Capítulo 10: Reunión familiar

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Cuando Hansell abrió la puerta de golpe, todos los demás asomaron sus cabezas para ver qué era lo que había pasado, pero enseguida volvió a cerrarlas.

—Llévense a Miriam de aquí, rápido—dijo Hansell asustado. Solo él fue capaz de ver con claridad lo que se encontraba adentro.

En ese momento solo le importaba alejar a su hermanito de ahí y ponerlo a salvo.

—¿Pero qué? ¿Qué pasa?—preguntó Ally, mientras que ella y Heather eran empujadas por Hansell.

—Solo vayan se—volvió a decir el príncipe—tú no imbécil.

Jaló a Blayd que intentaba escabullirse por un lado, él también había visto lo que se encontraba dentro, aunque fuera por un breve momento... No quería darle frente.

Una vez que las chicas se fueron, el príncipe volvió a abrir las puertas para arrojar a Blayd adentro y cerrarlas detrás de sí.

Al estudio habían entrado dos personas por uno de los ventanales. Uno era un joven de quince años, cabello negro y ropas oscuras estilo gótico, llevaba en sus manos un teléfono de Apple inc. La otra persona era una chica de la misma edad y exactamente igual a su compañero solo que ligeramente más bajita, incluso sus prendas conservaban el mismo estilo gótico, y tenía un enorme moño negro en su cabello oscuro (que le llegaba hasta los hombros). Ambos tenían los ojos ligeramente dorados. Estaban abrazados, mientras que la chica lo miraba jugar tiernamente.

—¿Qué hacen aquí?—interrogó Blayd furioso.

—Traemos un mensaje de Zack—dijo la joven.

—¿D-De Zack?—preguntó con una voz quebrada y el chico a su lado asintió mientras comenzaba una partida de algún juego en su teléfono—¿Y... Cuál es?

—Quiere saber a qué se supone que estás jugando—expuso seria mientras miraba el esmalte negro de sus uñas.

—¿Jugando?—musitó Blayd—¿a qué te refieres?—la chica lo miró.

—Agh—gruñó molesta—con la humana, ¿Cuándo piensas dejar de jugar a que son mejores amigos, y la matas de una buena vez? Que jugaras con la bruja se te fue perdonado, pero si juegas con la comida por mucho tiempo... Se echará a perder.

—¿Comida?—susurró—¡¿Cómo te atreves a llamar a Ally de esa manera?! ¡No tienes derecho! —explotó.

—Baja la voz ¿quieres? me desconcentras—dijo el chico.

—Sino la devoras pronto... Nosotros lo haremos. Lo siento, ordenes de Zack—argumentó la chica.

—Largo—les ordenó Blayd—vayan se ahora mismo.

—¿Eh?—exclamaron los dos al unísono y lo miraron confundidos

—Oh mierda, ya perdí— se quejó el varón volviendo la mirada a su teléfono.

—Inténtalo de nuevo—dijo ella. Se acercó a él, para después aferrarse a su brazo libre siendo correspondida con un beso en la mejilla de su contra parte.

— ¡He dicho que se larguen, no quiero que estén aquí!—gritó Blayd con fuerza, sonando amenazador y para terminar, dio un paso al frente.

Su intención no era iniciar una batalla, pues sabía que no sería rival para ambos sino más bien un juguete. Desde que dejo su mal hábito alimenticio y su estricto entrenamiento, su cuerpo se había ido debilitando lentamente con el paso de los años hasta tener la fuerza y agilidad de una persona normal.

Sin embargo, ellos dos jamás lo habían dejado, por lo que tenían una ventaja increíble. Sería un suicidio darles frente en esas condiciones.

Los mellizos podrían parecer inofensivos a primera vista, pero en el campo de batalla se convertían en unas máquinas de matar. Incluso, poseían un apodo otorgado por quienes habían tenido la desgracia de mirarlos en plena acción, eran: El dúo homicida o simplemente Kanis.

Tierra Escondida I: Más allá de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora