Ya cállate, Moreno.

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  — ¡Cálla la maldita boca! 

  — Sé que me quieres, no te hagas el difícil —JongIn intenta abrazarlo por detrás, y apenas consiguió hacer contacto, el bajito lo aleja con un empujón demasiado agresivo para su menudo cuerpo—.

  — ¡Te quitas o te la corto! —gritaba el pequeño, sin poder ocultar el sonrojo de sus mejillas—.

— Te sonrojaste... por mí —el moreno se enterneció por la escena y lo miró dulcemente—.

— Esque... tengo sueño.

KyungSoo inmediatamente se giró y tuvo la intención de dirigirse a su cuarto.

— Ni se te ocurra seguirme.

La nueva parejita, en realidad no era tan nueva. Ambos vivían en el mismo departamento y compartían algunas clases.

KyungSoo y JongIn, llevaban años conociéndose, cuidándose el uno al otro y fingiendo ser amigos, ya que desde el inicio, se gustaron.

Recientemente las cosas entre ambos se ponían un tanto, más intensas. JongIn siempre se caracterizó por ser aquel tipo celoso, responsable, detallista y dulce que derretía el duro corazón de su pinguinito.

KyungSoo era, por otro lado; el chico que siempre tuvo, tiene y tendrá un autoestima tan baja, que le costaba trabajo creer en palabras dulces y en sí mismo. La solución a sus pequeños problemas de amor propio, era el construir una coraza, una gruesa pared que evitaba que cualquiera la pasara y llegara realmente a él. Tenía una personalidad fuerte y aparentemente ruda, pero solo pocos conocían al verdadero Do KyungSoo, aquel niño tierno y miedoso, que se oculta tras malas palabras  y actos impulsivos.

Un día, hace 2 semanas exactamente, el más guapo de los hermanos Kim, ideó un plan para proponérsele a aquel niño gruñón que lo traía loco.

Lo conocía muy bien, sabía que por el bien de su pequeña bolita de maldad fingida, todo lo que planeara no debía ser extravagante. Es por eso que todo fue tan simple como pudo.

Había citado al chico en la biblioteca de la escuela, en un horario que sabía no estaría concurrido.

Se escondió detrás de un librero enorme, y esperó a que el chico llegara, y después (si tenía suerte) se acercara a la mesa, y la magia comenzara.

— ¿Hola? —esa pequeña pero masculina voz pertenecía a su chico, que acababa de llegar  y lo buscaba con la mirada— Ya llegué, ¿dónde estás, moreno? —el nombrado guardó silencio mientras observaba como una mochila era puesta en el suelo, y pronto la atención del de ojos grandes se dirigía a la mesa, tomando delicadamente uno de los libros—

Bien, todo marchaba según lo planeado.

El bajito abrió el libro en la página marcada por el separador improvisado, o mejor dicho, la rosa blanca.

— ¿Qué es esto...? —a pesar de sus palabras, su sonrisa no pudo esconderse por más tiempo— ¿qué se supon... —sus ojos no se habían detenido en ningún momento, habían palabras resaltadas con un resaltador amarillo, por toda la página; no eran ni del mismo párrafo u oración, renglón tampoco. Las palabras estaban en desorden, pero era muy claro el mensaje que querían mostrar.

..."me"...

..."gustas"...

..."mucho"...

El corazón de KyungSoo no pudo evitar saltar de su lugar, aunque como siempre. La duda estaba ahí.

Intentó encontrar alguna cámara, algún chico que le estuviera jugando una broma, alguien que solo buscará herirlo. Pero estaba sólo.

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2018 ⏰

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