capitulo 10

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¡Qué bien lo había pasado la noche anterior!. Camila se reclinó en el sillón de su despacho y se desperezó mientras bostezaba. No le importaba el agotamiento; la emoción le había proporcionado energía de sobra. Y hoy el traje nuevo y, sobre todo, los pendientes que lucía habían merecido muchos piropos por parte de sus compañeros.

***
Horas atrás

Lauren llamó a la puerta del dormitorio muy temprano, cuando Camila acababa de ducharse. Tenía el pelo aún revuelto de dormir y llevaba el chándal, seguramente para ir a nadar a la playa. Preciosa. Aunque sus ojos transmitieron un cálido saludo, enseguida fue al grano:

Tengo algunas cosas para ti. —Entregó a Camila un finísimo teléfono móvil, como el que la propia Lauren había utilizado en el restaurante el día anterior—. Tus teléfonos, incluido el móvil, están pinchados. Éste queda fuera de su alcance. Si intentan escuchar, sólo oirán voces distorsionadas. Aprieta este botón y me localizarás en cualquier lugar. Este otro es para hablar con Lisette. Puedo programar otros números más tarde. No es sólo para casos de urgencia ni para ponerte en contacto conmigo. Utilízalo para llamadas personales o para aquéllas en las que puedas dar pistas sobre lo que estamos haciendo. Procura que nadie te vea usarlo, pero no manifiestes preocupación si te ven._ A continuación, sacó un disco del bolsillo con gesto dudoso. —¿Estás segura de que quieres hacerlo? Puede ser peligroso. Muy peligroso._ Camila dedicó un momento a analizar sus opciones y se recordó a sí misma que ya se había comprometido, así que, antes de amilanarse, dijo:

Completamente segura._ Lauren le entregó el disco.

Cuando estés sola, instálalo en el disco duro de tu ordenador de la oficina. Luego tráelo, no lo guardes en un cajón. Tal vez hagan registros periódicamente. Con eso podré introducirme en la red, identificar a quiénes mueven los hilos y descubrir qué están haciendo para ver la participación de otras personas en tu empresa. De momento, supongamos que todos están en el ajo._ Camila se sentía un poco desbordada, pero al mismo tiempo le hacía ilusión participar en la solución de aquel embrollo. Lauren seguía ante ella con aire apocado, moviéndose sin parar, hasta que se armó de valor y la miró a los ojos:—Ten cuidado, Camila. No conozco a tu ex, pero los que están metidos en la operación son profesionales y van en serio. No te arriesgues. Ah, otra cosa más. —Le entregó la cajita de Tiffany's—. Toma, son para ti._ Camila abrió la caja y vio los pendientes que Lauren había comprado el día anterior.

—¡Oh, Lauren, son tuyos! No podría...

Hacen juego con tu nuevo traje. Póntelos hasta que todo vuelva a la normalidad. Te protegerán._ Camila iba a reírse ante el último comentario, pensando que se trataba de un chiste, pero la expresión de Lauren se lo impidió.

—¿Por qué me protegerán?_ Lauren se puso colorada.

Porque te los he dado yo. —Camila enmudeció. El corazón se le desbocó y se quedó sin aliento. ¿Qué significaba aquello? Tras unos instantes, Camila reaccionó:

—¿Cuándo regresas a Washington? —No sabía por qué, pero disfrutaba de cada segundo que pasaba con Lauren.

Lauren contempló la caja de los pendientes.

Seguiré aquí unos días. Tengo una reunión y puedo trabajar desde el despacho de Lisette, y con Marina y todo lo demás...

presente

***

Camila estaba recordando lo mucho que le había costado no abrazar a Lauren y dedicarle, en cambio, una ridícula sonrisa, cuando su secretaria Mary la arrancó de su ensimismamiento al anunciarle una visita. Camila consultó su agenda de trabajo y vio que no tenía ninguna cita prevista para las once y media. Estaba a punto de pedirle a Mary que despidiese al visitante cuando llamaron a la puerta. Se levantó, decidida a decirle a aquel idiota sin educación que se fuera, pero se encontró con su mejor amigo, Harry Styles, que le sonreía a dos metros escasos de distancia.

Primer Impulso (CAMREN) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora