Los domingos son especiales, son familiares.
Es casi una costumbre en la mañana del domingo dar un breve paseo por la feria del barrio. Y ahí estaba con mi hija, más con la excusa de caminar, conversar, pasear. Aunque los mandados para el almuerzo tenían que hacerse.
Mientras esperabamos en la fila para pagar sonó el teléfono, y pensé que se había olvidado mi esposa de algo más para comprar, pero su voz apenas se escuchaba, estaba apagada. Me preguntó si demoraríamos y le dije que no... la respuesta fue breve... - es la tía!.
Son esos momentos que la mente tiene la capacidad de volar de forma increíble. Si bien tías hay varias, sabia que se trataba de la tía Martha. Desde hacía tiempo estaba sufriendo de un problema cardíaco. Ya se habia hecho un estudio y le había dado bien.. estaba aprobado para que se operara, pero era una operación delicada y la tía ya estaba en los 83 años. Uno de sus médicos fue claro y le dijo... "es posible hacer la operación, pero debes entender que la anestesia, la presión, tantas cosas pueden ocasionar problemas".
Miré a mi hija y se dió cuenta en el momento que había pasado, lo que nadie quería que sucediera, pero era una de las probabilidades.
Pagamos, cargamos los alimentos para el almuerzo que no se hizo y volvimos caminando sin apuro a casa.. es que... ya no habia apuro.
Me sorprendió ver a mi esposa bastante tranquila... es que la tía Martha era su Tía, la Tía. Puede ser que el día anterior habia hablado por teléfono con ella y la notó bastante mal, se agitaba, le costaba respirar mientras hablaba, pero la tía tenía eso que se le llama tezón y le da para adelante aunque le duela.
En el último año había ido varias veces a las dos casas de la tía, su apartamento en Montevideo, donde se acobijaba en el cruel invierno y también a la casa de playa en el balneario, donde disfrutaba a pleno de la primavera y el verano hasta que la Semana Santa fuera historia. Todas esas visitas hicieron que conversaramos mucho y se repetían temas específicos, principalmente sobre la fe, sobre la salud, sobre la familia. Este último; la familia era crucial... la tía Martha era soltera, había sido "hermanita de la caridad" algo así como una monja, misionera en el exterior en su juventud, una católica de convicción. Pero tiempo después de ese hermoso ministerio, siguió adelante su vida con otra profesión, la docencia, se convirtió en una maestra de escuela pública, una maestra muy querida por sus pequeños alumnos, sus compañeras de trabajo, sus directoras. A tal punto que cada 18 de Diciembre fecha de su cumpleaños... en su morada del balneario, aquellas viejas amigas la acompañaban en el festejo.
Gracias a Dios contamos con auto propio y pudimos ir rápidamente pero sin manejar a lo loco hasta Montevideo al apartamento. Mi cuñado ya estaba allá. Fué él y su esposa, que es médico, quienes fueron ese domingo 18 al mediodia hasta la casa de la tía porque no respondía el teléfono. Era raro.. ya que por su debilidad en estos tiempos, no salía casi nunca..
Subimos por el pequeñísimo ascensor hasta el séptimo piso y entramos al apartamento, como siempre impecable, limpio, iluminado. Nos saludamos, no era necesario decir nada. Estábamos en el living, mi esposa y cuñada en el sillón sentadas, abrazadas y mi cuñado mirando algunos papeles. Fue ahí cuando entré en razón y me pregunté ¿donde está la tía?, caminé hacia su cuarto que apenas estaba iluminado con una lámpara ténue. Era un dormitorio sin ventanas al exterior. Me dió impresión el verla. Es que ella siempre estaba de pie, siempre moviéndose, siempre atenta, siempre sonriente. Y ahí estaba sobre la cama, con la cabeza más allá de la almohada, boca arriba y con sus piernas cruzando su sencilla cama de una plaza. Seguramente no se acostó así, sino que se habia levantado para algo en la noche, o tratado de levantarse y volvió a caer para despedirse de ese cuerpo y dar impulso al espíritu que volara más allá del edificio, más allá de las nubes y el frio, más allá del cielo para encontrarse cara a cara con sus conocidos ángeles de los cuales tantas veces había leído, y creído.
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lo que no dije
Short Storyen ciertas ocasiones uno está más para acompañar que para hablar, está más para dar un abrazo que para aconsejar o sugerir. Hay momentos únicos en la vida que son difíciles