Efímero.

33 2 2
                                    


La habitación vacía es lo primero que veo al abrir los ojos, me los restriego con pereza. Hoy me he despertado con ganas de estar acostado.

Primer día del año escolar. Hoy conoceré personas de las cuales tendré que compartir todo lo que queda de este y si me llevo mal con ellos, todo será aún peor, si es que eso puede ser posible. 

En unos días se cumplen 17 años exactamente desde que Beatríz falleció. Siguen pasando los días y el vacío de no tener una madre me pesa cada vez más.

Ya no tomo pastillas, no sirven de nada. No la van hacer que vuelva a respirar ni que me sienta mejor. 

Cuando ya estoy listo, veo a Karl tomando desayuno. Hay un puesto vacío junto a él. Me siento y comienzo a comer silenciosamente.

-¿Nervioso?-Me dice mirándome como examinándome.

-¿Porqué debería estarlo?

La verdad es que, si me dieran a elegir entre volver a educarme en casa e ir a la preparatoria no lo pensaría dos veces.
Veo como el me mira ansioso y mueve su pie insistentemente.

-Pues... es la primera vez que estudiarás en un lugar con más personas y no solo en ca...

-¿Qué tan malo puede ser? Me parece que tú estás mas nervioso que yo y esto fue idea tuya.

-Lo se, lo se, pero pienso que te haría bien conocer a personas y tener amigos. Míralo como una oportunidad para empezar de cero.

-Empezar de cero... ¿Acaso no crees que si hubiera podido no lo hubiera hecho?

----------

Observo con lentitud a cada persona presente en el aula, la mayoría está cuchicheando, la otra parte está metido en su mundo, como yo.

Como es el primer día el profesor obliga a presentarse a cada uno llamándolos por su nombre.

Veo mi relog, a las 8:45 y 3 segundos una chica con el pelo más colorín y liso que he visto en mi vida entera, su cara libre de pecas y sus ojos, joder sus ojos, deslumbrantes que miran al profesor como si pidieran clemencia, su mochila se está cayendo por su brazo derecho, su chaqueta mal puesta y la ropa muy poco combinada llama la atención de todos. El profesor la mira enojado, pero con una cara de costumbre por lo que la deja pasar y ella se sienta en el puesto vacío a mi lado.

Evito mirarla, miro a la pizarra pero es tan aburrido. Hasta que alguien me toca el brazo.

-¿Me prestas tu cuaderno? He llegado atrasada y...

La interrumpo.

-Es obvio que has llegado atrasada y claro que te prestaría mi cuaderno, pero no creo que te sirva estando vacío.

Agacha la cabeza desilusionada, ¿Acaso no entenderá la materia? ¿Debería preguntarle? ¿Debería apartar mi mirada? Muy tarde, ya se dio cuenta que la miro, mejor tarde que nunca;

-Si quieres te explico que hemos estado haciendo.

Y una sonrisa gigantesca y blanca, iluminó su cara.

-¿Qué esperas? ¡Comienza!

Con una sonrisa me acerco a ella, demasiado haciéndola estremecer.

-Claro, lo único que hemos hecho es presentarnos.

Su cara de decepción se hace notar y se me escapa una sonrisa por lo divertida que son sus expresiones faciales.

-Alfhild Lindqvist.

Corazón de oro, corazón de piedra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora