Capítulo único.

653 69 9
                                    

Miyuki Kazuya, no entiende nada. No entiende el porqué las cortinas se han llenado de humedad, el porqué todo parece más lejano en el anochecer y el porqué está entre las piernas de su novio, intentando profanar lo sagrado en su salón de clase.


Él no se resiste, su rostro demuesmtra más de lo que esperaba y aquellos ojos dorados, tan dulces en el día y coquetos bajo la luna, le gritan que siga, que elimine de una vez las dudas y demuestre, en un reto silencioso, lo bien que podía hacerlo sertir.


Sin embargo, la inexperiencia, junto a su poca inclinación al impulso, lo frenan. Detienen su deseo de pasear sus manos por la gloria y de adueñarse de todo lo que se relacione con ella.


La vida de alguien que solo había leído sobre sexo en las revistas, era algo complicada. Más si tenía pareja.


-------------------------------------


Despertó, con una dosis de intranquilidad inyectada en sangre.

El sol recién nacido, adornado con nubes grisaseas y un suave céfiro que balanceaba los pliegues de las sábanas, fueron suficiente para que volviese a descansar su espalda en el colchón.


Es incapaz de mantener el aliento con la imagen a su lado, donde su pareja descansa, sordo del alrededor y concentrado en la leve pantalla de sus sueños. Desea despertarlo. No solo porque necesita de él para sobrevivir, sino también porque anhela que su voz lo arrulle y que sus ojos sean el consuelo de su conciencia.


Lo ve, con sus cabellos castaños desparramados sin cuidado, sobre una pila de almohadas demasiado alta para cualquiera pero, según él, perfecta para el equilibrio entre sus hombros y la espalda. Es un tonto, porque ello solo le hace daño al cuello.


Y sonríe, porque no es más que un niño en cuerpo adulto. Con sus berrinches y deducciones incoherentes, que lo hacen adorarlo un poco más en cada día (si eso era posible)


Pasea los dedos por sus mejillas, y deja que su piel constraste con la propia. El bronceado del entrenamiento, se hace lucir en cada lugar que no es comúnmente cubierta por la ropa. Admite que le encanta, como todo de él. Como cada parte de él.

Inclusive aquellas a las que no se atrevía a explorar.


"Joder, llevas un año con él." Se repite, con frustración. Se siente avergonzado, tanto que es capaz de sentir como si el mundo se terminara en aquellas tres prendas que no podía quitar.


Porque sí, él, Miyuki Kazuya, considerado uno de los más apuestos en la universidad y, falsamente, de los que más sabían sobre sexo, no se encontraba preparado para intimar con su pareja.


Se lo había dicho a Eijun, con todo el esfuerzo del universo, lo había soltado. Obviamente, como si fuera un ángel hecho solo para él, recibió una sonrisa, de aquellas que te hacen viajar entre millones de galaxias y luego volver, para fijarte en el billón de explosiones que osaba, y disfrutaba, causar en tu pecho.

Los primeros en el otro. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora