19. Mentiras

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Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que mis labios se encontraron con los de Hendry Thomas. Él era el típico chico "popular", guapo y genial, del cual todas las chicas y algunos chicos del instituto siempre acaban enamorados perdidamente. Y yo caí. Caí en su brazos, en su cama y en sus trampas y sucias mentiras.

Jamás podré olvidar sus ojos, esos que siempre habían provocado el incremento de mis  latido cardíacos. A día de hoy puedo asegurar que te sigo queriendo como el primer día, y te sigo esperando junto a mi ventana cada mañana ansiando ver tu flamante coche. Pero, fíjate, aquí estoy con las maletas preparadas dispuesta a marcharme a la universidad y comenzar una nueva etapa de mi vida, una en la que tú no estés.

Sigo dando vueltas a las palabras que pronunciaste aquella noche, nuestra última noche juntos. "Hay algo que te he estado ocultando, y que te puede afectar bastante" Esa frase. Esa maldita frase. Resonando en mi cabeza a todas horas, tras estos largos seis meses después de que tú la pronunciaras.

Recuerdo mi respuesta perfectamente y todo lo que aquello acarreó.

-Dime amor-dije yo con la voz temblorosa ante aquella situación.

Tú agachaste la cabeza y la sacudiste lentamente. Tras unos segundos formulaste tu respuesta.

-Todo... todo esto me está matando de verdad, Cass. -Al instante te levantaste y me miraste fijamente con tus ojos, ésos que me completaban y me derretían cada vez que los posabas sobre mí.-Prométeme que no me odiarás para el resto de tu vida.

-Hendry-respondí yo ante tus rotundas contestaciones -DIME LO QUE PASA YA, DE UNA VEZ Y YA ESTÁ.

-Cassandra-tus grandes manos rodearon las mías.-Te dejo, te dejo joder-gritaste ante mi cara inexpresiva, no lo podía creer.- Todo esto nunca debía haber pasado, nunca debí dejarte que te sentaras a mi lado, ni besarte y mucho menos follarte. No soy quién crees que soy, simplemente... no me llames más.

Y tras romperme el corazón en mil pedazos te marchaste, te marchaste con nuestros recuerdos, mis sentimientos y mi corazón.

No puedo decir que te odie, no. Reconozco que no fui la novia perfecta, pero merecía una explicación a tu cambio brusco de comportamiento, a tu vuelta a los comportamientos agresivos y esquivos hacia cualquier persona "inferior" a ti. Creí que habías cambiado y no, me mentiste, todo fue una estúpida mentira. Jugaste con mis sentimientos y yo acabé quemándome, ardiendo en mi propio mundo sin ti.

Aquella noche te llamé, te escribí mil mensajes, intenté que me dieras una explicación a todo, pero nada. Me bloqueaste en todos los sitios posibles, incluido tu corazón.

Las semanas pasaron y no volví a hablar contigo, tan siquiera supe nada de ti. Dejaste de asistir a clase, y según comentaron las voces ajenas a nuestra relación, te marchaste de la ciudad lo cual comprobé cuando fui a tu casa todas aquellas veces, después de clase cada día. Desapareciste como un fantasma, ¿de verdad fuiste real Hendry, o fue solo un sueño? Tengo claro que fuiste real, y tan real, por todas nuestras fotos juntos que aún conservo y las cuales guardo en una caja justo debajo de mi cama. Cuando te echaba de menos, las sacaba y las miraba atentamente rememorando todos aquellos momentos en mi mente y una vez.

¿Qué hicimos mal Hendry?¿Tanto te afectó que nos enamoráramos, de veras? Sigo pensando que abandonaste tu vida aquí por mi culpa, pero... ¿por qué?

Todo el mundo me advirtió de que no eras el indicado, ¿tenían razón? Hoy en día, intentó mentirme a mí misma y admitir que tenían razón. Al fin y al cabo me dejaste rota.

Las semanas y meses pasaron, y todos y cada uno de mis familiares y amigos cercanos intentaron ayudarme, hacer que me olvidara de ti. Pero los recuerdos siguen ahí, guardados bajo llave en la caja fuerte de mi memoria.

Han sido unos seis meses durísimos, en los que me he tenido que enfrentar a tu desoladora ausencia y al último curso de mi vida en el instituto, pero frente a todo pronostico, aquí estoy a punto de comenzar una nueva vida lejos de todo lo que he conocido.

-Cassie.-Una voz conocida me saca de todos los pensamientos de inmediato.- ¿Lo tienes todo listo?- pregunta mi madre desde abajo de las escaleras de mi casa.

-Sí mamá, bajo ya.-Anuncio yo desde mi habitación y disponiéndome a abandonar ya para emprender el largo viaje que me espera.

Le dedico una última mirada a mi habitación, a mi cama. La cama. Entonces me pregunto a mí misma si debo llevar conmigo la caja de recuerdos que almacenaba en la parte baja de la cama. Sin dudar ni un segundo más, me agacho y estiro mi mano para recuperar aquella caja de madera que tanto contenía en su interior y una vez que la tengo en la mano, la echo en el interior de mi maleta y con este objeto en el interior, cierro la maleta y abandono mi cuarto.

Una vez ya en el exterior de mi casa, mis padres emprenden el largo trayecto hacia Baltimore, donde se sitúa la John Hopkins University en la cual pasaré unos extensos años hasta que finalice la carrera de medicina. Sí, me he matriculado en esa carrera con el objetivo de algún día poder ayudar todo lo posible a todas aquellas personas que decidan ponerse en mis manos.

El vehículo va avanzando por las calles que me vieron crecer, que fueron confidentes de todos los hechos e hitos que han ocurrido en mi vida. Sin darme cuenta, pasamos delante de tu casa y mi corazón da un vuelco al ver algo inhóspito durante estos seis meses. Un coche negro. Ese coche, en el que vivimos tantos momentos y que fue el lugar perfecto para todos nuestros momentos de pasión. ¿Qué, ha vuelto? me preguntó a mí misma, pero no puedo pensar ni buscar la respuesta ya que mi padre enciende la radio y acelera. Olvídate, son sólo tus imaginaciones Cassandra, me digo a mi misma.

A pesar de las expectativas, el viaje se hace ameno ya que ando hundida en numerosas canciones que levantan mi estado de ánimo.

Tras ocho horas al fin llegamos al lugar de nuestro destino, un robusto y gigantesco edificio aparece ante mis ojos.

-Guau...-susurro.

Tras ayudarme con el equipaje y a instalarme en la habitación de la residencia universitaria que el consejo de estudiantes me ha asignado para este año, mis padres se despiden no sin antes abrazarme hasta dejarme los pulmones sin oxígeno y tras numerosos consejos de mi padres sobre cómo defenderme ante un "chico baboso de esos que hay siempre en las fiestas universitarias".

Poco a poco voy ordenando mi nuevo cuarto, pero me doy cuenta de que no me han dado mi calendario con todos los horarios de las clases y demás, por lo que me dirijo hasta la información más cercana del campus. Mi iPhone comienza a sonar con la imagen de mi mejor amiga en la pantalla.

Embutida en mi camino y en la intensa llamada por teléfono con Caroline no soy consciente de mis pasos y pronto me choco contra algo sólido y bien duro. Una espalda de alguien más bien.

-Lo siento muchísimo, no he mirado y...-Intento disculparme al mismo tiempo que me agacho para recoger mi iPhone del suelo, que había caído tras el brusco choque.

-No te preocupes.-Pronuncia una voz muy familiar para mí.

-Ohh...-murmuro al mismo tiempo que elevo mi vista incrédula hasta encontrar esos ojos azules que tanto provocan en mi cuerpo.

Buena manera de empezar una nueva etapa en mi vida, sí...

No me llames más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora