De camino al bosque, a paso relajado, con la capucha de mi chaqueta preferida puesta, observo lo mucho que ha cambiado el paisaje. Ya no se ve a los niños jugar al futbol en la calle, ni a las niñas saltando a la comba. Tampoco se ve el humo, que todos los inviernos, salía de la casa de señora Looper, no fallaba ningún día. Desde el 21 de Diciembre hasta el 21 de Marzo, su casa se convertía en una de las más calientes de la calle. Incluso cuando se produjo el apagón, que muchas personas hicieron las maletas y abandonaron sus casa, en busca de un distrito donde la Milicia aun no hubiera quitado la electricidad, ella seguía encendiendo la chimenea.
Pero un 15 de Noviembre, hace cinco años ya, mientras sonaba lo que creíamos que era los pitidos que escuchábamos antes de los anuncios del día, su chimenea, su vida y la de otras muchas personas se apagaron. Los que sobrevivimos lo bautizamos como el día de la Anulación. La Milicia entró en hogares, comercios y escuelas, asesinando a todos aquellos que eran, como ellos los llaman "la siguiente raza humana" o "creadores". Se trataban de seres humanos que habían desarrollado la habilidad de crear ideas y situaciones e insertarlas en la mente de otra persona en forma de sueño. Manejan y controlan lo que ocurre en el sueño, algunos pueden llegar a matar mental y físicamente a la persona.
Recuerdo que cuando todo ocurrió yo estaba de camino a casa. En cuanto vi a la Milicia, me escondí detrás de unos cubos de basura, rezando para que no me hubieran visto. (Porque si yo también soy una "creadora", aunque no de mucho poder en aquella época) Cuando note que mi respiración se relajaba y que nadie había venido a pegarme un tiro, asome la cabeza lentamente y lo vi. Vi como sacaban a hombres y mujeres de las todas las casas de la calle, las ponían delante de una pared, y al sonido del silbato, todos sus cuerpos caían al suelo, bañando el suelo de sangre, con un tiro en la cabeza. Me quedé parada, mis pulmones no cogían aire, mi corazón no bombeaba sangre, mis manos estaban frías y mis ojos dejaban salir un par de lágrimas rebeldes. Volví a esconderme para esperar a que se fueran, en aquel momento hubiera esperado toda la vida a que se marcharan. Durante días los altavoces de la Milicia se mantuvieron en silencio, pero una mañana volvieron a sonar los pitidos. Aún recuerdo como se me erizó la piel en ese momento. Cuando los pitidos terminaron se escuchó a una voz masculina, de la Milicia, dando un comunicado: "Se comunica al pueblo que los hechos que acontecieron el día 15 de Noviembre, en los distintos distritos de la vieja Londres, sucedieron con motivo de una sobrepoblación. No hay más anuncios" Eso fue lo único que dijeron. No les importaba si esa explicación nos era suficiente o no, si calmaba nuestras pesadillas o no. Solo querían quitarse a los muertos de encima.
Cuando mi pie se humedece, me doy cuenta de que he llegado al fondo del bosque, ya que allí hay un riachuelo que da a parar a un pequeño lago. Elimino todos los recuerdos que he estado viviendo de camino a aquí sacudiendo la cabeza y me concentro en lo que he venido a hacer, cazar. Con ballesta en mano, espada y puñal en la cintura, me concentro en encontrar algunos conejos o zorros. Siempre los intento vender en el mercado del distrito o se los doy al orfanato "Los niños caídos de Londres" que desde que la Milicia dejó de darles dinero, se han visto en apuros económicos.
Me muevo deprisa entre los árboles, con el paso del tiempo he cogido práctica. He aprendido a escuchar con más precisión, a ser más delicada a la hora de pisar las hojas que hay en la tierra en otoño y sobretodo, he ganado mucha puntería, tanto con el arco como con la ballesta. Pronto me encuentro con un conejo, me aproximo poco a poco, con mucho cuidado y me pongo detrás de una gran roca, de tal manera que apoyo la ballesta, preparada para disparar. Apunto, mantengo la posición hasta que se queda completamente quieto. Contengo el aire durante unos segundos, mi dedo roza el gatillo un segundo más y al siguiente, el conejo tiene una flecha clavada en la cabeza. Tras recoger la comida, continúo con la búsqueda de algún otro animal. La mañana termina bien, cuatro conejos y tres zorros. Los zorros se los entrego a la cocinera del orfanato, y los conejos los llevare al instituto, para que lo cocinen.
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La Anulación
Science FictionLondres ya no es lo que era... Una milicia controla cada aspecto de sus ciudadanos. Pero ese el menor de los problemas para Nora, una huérfana con ansias de venganza, superviviente a la Anulación, el día en el que los "creadores" fueron asesinados e...