capitulo 3

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Camila calculó mentalmente: «Ésta debe de ser la casa de Lisette en Bolinas». Lisette le había contado que su casa estaba sobre un acantilado. Camila se ofreció a visitarla cuando se conocieron, pero Lisette nunca había querido y prefería que quedasen en algún café del pueblo. A Camila le parecía bien, porque ya le costaba bastante dar con el pueblo. No vio la casa, porque estaba lloviendo y era de noche. Lisette salió y la acompañó hasta lo que debía de ser un gran zaguán. Observó a Camila y frunció el entrecejo.

-Tienes que ponerte algo caliente y seco. Espera un momento. _ Lauren y Lisette se fueron, y Camila se quedó en medio del zaguán, empapada. Se sentía como una patética piltrafa arrastrada por un gato. Se abrazó para contener los temblores producidos por el frío y el miedo, y empezó a pensar que tal vez se hubiese equivocado. Al fin y al cabo, Lisette era clienta suya y el hecho de que su.. ¿qué sería? su despampanante hija la hubiese ayudado contribuía a agravar la situación y a hacerla más humillante. Camila tenía que solucionar el problema por Lisette. Debía pensar algo. Lisette reapareció con una gran toalla.

-Toma. Quítate los zapatos y la ropa, y envuélvete en esto. Luego, ve a la cocina. Está a la izquierda de la puerta. Voy a acabar de preparar la cena. ¿Te apetecen unos linguini al pesto, pan de ajo y una ensalada muy rica?. Quizá también una copa de buen vino. Algo para calentarnos el estómago y revestir de carne esos escuálidos huesos._ Camila descartó sus pensamientos enseguida.

-Suena demasiado bonito para ser cierto. Vamos allá._ Lisette pulsó un interruptor al salir, y una luz fluorescente iluminó la estancia.

Camila parpadeó varias veces mientras sus ojos se adaptaban y, luego, contempló lo que la rodeaba. Una lavadora, una secadora, un gran fregadero y armarios llenos de objetos domésticos y de jardinería. Se quitó primero los zapatos, que estaban destrozados; después, los vaqueros de diseño, y por último todo lo demás. Se envolvió con la suave y limpia toalla de playa y abrió la puerta que conducía al vestíbulo.

Oyó ruidos, se orientó por ellos y encontró a Lisette en la cocina, poniendo ollas al fuego y sacando comida del frigorífico. Camila se aclaró la garganta ligeramente; se sentía torpe y vulnerable sin su ropa. Lisette la miró y sonrió.

-Muy bien, a ver si te arreglamos. -Comprobó los fuegos, ajustó un quemador e indicó a Camila que la siguiera.

Camila soltó un suspiro de alivio mientras seguía a Lisette. El frío le caló los huesos cuando salieron de la cocina, atravesaron una habitación con una gran chimenea que crepitaba y ardía alegremente, y pasaron a otro vestíbulo. Lisette se detuvo ante la segunda puerta de la izquierda, encendió el interruptor de la pared y se hizo a un lado para que entrase Camila. Las luces suaves creaban un ambiente cálido y acogedor. Una cama de matrimonio con un edredón de plumas ocupaba casi todo el espacio. Camila tenía ganas de saltar y aterrizar en el centro de la cama, hundirse bajo las mantas y dormir dos días seguidos. Lisette le leyó el pensamiento.

-Sé que resulta muy apetecible. Si quieres, puedes ducharte, comer y acostarte. Debes de estar agotada. Hablaremos por la mañana, si te parece bien. Pero no permitiré que te marches. Voy a acabar de preparar la cena. Buscaré ropa para ti mientras te duchas. -A continuación, cerró la puerta y dejó a Camila sola con sus pensamientos. El ofrecimiento de un refugio sin ataduras era ideal para Camila, que reprimió las lágrimas mientras entraba en el baño.

El agua estaba tibia cuando salió de la ducha. Había un secador en el tocador y en el botiquín del lavabo un tubo de pomada antibiótica, que aplicó con delicadeza sobre el labio. Cuando entró en el dormitorio se sentía muy limpia, con la cara y el labio curados. Sobre la cama vio unos gruesos y cálidos pantalones de chándal de color azul marino y una gastada camiseta blanca con las letras M.I.T. La ropa le quedaba un poco ancha, pero era muy suave. Supuso que pertenecía a Lauren Jáuregui. La idea le provocó una sensación de timidez y se puso colorada. ¡Qué raro!.

Primer Impulso (CAMREN) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora