—Ella no es una traidora.
Busco en mi mente alguna respuesta inteligente, y decido usar los argumentos que mi padre usó para desconfiar de mi palabra. Resulta extraño que use las armas con las que me lastimaron para herir a otros.
—Esta editorial le dio confianza, pero a cambio ella dejó nuestra imagen por el piso. Ahora varias personas lo piensan dos veces antes de enviarnos sus manuscritos. No pueden confiar en una entidad que discrimina a las personas de esa manera, pero no fuimos nosotros quienes escribimos ese libro.
Alex se acerca a grandes zancadas hacia mí, y le da un golpe fuerte al escritorio. Por dentro brinco, sin embargo no me dejo amedrentar.
—Para su información, Colin Evans es el nombre del maldito hijo de puta que hizo esto, sin contar que yo...
— ¿Usted qué? —alzo una ceja.
Se queda callado de repente. Traga grueso, y se aparta. Ahí está. Es un maldito cobarde. Admítelo. Admite que fuiste tú quien me hizo esto. Cuéntale al mundo lo que hiciste. Asume tu responsabilidad.
—Usted parece que está ciega, que ni siquiera ve las noticias. Ya le hemos aclarado a la gente que Blair no tuvo nada que ver con esto.
—Pero la gente no lo quiere creer, ¿o sí?
Su mirada se desestabiliza por un momento, y de inmediato se da la vuelta, impidiendo que vea la expresión de su rostro.
—Yo... me encargaré de eso.
Alex, ¿Qué estás intentando hacer?
—Sólo no se meta en mi camino.
Su voz es tan segura y decidida que por un momento me hace estremecer. Alex está intentando hacer algo para ayudarme. La pregunta es, ¿qué está intentando exactamente?
Harmony interrumpe.
—Señorita Harrison. Por favor, pase a su oficina—con la mano me indica que entre a la oficina de la puerta de al lado—. Y tú, Alex. Ponte a trabajar, hay manuscritos que revisar. Le informaré a la señorita Harrison sobre sus labores.
Me levanto de la silla de Alex a regañadientes, y evito mirarlo mientras abro la puerta y entro a mi oficina. Harmony viene detrás de mí, y cuando cierra la puerta, siento como si acabara de bajar de una montaña rusa. Con las piernas algo torpes, logro llegar hasta mi escritorio y sentarme en la silla. Observo el lugar. Es grande y elegante, con un gran ventanal que me permite ver la panorámica de la ciudad. Tiene muebles elegantes, un mini bar y un estante lleno de libros. Observo el pequeño electrodoméstico. ¿Para qué quiero yo un mini bar?
—Sólo estás provocándolo—farfulla Harmony, entrecerrando la mirada hacia mí.
— ¿Y qué si lo hago?
Suspira mientras se acerca.
— Ya viste como reaccionó ante la mención de ese nombre. ¿Lo has comprobado? —se sienta frente a mí —¿Has comprobado que eres importante para él?
Bajo la cabeza, y juego con los dedos sobre mi regazo. Aunque quiera negarlo, es claro que no le soy indiferente. Lo que me hizo no le ha causado satisfacción, sin embargo, eso no quita el hecho de que me ha destruido. Nunca debió meterse con mi sueño. Estaba a punto de alcanzar aquella meta por la cual tanto había luchado. Estaba a punto de lograrlo, pero él lo arruinó. Hizo que me cerraran muchas puertas.
—No pudo admitirlo.
Harmony parece sorprendida por mi respuesta, pero agacha la cabeza y asiente. Lo sabe. No puede defenderlo. Si Alex no quiere admitir la verdad, solo él es culpable de eso.
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Corazón de acero
Romance«Porque se necesita de un verdadero corazón de acero para sanar un corazón roto». Segundo libro de la saga «Corazón y alma». Tras abandonar Los Ángeles, Blair intenta ponerse en pie una vez más, pero su depresión parece superarla. Acosada por la pre...