Demon's Liar

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Todos odian a los demonios. Criaturas malignas, creadas para llevar a los humanos a la perdición, guiándolos por un camino de pecados y excesos.

Son seres despreciables que representan todo aquello que debe ser evitado: la lujuria, la gula, la ira, el orgullo? La maldad.

Son la contraposición a todo lo decente, y lo opuesto a aquello que Dios nos regaló como guías de una vida virtuosa: los ángeles.

Simples falacias creadas por aquellos que creen llevar una vida que sigue las directrices de los mandatos divinos. Peores demonios ha creado la humanidad, que arrasa con las creaciones del Dios que dice alabar.

(--¿Dejas esa palabrería ominosa y empiezas con el relato o...?

Magnus, por favor, estoy creando ambiente.

--A ver, por fin te dignas a hacer un relato de mi majestuosa persona... ¿Y te vas por las ramas tan descaradamente? Hasta yo soy menos directo con mis víctimas.

Agh... Bien, ¿y qué propones?

--Déjame a mí, anda. Seguro que puedo relatar esto mejor que tí. Primera persona, así se hará más personal.)

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Magnus es el nombre con el que nací. No me lo dieron. Es una de las cosas que recibí nada más llegar al mundo.

Soy de los afortunados que nacieron como un demonio noble, uno de los siete que nacen cada milenio... y que en muchos casos no superan los quinientos años de vida. Yo pude superarlos al matar a mis hermanos y mi padre, y no tengo planes de dejar esta vida en muchos años más. ¿Quién abandonaría la vida cuando se es Rey del Inframundo?

Como demonio noble, represento la lujuria en su estado más puro. Necesito el sexo como necesitan los peces el agua. Y mi cuerpo, inmortal y siempre joven, me lo permite.

(Magnus? Dejamos ya las presentaciones, ¿no? 

--Sí, sí, voy al grano.)

Una vez leí que en la vida hay dos días realmente importantes:

El día en que naces, y el día en el que descubres por qué.

El día en el que nací supe que yo llegaría a ser Rey. Era mi destino...

El día que descubrí por qué nací fue también el día que comenzó mi revelación. Una revelación que me mostraría que los demonios somos seres benevolentes en comparación con otras criaturas.