Capítulo 1

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Día 1, 30 de junio del 2017

Juan era un chico con el pelo rubio un poco  oscuro, con unos ojos verdosos y unas mejillas un poco regorditas, tenia una alta estatura y era de complexión fuerte, de carácter amable y siempre dispuesto ayudar a los demás, aunque un poco despistado. Aún así jamás le faltaba compañía gracias a su buena forma de ser.

Juan había acabado por fin sus estudios y consiguió tras mucho esfuerzo sacarse la carrera de  arqueólogo, ya que esa había sido su pasión desde pequeño y por fin, tras un largo camino, pudo lograr su sueño, otra de sus grandes aficiones era jugar al tennis ya que le servía para descargar toda su adrenalina. Juan ese mismo verano quiso apuntarse a una academia de tennis muy famosa de alto prestigio aprovechando que estaba en las cercanías de su ciudad.

Por otra parte Aina, era una chica de pelo castaño y largo, con unas bonitas gafas que adornaban sus precisos ojos de color marrón clarito, tenía una preciosa piel la qual era tan suave como el algodón y blanca como la nieve. Ella era un poco bajita pero a pesar de ello tenía un carácter luchador que jamás se rendía por nada, era muy ordenada y tomaba grandes y buenas decisiones. También era muy linda gracias a su tan dulce y animosa forma de hablar y un poco tímida y reservada cosa que aveces no le dejaba sacar esas grandes virtudes que ella tenía.

Aina el año que viene empezaba sus estudios de danza ya que su sueño era ser una gran bailarina y que la gente la reconociera por ello. Aina también tenía una gran afición la qual le ayudaba a tener esos ágiles movimientos que le ayudaban a bailar tan ligera, el tennis era su hobbie preferido ya que le atraía la forma de jugar y esos movimientos tan ágiles que hacían falta.

Aina quería ir a la academia de tennis que habia en el pueblo de al lado ya que allí tenía a sus amigas con las quales estuvo en sus 4 años te estudios anteriores. Pero desgraciadamente su padre tuvo que cambiar de ciudad ya que le había surgido una gran oferta de trabajo y ella no quiso dejarle solo...  Aina tubo que mudarse a una gran ciudad y allí aposentarse, apesar de su gran dificultad para hablar de primeras con las personas ella decidió en ese mismo verano empezar a jugar a tennis ya que era una manera en la que ella podría hacer nuevas amistades.

Dándo una vuelta para reconocer la que sería su nueva ciudad vió la academia tennis de gran prestigio dónde ella quería apuntarse y de allí vió salir a un grupo de niños y niñas los cuales parecían tener su misma edad y ella quiso preguntarles  por como inscribirse allí.

*Aina, con mucha timideza se acercó al grupo de niños y les dijo: *
-Perdón, me gustaría inscribirme en esta academia de tennis para jugar este verano, ¿Cómo podría apuntarme?

*Una niña que parecía ser muy simpática dió un paso al frente y con una gran sonrisa le dijo: *
-Hola, encantada me llamo Laura, para inscribirse aquí únicamente tienes que ir a la secretaria y dar tus datos, allí te dirán la hora y el día en que debes venir para realizar las pruebas y decidir en qué nivel deberías estar.

*Aina muy feliz y ya más relajada por la simpatía de Laura le dijo: *
-Valee, muchísimas gracias Laura, ahora mismo iré, por cierto yo me llamo Aina *dijo con una gran sonrisa de oreja a oreja y antes de irse grito alegremente: *
-Nos vemos!!!

*Entro en la Academia de Tennis y se dirigió a la secretaria y le preguntó a la secretária:*
-Hola, soy Aina, vengo para apuntarme aquí y realizar las pruebas * dijo con un poco de timideza*

Secretária: Sí, únicamente me tendrás que dejar tu número de teléfono y nombre aquí y ya te llamaremos

Aina: Vale, gracias!! *Lo apuntó se despidió y se fué*

Al salir de aquél lugar Aina fué a una heladería a comprarse el helado que a ella le gustaba desde que su padre le invitó el día de su sexto cumpleaños, pidió una tarrina de  nata y fresa y decidió sentarse en la terraza, desde allí vió a un niño que le había parecido ver en aquel grupo de amigos a la entrada de la academia. Le pareció muy mono y por un momento intercambiaron unas miradas, Aina en ese momento se sintió un poco avergonzada decidió ir a su casa donde nada más llegar cenó y del cansancio de la mudanza y la vuelta por la nueva ciudad caió rendida en la cama.

Juan aquél día decidió apuntarse en la academia de tennis por la mañana y por la tarde pasó el día en casa con unos viejos amigos jugando a la consola y viendo series. No fué un día muy productivo...

Tanto Aina como Juan se fueron a dormir muy tranquilos a dormir aquella noche, lo que ninguno sabía era las grandes y intensas aventuras que les quedaba por vivir...

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