A Camila no le apetecía ir a trabajar al día siguiente, pero ya había perdido casi la semana entera. Los moretones no se notaban y, cuando llegó a la oficina, todo parecía en orden. Tal vez demasiado en orden. Prácticamente nadie la miró a la cara. Unos cuantos empleados (secretarías ejecutivas, repartidores de correo, la recepcionista) hablaban en grupos y la miraron furtivamente cuando se dirigió a su despacho. «Vaya, las noticias vuelan.» ¿Habían oído algo o habían visto que ya no llevaba el anillo de compromiso?
Algunos esbozaron sonrisas irónicas, otros pusieron cara de pena y otros a punto estuvieron de darle la enhorabuena. «¡Oh, caramba!» Cuando Camila se dirigía a la sala de la fotocopiadora pensando en sus compañeros de trabajo, casi tropezó con un rubia bajita y pechugona. Iba a disculparse por su falta de atención, pero se calló, asombrada. Era la mujer con la que Shawn se estaba dando el lote. Ruborizada, la mujer retrocedió, tartamudeando:
—Oh, vaya, disculpe. Iba a hacer unas fotocopias para el señor Marks._ se disculpo la mujer.
—¿Trabaja usted aquí?¿Trabaja aquí de verdad?._ pregunto Camila.
—Yo... soy una contratada temporal de la Agencia Nelson. Sustituyo a Sharon Jones, que está de baja por maternidad.
—Claro, eso lo explica todo, ¿no? —repuso Camila ácidamente—. ¿Cómo se llama?
—Karen... Phillips. Acabo de empezar. Escuche, lo siento. No sabía que Shawn, es decir, el señor Méndez, estaba comprometido. Se lo juro. No me lo comentó. ¡Me siento... fatal!._ Camila suspiró.
—Suponiendo que no mienta usted, el señor Méndez... Shawn le debe una disculpa. Sin embargo, tenga cuidado, porque si es capaz de mentirme a mí también puede mentirle a usted. Y hágame un favor. Aléjese de mí, ¿entendido?._ Karen sonrió con nerviosismo y se inclinó como si quisiese abrazar a Camila, pero se detuvo bruscamente y salió de la habitación. Pasó ante Mary Lyle, la secretaria de Camila, que estaba en la puerta y parecía avergonzada tras haber escuchado la conversación. Mary, muy colorada, miró a todas partes menos a Camila.
—Ahora ya lo sabes —dijo Camila—. ¿Nuestro pequeño espectáculo coincide con los rumores que circulan por ahí?._ Mary se ruborizó aún más.
—Sí, según los rumores sorprendiste al señor Méndez haciendo..., haciéndolo. Lo dejaste y él te pidió que volvieras. ¿Es así?._ Mary, su matronil secretaria, era una ferviente católica dedicada a la Iglesia y a su familia, y Camila no quería ofenderla. «¡Vaya, al diablo!»
—Más o menos. Excepto que lo mandé a tomar por el culo._ Ante eso, el rubor de Mary se acentuó al máximo y sonrió tímidamente.
—¡Ah! ¡Muy bien hecho! —Y prosiguió—: Camila, ¿es cierto que te vas? No creo que pueda aguantar esto sin ti. Demasiados niñatos arrogantes dando órdenes. Por favor, no te vayas. La señora Tuttle lo sentiría muchísimo. No puede cambiar de agencia de valores a los noventa y dos años. Te adora. Como todas tus clientas._ A Camila se le hundieron los hombros. Sabía que Mary tenía razón. Ella las había metido en aquello y, hasta que encontrase la manera de garantizar la seguridad de las inversiones, tenía que seguir adelante.
—No te preocupes. Me quedo, al menos una temporada. Tengo que ver a Shawn esta mañana para buscar la forma de trabajar juntos sin que yo lo mate. A decir verdad, nuestra relación no iba bien, pero no quise afrontar la realidad. Vamos, tenemos que trabajar._ dijo caminando a su oficina.
Dos horas después, Camila cruzó el vestíbulo para dirigirse al despacho de Shawn. Cuando entró vio a Alexa Ferrer, la secretaria ejecutiva de Shawn, jugueteando con una maquinita debajo de la mesa. Camila se aclaró la garganta y Alexa levantó la cabeza y guardó una pequeña cinta digital en un cajón. A Camila nunca le había caído bien Alexa. En realidad. No le caía bien a nadie. Seis meses antes Shawn había sorprendido a todo el mundo presentándose con ella y diciendo que tenía una nueva secretaria ejecutiva. La mujer a la que sustituyó, una joven con dos hijos, fue despedida con dos semanas de indemnización. Alexa era muy reservada y nadie confiaba en ella. No hablaba más que para demostrar a la gente la superioridad de su talento. Unos fríos ojos color marrón estudiaron a Camila y se detuvieron en el rostro. Sin duda, no le pasaron inadvertidos los golpes que Camila había sufrido a manos de su atacante. Alexa no comentó nada sobre el aspecto de Camila.
—Puede pasar, señorita Cabello._ De pronto, Camila se dio cuenta de que Alexa acababa de subrayar, con muy poco tacto, su nuevo estatus de persona sin compromiso. Era una solterona y una empleada más. Camila pasó por delante de Alexa sin mirarla y cerró la puerta tras entrar en el despacho. Shawn acababa de colgar el teléfono.
—¡Camila! ¿Cómo estás?._pregunto Shawn.
—¿No te parece un poco tarde para hacer esa pregunta? Me encuentro mejor ahora que en el restaurante, Shawn. Pero entonces estabas demasiado borracho para darte cuenta.._ le dijo con resentimiento.
—Ya me he disculpado por eso, Camila. No deberíamos darle más vueltas. —Shawn tamborileó con los dedos sobre la mesa con gesto impaciente, lo cual indicaba que quería zanjar la cuestión. A Camila no le sorprendió.
—Sí, dejémoslo. ¿Qué quieres de mí, Shawn? ¿Qué te perdone? ¿Sigues con la idea de casarte conmigo? ¿Qué?._ Shawn dulcificó el tono de voz, pero Camila no vio afecto en sus ojos.
—Camila, hacemos buena pareja, y tus padres me adoran. Cometí un error, eso es todo. Además, soy libre de hacer lo que quiera. Aún no estamos casados._ A Camila le dolió el comentario sobre sus padres. Shawn tenía razón: creían que era el hombre perfecto.
—Entonces, ¿mantienes la idea de que nos casemos o te interesan más mis clientas, Shawn? ¿Quién se encargará de las ancianas que tienen casi la mitad de tus fondos, si yo me marcho? ¿Lo harías tú? ¿Tal vez alguien de tu comité?._ Shawn endureció el tono.
—Camila, sin duda te echarían de menos. Pero eso ya lo hemos descartado. Procura tenerlas contentas y yo me ocuparé de las inversiones. No me importa en qué universidad te licenciaste; eres una novata. El comité y yo haremos lo mejor para tus dientas y para ti._ Aquello fue demasiado. A Camila se le subieron los colores.
—¡Eres igual que mi padre! ¡Igual que mis padres! Te parece una pérdida de tiempo que una chica como yo estudie una carrera, cuando lo único que necesito es encontrar a un tipo rico que me cuide, criar a sus hijos, recibir a sus clientes e incluso permitir que alguno me tire los tejos. Así te convertirías en un gran hombre, ¿no?._ Una vena azul empezó a latir en la frente de Shawn. —Shawn, no soy una niña. Soy una mujer. Una mujer inteligente y muy preparada. Dejemos las cosas claras. Tú y yo hemos terminado. Eres libre de tirarte a quien te apetezca y de esnifar toda la mierda que quieras. Me quedo por mis clientas, porque soy responsable de ellas. ¿Está claro?.—Camila temía que le diese un ataque de hiperventilación. El bronceado rostro de Shawn adoptó un tono más oscuro durante la diatriba de Camila. Extendió las manos sobre la mesa y dijo, en tono desabrido:
—Clarísimo. En realidad, me robabas demasiado espacio. Procura tener a tus clientas contentas mientras yo las enriquezco aún más. Luego eres libre de irte y llevarte a tus maravillosos papás contigo._ Camila le lanzó una mirada fulminante antes de salir airadamente del despacho, dejando la puerta abierta. Percibió una sonrisa en la cara de Alexa y reprimió el deseo de gritarle. Ya en su despacho, rebuscó en el bolso la agenda electrónica y consultó el número de Lisette.
—¿Lisette? Hola, soy Camila. No, no, me encuentro bien. Acabo de estar con Shawn y fue... Escucha, ¿sigue en pie el ofrecimiento de pasar el fin de semana contigo? Tengo que salir de la ciudad, pero no quiero que te sientas obligada._ dijo Camila.
—¡Estupendo! —Exclamó Lisette—. Oye, Lauren pasará por la ciudad antes de venir aquí esta noche. ¿Quieres que te traiga?._ Camila soltó un suspiro de alivio.
—Eso sería genial. ¿A qué hora? Creo que conoce mi dirección. La esperaré._ Tras colgar, Camila se derrumbó en el sillón y se dio la vuelta hasta quedar frente a la ventana.
Estaba disgustada por la conversación que había mantenido con Shawn, pero, al mismo tiempo, sentía una enorme alegría ante la perspectiva de pasar el fin de semana con Lisette. En realidad, lo que la alegraba era que Lauren la llevase en su coche y estar también con ella durante el fin de semana. Notó que le ardían las mejillas al pensarlo y se sintió confusa ante semejante reacción.
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Primer Impulso (CAMREN) Adaptación
FanficCuando un fraude de fondos de alto riesgo deriva en asesinato, una mujer teme por su vida mientras otra arriesga su corazón para protegerla. Camila Cabello es una joven espabilada y con muy buenas perspectivas profesionales que trabaja en una presti...