Parte única.

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Kim Jong In tenía dieciséis años cuando conoció a Do Kyung Soo de quince años. Estaban ambos en diferentes cursos y niveles; mientras Kyungsoo era un mojigato que tenía un futuro asegurado por sus estrictos padres, Jongin era un alma libre que hacía y decía lo que deseaba sin ningún adulto que lo detuviese. La única conexión entre ellos era Hwasoo, el hermano mayor de Kyungsoo y, a la vez, mejor amigo de Jongin.

Podría decirse, en palabras sencillas, que la primera impresión que estos dos chicos tuvieron al verse fue una buena. Una muy buena primera impresión. Jongin había quedado encantado con la dulzura que el rostro de Kyungsoo transmitía y Kyungsoo había quedado embobado por la encantadora sonrisa que Jongin le brindó aquella tarde.

Comenzaron a hablar, se sonrieron en las horas libres del instituto, salieron a tomar un helado o dar un paseo más de una vez luego del ciclo escolar, tuvieron juntos sus primeras veces en todos los sentidos posibles. Pero todo aquello siempre en secreto, a espaldas de los demás, de los padres de Kyungsoo, principalmente. Porque los padres de Kyungsoo eran el único problema, el único detonante de la bomba, la única dificultad para estar juntos.

Si sus padres decían que no, era un no definitivo.

{X} – {O} – {X} – {O} – {X} – {O} – {X}

Una sonrisa inocente tiembla en sus enrojecidos labios y su brazo se estira en dirección al cielo, queriendo de aquella manera acariciar una estrella y sentir su contextura. Es, en palabras sencillas y no tan re-buscadas, la imagen más hermosa que Kyungsoo tiene ante sus ojos.

— ¿Te gusta la vista? —a su lado, Jongin le pregunta demasiado cerca, su aliento fresco chocando contra su lóbulo y enviando ondas eléctricas por todo su sistema nervioso. Su corazón parece acelerarse y sus mejillas no tardan en teñirse de un cálido color carmesí por la sangre invadiendo.

Kyungsoo es incapaz de explicarse a sí mismo el por qué Jongin lo hace sentir siempre de la misma manera; cada día más enamorado de él que el anterior, cada día más vivo, cada día más alegre y positivo. Cada día más lleno de expectativas y sueños por cumplir en un cercano futuro junto a Jongin, sin duda alguna.

Jongin había llegado a su vida por caprichos del destino y en tan poco tiempo se convirtió en la persona más importante que jamás creyó tener.

No iba a mentirse; está perdidamente enamorado del chico de sonrisa angelical y no entiende cómo logró sobrevivir esos momentos en los que Jongin no estuvo a su lado.

—Me encanta la vista, es muy agradable.

—Como tu presencia.

—Oh, cállate. —Kyungsoo se estira en su lugar y golpea el hombro de Jongin, riendo tontamente por el bochorno que se apodera de él. Ambos están en la terraza de los padres de Kyungsoo, las estrellas ante sus ojos, esperando el comienzo de los fuegos artificiales por el año nuevo. Uno al lado del otro, tienen sus manos bien agarradas, mientras el pulgar de Jongin hace formas abstractas en la palma de la mano de Kyungsoo, quién sólo se deleita por ese simple contacto—. Hey... ¿viste los capítulos finales? —pregunta repentinamente Kyungsoo, llamando la atención de Jongin que pasa su mirada de la enorme y brillante estrella a los ojos de su amado, que son exactamente iguales a la estrella que segundos atrás observaba.

—Sí, y creo que quiero cometer un homicidio en primer grado a tu persona por hacerme ver esa serie que está destruyéndome. —dice Jongin con el rostro serio, lo más serio que puede para burlarse de Kyungsoo, pero éste se mofa en su rostro. Al ver que el gesto de Jongin cambia a uno ofendido por la notoria burla, Kyungsoo pucherea y pasa sus brazos por el estómago del otro, maniobrando su cuerpo para que quedase pegado al de Jongin y así también pueda estar abrazado correctamente. Apoya su cabeza en el pecho cálido de su novio secreto y cierra los ojos; su nariz olfatea el adictivo olor a frutilla que desprende el cuerpo de Jongin y una sonrisa se extiende en su rostro.

Chasing Cars. [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora