flame of love

Caminaba entre pequeños arbustos y hermosas flores sin rumbo alguno. Los diminutos pétalos formaban una hermosa melodía junto al viento, como si fueran destinados a complementarse.

Pero tú, tú mi solitaria flor, parecías no querer formar melodías ni sonreír como el sol de mi primavera. Me sedujiste con tus apetecibles pétalos, una tristeza que brillaba en todo su esplendor. La oscuridad de tu mirada y la calidez de tu soledad me atraparon. Me sometí a ti, aún con temblor en mis manos, caminando sin mirar atrás.

Comencé a pasar cada día junto a ti. Me esperabas a la distancia, venías por mí, para llevarme a donde sea que el mañana nos quisiera llevar. Observando abrazados nuestros sueños volar con libertad. Pero yo, sumergido en ti, encontraba sueños en tu cuerpo y en cada inocente pétalo que me impregnaba a tu sabor. Me escondías tras nuestra llama ardiente de amor, impidiéndome observar aquel hermoso jardín de flores que brillaban llenas de sueños y finales felices.

En una luna de verano, tus brazos no me sostuvieron más, tu soledad no estaba presente y sólo estaba yo. Un horrible ser que carecía de soledad y tristeza, de esplendor y calidez, sumergido al infierno que habíamos construido con nuestras llamas ardientes de amor.

Llama de amor, rojo ardiente. Tú eres la causa de esta miserable agonía. La mirada de una flor solitaria había quedado impregnada en mi alma, convirtiéndose en un recuerdo.

¿Cómo continuar cuando todas las cosas hermosas como tú desaparecen?

La mañana con la luna desvaneciéndose, el jardín de sueños había desaparecido. Sólo permanecía esperando bajo la nubla con lágrimas, lágrimas que intentaban atesorar los días de felicidad.

Pero tú, tú mi solitaria flor, volabas ahora junto a las piezas del amor. Abrazabas el corazón de otro hombre mientras él creaba sueños en ti. Aunque todo producía dulces armonías, yo me encontraba en agonía pensando en tus pétalos.

Estaba cautivado al amor, cautivado por el hermoso infierno que habíamos construido. Esperaba que el amor brillara sobre ti tiernamente algún día, que tus sueños y compañía se encontrarán en mí.

Hasta entonces, mantendría encendida la llama de nuestro amor.