociones que se revelaban en su interior, sentía la necesidad de estar a la defensiva.

—Tú —Natsu esbozó una sonrisa—. Tu comportamiento cuando rechacé el reto, las miradas de «la cagaste» que Juvia y Levy me lanzaban, lo borde que te pusiste conmigo, y tu actitud ahora me confirman que estás tan loca por mí como yo lo estoy por ti. ¿Cómo es que no nos dimos cuenta antes?

—Yo..., yo siempre he sabido que tú me gustas. Desde hace mucho...

—Yo también he sido consciente de mis sentimientos, Lucy —su mano áspera se posó en la mejilla de ella provocando que se sintiera más emocionada—. Pero siempre fue extraño, era una necesidad por ti que crecía día a día cuando estábamos juntos y de la nada supe que me gustabas y no sabía qué mierda hacer; éramos mejores amigos, y he visto las publicaciones de Miltoner lo suficiente como para saber que no hay nada que odien más las chicas que la persona que consideren su mejor amigo, al final resulte que en realidad las trate tan especial porque quieren entrar en su vagina. Pero yo no solo quería eso, joder, yo me había enamorado en el proceso y estaba perdido.

De repente Lucy se sentía atrapada en una de esas escenas de libros que ella tanto había leído. Joder, claro que anteriormente uno que otro hombre se le había confesado, pero ni de lejos la sensación de felicidad y agradecimiento era tan enorme como la que estaba sintiendo en esos momentos. ¿Era así como se sentía ser correspondido por la persona que amabas?

«... yo no solo quería eso».

¿Y por qué esas palabras hacían tanto énfasis en su cabeza?

—En fin, que eso de dejar que las cosas fluyan es una mierda —continuó Natsu negando con la cabeza—, no importaba lo que hiciera, cómo me vistiera, cuánto me acercara a ti o cuántas indirectas te lanzara. Me dabas la impresión que nunca te dabas cuenta de nada porque tu comportamiento seguía siendo el mismo. Pensaba que tu forma de tratarme no era más que por una buena amistad, y nunca quise decirte nada por miedo a dañarlo todo.

Plan erótico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora