keep it open so that we can talk a little more ☆

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El día estaba medio oscuro, a pesar de eso, hacía calor. Tal vez rondando los 29° Celsius. Choi Minho agradecía estar en el aire acondicionado del centro comercial, odiaba sudar y cualquier actividad que lo provocara. Nunca había podido ser el chico deportivo que corría como loco en la cancha de fútbol y pensar en las posibles lesiones, lo aterraba.

Repasaba con la vista los estantes llenos de la librería-biblioteca. Tantos libros juntos lo hacían querer suspirar encantado. Buscaba un poco de Poe mientras llevaba un ejemplar de Lovecraft en la mano izquierda. Se consideraba adepto al viejo terror anglosajón, no podía negarlo. Divagaba entre la recopilación de los mejores poemas de Edgar Allan Poe y otra edición de sus "Cuentos Macabros", cuando un manchón rojo y azul se cruzó en su camino, haciendo que dejara caer varios libros de las repisas.

Minho cayó también, con la espalda apoyada en el piso y los lentes de marco grueso un poco ladeados. Se los enderezó con cuidado mientras veía a la persona en la misma posición que él. Era una chica, bastante alta, a decir verdad. Tenía el cabello rojo, atado en una cola de caballo y un poco de flequillo sobre su frente. Sus ojos eran pequeños y gatunos, apenas maquillados y mirándolo directamente. La preciosa cara estaba estilizada por pómulos altos, marcados y afilados, casi esculpidos sobre más fino mármol. Su boca era un mohín rosa y acorazonado. No se veía nada feliz.

—Lo siento mucho...—Empezó a disculparse Minho, levantándose a su modo y extendiendo la mano para ayudarla. —No estaba viendo el camino y...

Ella tenía el ceño fruncido más atractivo del mundo y él no sabía cómo responder a la situación.

—No necesito tu ayuda. — Le contestó la pelirroja, sacudiéndose la chaqueta de mezclilla y poniéndose elegantemente de pie sobre sus tacones negros.

Minho se sonrojó violentamente y levantó el libro que se le había caído, el de Lovecraft. Ella hizo un extraño sonido de disgusto. En un momento, explotó. Y él podía notar que se había contenido por no gritarle coloridas palabras un segundo antes, cuando chocaron por su culpa.

— ¡Perfecto! Ahora resulta que la maldita última copia de ese estúpido libro la vas a llevar tú. — Espetó, con los brazos cruzados sobre su generoso pecho.

No es que Minho hubiera estado mirándolo de más.

Él observó la obra y se la dio sin pensarlo dos veces. Tenía al menos cinco copias del mismo libro, con diferentes ediciones. No lo mataría dárselo a la pequeña Caperucita enojada. Incluso podría obtener una sonrisa de ella... Tal vez hasta un "gracias".

—Toma, ya lo tengo. — Dijo en suave voz al entregárselo. — Espero que te guste, es un buen autor. — Comentó con su cálido y grave tono, sonriéndole apenas, como una invitación para que ella hiciera lo mismo.

Antes de que ella pudiera decir nada, aparecieron dos chicas más; una bajita de coletas y otra, más alta y extremadamente delgada, portando dos trenzas oscuras. Enseguida corrieron hacia la pelirroja y la llamaron a gritos de adolescente.

【 Beautiful Stranger  ☾ het!MinKey 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora