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Esta historia comienza un día como tantos en mi vida, mi nombre es Zeta, vivo en las montañas en un castillo abandonado, construido con ladrillos negros, dentro de los largos pasillos cuelgan de las paredes calderas de fuego que iluminan el lugar, al centro del castillo había un gran jardín, a decir verdad, el castillo podrían pensar en un lugar lleno de telarañas y polvo por el hecho de estar abandonado, pero cuando llegue no había ningún tipo de suciedad, el lugar parecía como si recién se hubiera limpiado.

ese día me levante, Salí de la habitación principal y me dirigí al jardín, donde estaba mi dragón shadow estaba dormido, le moví un poco la pata izquierda, solo se movió un poco agitando la mandíbula {como siempre, haciéndome batallar} sonreí un poco y regrese por donde había venido, observando el techo del pasillo.

Llegue a la habitación, entre y me dirigí a cambiarme de ropa al armario de, me puse un pantalón negro con una cadena abrochada en forma de arco en él, una playera gris, una gabardina negra con detalles rojos oscuros, unas botas cafés oscuro, unos guantes de cuero sin dedos y una cadena en la muñeca derecha, de la pared que estaba a un lado de la puerta tome mi espada, y la coloque en mi espalda con su funda, Salí del cuarto para dirigirme a la entrada del castillo, se acercaba el invierno, aunque no me preocupaba ya que el castillo guardaba calor gracias a los calderos, pero fuera se empezaba a sentir, mientras caminaba miraba las puertas, cerradas, ya que eran habitaciones que nadie usaba, no había necesidad de tenerlas abiertas, llegue a la entrada y Salí del castillo, y camine hacia un bosque, el cual debía atravesar para poder llegar al pueblo, claro que en dragón sería más fácil llegar, pero shadow desde que pasaron 3 años de que lo encontré, no hace nada hasta que el sol se empieza a ocultar, a menos de que sienta que estoy en peligro ¿pero algún día estaré en peligro de verdad? dentro del bosque se veían conejos dando saltos de un lado a otro, pájaros de colores salían de entre los árboles.
En un momento del camino escuche entre los arbustos un ruido, me detuve y al mover un poco los arbustos había un conejo bebe mordiendo y jugando con la oreja de un lobo bebe, al verme el conejo se fue corriendo y el lobo se quedó quieto mirándome, le acaricie la cabeza y luego lo cargue y lo lleve conmigo, salimos del bosque y entramos a un pequeño pueblo, no era un pueblo en el que hubiera mucha gente, pero dicen que es un gran lugar para el comercio, al apenas entrar se podían observar varias tiendas, aunque casi nunca les prestaba atención, pase de largo hasta el centro del pueblo y atravesé por una plaza totalmente verde, con caminos de piedra, y a los lados de estos caminos rosas rojas; al salir de esa plaza me dirigí a una pequeña taberna, abrí la puerta, el lugar solo era iluminado por las antorchas que se encontraban al centro de cada mesa, en la mesa que estaba a un lado de la puerta de entrada habían unos hombres con armaduras plateadas y en el hombro derecho el símbolo de la cruz de Santiago, al parecer estaban brindando, ya que se estaban riendo y levantando unos tarros con forma de barril pequeño.

Al entrar parecía como si no hubiera no un alma dentro, todo era silencio, los guardias dejaron los tarros por un lado y se levantaron, les saque la vuelta y me dirigí a una mesa al fondo, me senté y todo el ruido regreso al lugar, me percaté de que al otro lado del lugar había un chico sentado, el cual no parecía tan normal como cualquier otro que pisara este lugar, el estaba bien vestido, pero por alguna razón me miraba fijamente, no le di importancia, y segui en lo mío, saque de mi bolsillo algunos carteles de gente buscada, entre criminales y personas perdidas, las desdoble y empecé a revisarlas, normalmente muchos se pierden en el bosque, así que me toca a mí el trabajo de rescatarlos antes de los caza recompensas lo que ganas después de dirigir a una orden de caballeros durante algún tiempo cualquiera pensaría que el que te suban de rango significaría proteger al rey o algo más importante, pero no me gusta estar encerrado, esperando un ataque que jamás llega, así que está mejor este trabajo, y así puedo ir libremente por donde quiera sin ser molestado

-mesero- dije mientras seguía mirando los carteles esperando a que el chico que estaba atendiendo a la gente se acercara a mi mesa -me podría traer un vaso de agua y decirle a aquel chico del otro lado que si me puede dejar de mirar, no me permite concentrarme- el mesero asintió con la cabeza y se retiro por entre las mesas hasta donde estaba el chico, empezaron a hablar y logre seguir revisando aquellos carteles con mas tranquilidad, uno fue el que me llamo mas la atención, era una chica, pero no decía edad, fecha en que se perdió, ni los datos de dirección a quien se debía contactar al encontrarla, simplemente tenia escrito "se busca" y un dibujo.

La chica del dibujo parecía tan normal como cualquier otra, solo con ciertas diferencias, lo más notable eran sus ojos, parecían de cierto modo tener parecido a los ojos de un gato salvaje; el lobo salto de mi bolsillo sobre la mesa y se recostó ahí, sobre algunos cárteles.

Tras pasar algo de tiempo en calma llegó el mesero con el vaso de agua y se volvió a retirar, y en cuanto entró por la puerta le la que creo que es la cocina del lugar, pasando a tropezones por todo el lugar, tropezando con las sillas, hasta que logró llegar a mi mesa, lo mire de reojo y luego mire a los hombres con armaduras de la entrada.

-lo que sea que quieras será mejor que lo trates primero con ellos, no tengo tiempo ahora mismo- dije señalando a los guardias -creo que es su tiempo de descanso o algo así, pero diles que te mande yo- seguí examinando aquel dibujo

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2017 ⏰

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