capitulo 9

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A la mañana siguiente, Camila, que contemplaba el océano sentada en las escaleras de atrás con una taza de café en la mano, decidió que había llegado la hora de afrontar la realidad. El aire era frío y vigorizante. Odiaba la idea de regresar a su apartamento y a los posibles horrores que en él pudiese encontrar. Tenía que mudarse de casa, porque allí no se sentía segura y le daba miedo abrir la puerta. Murmuró para sí, procurando prepararse para el momento:

Camila, enfréntate a las cosas. Coge el periódico del domingo y empieza a buscar... Bonita forma de pasar el día. No puedes depender de la amabilidad de estas personas para siempre. Son una familia, y tú debes cuidar de ti misma. —Parecía su madre. «Genial.» Lauren apareció de pronto, como caída del cielo, y se sentó junto a ella con una jarra de café recién hecho y una taza humeante. Camila se sobresaltó ligeramente, pero sonrió al verla. Lauren le llenó la taza, mientras ella permanecía en silencio.

Estás muy habladora —comentó Lauren en broma. Camila se avergonzó y, a continuación, se enfadó.

Escucha, estoy intentando armarme de valor para volver a mi casa. Seguramente para ti todo es muy fácil, señorita cinturón negro, pero yo nunca me había visto en una situación semejante. Así que déjalo ya._ Lauren estaba atónita. Se puso colorada y contempló su café; luego dijo en voz baja:

Lo siento._ Camila dejó la taza en el suelo y se arrebujó. Para cambiar de tema, preguntó:

—¿Hay un camino para bajar hasta aquella playa? —Señaló un extremo de la finca y un corte en el verde de la hierba y los arbustos. Lauren miró en la dirección que señalaba Camila y asintió.

Sí. Es bastante empinado, pero yo bajo con los ojos cerrados. —Se apresuró a precisar—: En la oscuridad, naturalmente. Un verano me hice el firme propósito de conocer hasta el último recoveco de este lugar. Así empecé a nadar en mar abierto._ Camila no dijo nada. Quería saber más. Lauren torció la boca como si estuviese crispada, pero continuó:—Cuando nadas en mar abierto, vas más allá de las olas y la resaca, y luego nadas en línea paralela a la costa. No te puedes poner traje de neopreno porque parecerías una foca, y a los tiburones les encanta merendarse a las focas. Es un ejercicio estupendo, y te da una nueva perspectiva ver este lugar desde el océano. A veces buceaba, a más o menos profundidad._ Camila estaba intrigada.

—¿Tus amigos también lo hacían?_ Lauren desvió la vista y se centró en algo que había en el jardín.—¿Lauren?

Mis amigas eran Lisette y Marina. No había muchos niños por aquí y, además, tenía mucho que hacer.

Descubrir todos los recovecos.

Sí. Creo que el desayuno está listo. Voy a ayudar a tía Lisette._ Camila se dio cuenta de que había pinchado a Lauren y se sintió fatal.

Lauren, siéntate, por favor. Lisette nos llamará cuando nos necesite. —Lauren dudó, pero Camila añadió—: Por favor._ Finalmente se sentó, aunque manteniendo la distancia con Camila. Por primera vez Camila se fijó en que Lauren tenía el pelo mojado. Seguramente habría estado nadando aquella mañana. Se la imaginó en bañador y enseguida borró la imagen de su mente, pero empezó a hablar sin contenerse:—Tu pelo. Fue eso lo que has hecho esta mañana. Ya me extrañaba. —Cambiando de tono, añadió—: Quiero decir que me di cuenta de que no estabas en la casa y de que el Audi seguía ahí, y, y... —Se dedicó a contemplar su café con gran interés y a disimular el rubor que amenazaba con cubrirle el rostro.

Estuve a punto de llamarte antes de ir —declaró Lauren— por si querías acompañarme, pero me pareció que te venía bien descansar._ Camila sonrió, contenta de que Lauren le ofreciese la pipa de la paz, cosa que seguramente no le resultaba nada fácil.

Primer Impulso (CAMREN) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora