Desencuentros

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Por la mañana Sara me anima a sentarme con sus amigas durante el desayuno, pero Mikey me hace señas desde su mesa para que me acerque. Jack también está con ellos.

-¿Habéis podido dormir? –les pregunto dando un sorbo a mi taza de café. Todos niegan con la cabeza y Jack me aprieta suavemente la mano. Le sonrío, agradecida de que no siga enfadado conmigo.

-Tenemos que volver. –dice Mikey mordiendo su tostada.

-¿Estás loco? –Brooklyn mira a su amigo como si hubiera perdido la cabeza. –¿Quieres que nos maten?

-Nadie va a matarnos. –lo tranquiliza, jugando con su pelo oscuro. –Solo tenemos que volver a bajar y sacar unas fotos.

-Dirás que Emma tiene que volver a bajar. –le responde Rye y parece molesto cuando habla.

-¿Por qué actúas como si la hubiera obligado a hacerlo?

-¿Obligarte a hacer qué? –Sara está detrás de mí con Carol y el resto de su prole.

-A ser mi pareja en el baile de invierno. –responde Mikey con una rapidez sorprendente.

-Creía que no ibas a ir. –murmura mi amiga desconcertada.

-Ha cambiado de opinión, ¿verdad, Emma? –asiento intentando sonreír.

Rye se levanta de golpe, marchándose del comedor. Lo sigo corriendo y veo como entra en el baño.

-Ryan Beaumont, no me digas que estás celoso. –le digo con una media sonrisa y él me mira mal mientras enciende un cigarrillo.

-No lo estoy.

-Mientes fatal, ¿lo sabías? –me siento a su lado y él se aleja un poco. –De Jack lo entiendo, bueno no mucho, supongo que porque apenas le conoces, pero Mikey es tu amigo y apuesto a que se ha aprendido mi nombre ayer. Además no es como si estuviéramos saliendo.

-La primera vez que nos besamos estábamos colocados. -dice de repente.

-Y teníamos quince años. -le recuerdo poniendo los ojos en blanco.

-Antes veníamos aquí para olvidarnos de los problemas, pero eso ha implicado que olvidemos nuestros sentimientos, o al menos que yo olvide los míos.

-¿Quieres que dejemos de vernos en el baño? -le pregunto sin saber a dónde quiere llegar.

-¡No! –exclama mirándome como si fuera estúpida. –Quiero verte, quiero tocarte, quiero besarte sabiendo que no voy a olvidar esa sensación al día siguiente.

-¿Vas a besarme ya o estás esperando a que te dé permiso?

-¿Qué...? –murmura sonrojándose.

-Parece que el gran Ryan Beaumont se ha quedado sin palabras. –me acerco más a él haciendo que nuestros labios se toquen.

-Espera. –dice levantándose. –Aquí no, conozco un sitio mejor.

-¿Aquí es dónde traes a todas tus "amigas"? –le pregunto sonriendo cuando entramos en un viejo sótano que ni siquiera sabía que existiera.

-Cállate. –su flequillo castaño me hace cosquillas cuando se inclina para besarme. Retrocedo unos pasos y me apoyo contra la pared, empezando a desabrocharme la camisa del uniforme.

-No pongas esa cara de idiota. –le digo dejando caer mi ropa al suelo. –Ni que fuera la primera vez que me ves desnuda.

-Solo espero que no sea la última. –se acerca con una media sonrisa y me recorre la mandíbula con los labios.

Le ayudo a quitarse la camisa y trazo las líneas de sus abdominales con los dedos, me detengo al llegar a sus caderas. Él se desabrocha el cinturón y me aprieta más contra la pared.

-Emma. –jadea cuando empiezo a besarle el cuello y después bajo a su abdomen.

-¿Si? –me sujeto a su cuello con los brazos y paso las piernas por detrás de su espalda.

-Creo que te quiero.

Y con esas cuatro palabras me acaba de hundir el puñal, con el que llevaba jugando estos dos años, en lo más hondo del pecho. Mi mente me grita que no lo dice enserio, pero esta vez no tenemos ninguna sustancia barata anulando nuestra voluntad e incitándonos a decir tonterías. La parte de mí que no está aterrorizada sonríe. Sonríe por haber doblegado al chico que se pasea por los pasillos como si fuera un Dios griego, al mismo chico al que le confesé mis más oscuros secretos en un baño a las tres de la mañana, el mismo chico que me vuelve vulnerable cuando pronuncia mi nombre.

Me agarro más fuerte y él se tambalea hacia atrás y cae perdiendo el equilibrio conmigo encima. Estallo en una carcajada al ver que se ha quedado pálido. Le doy un codazo pero el sigue completamente inmóvil, mirando algo entre las cajas de cartón sobre las que hemos caído.

-Rye, ¿qué pasa? –pregunto preocupada.

-Nada. –arruga un trozo de papel y lo prende fuego.

Los dos nos quedamos quietos hasta que la llama se apaga.

-¿Qué has visto? –él niega con la cabeza empezando a vestirse. –Rye. –le sujeto del brazo para que me mire pero él se limita a evitar mi mirada.

Cojo mi ropa del suelo y cuando he terminado de ponérmela Rye ya está en las escaleras esperándome, o puede que asegurándose de que no me quedo a investigar.

-Gracias por confiar en mí. –le digo con rabia, perdiéndome por el pasillo.

(Rye en multimedia)

No confíes en mí (Fanfic Road Trip)Where stories live. Discover now