#16: Besa una princesa sincera

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Charlotte no tardó mucho para decidir que el glamuroso vestido beige que cae como cascada hasta sus pies sería el elegido para llevar en su cita.

Adam había dicho reservar buenos asientos en la función de opera de esa noche y al escuchar la risa burbujeante de Susie cruzar por su habitación con un vestido azul ceñido al cuerpo, supo de inmediato que no solo consiguió dos boletos, sino cuatro, Dale y Susie irían con ellos.
Charlotte quería ver una buena razón detrás de ello y si la razón de llevarlos era que gracias a Dale y Susie el auto no iba tan silencioso e incómodo como todas sus interacciones con Adam recientemente, entonces él es un idiota importante.

Pero al menos ella seguía tratando, las bromas comenzaban a sentirse menos mecánicas y las risas menos forzadas y él tuvo que traer consigo a una de las principales razones por las que ya no confía en él.

No va a decir nada, ya ha decidido.

—Te ves hermosa—susurra Adam en su oído cuando han bajado del coche.

—No necesitaba que lo dijeras para saberlo—responde mordaz.

Adam asiente de lo más incómodo, temiendo haber ofendido a su novia sin intención como por  quinta vez en el día. Charlotte nota lo incómodo que se pone y suspira con pesar.

—Perdón, estoy siendo una idiota contigo otra vez—dice tomando la mano del joven entre las suyas y entrelazándolas—es que pensé que seríamos solo nosotros dos.

Adam le sonríe gentilmente y besa los nudillos de su mano con ternura.

—Si quieres puedo inventar una excusa y nos retiramos—sugiere.
Sería lo más conveniente, pero Charlotte declina.

—Está bien, vamos adentro.

No le molesta tener más compañía, pero le molesta quien es la compañía. Tiene el derecho de al menos sentirse un poco molesta por eso, pero desde que ella ha comenzado a hacer lo mismo se siente como si fuera una hipócrita. Aunque, ¿Quién no lo ha sido  antes?

Ni Susie ni Dale parecen notar la atmósfera tan tensa que los envolvía, no que Charlotte quiera contarle algo íntimo a Susie nunca más.

Susie se acerca dando saltos a su lado.
Se inclina en su oreja como si fuera a decir un secreto importante aunque Charlotte bien sabe que no se tratará de eso.

—Adoro lo elegante que se ve todo, las paredes son elegantes, el techo es elegante, las personas son elegantes—empieza a decir con emoción mal contenida—aw, mira, incluso los niños son elegantes.
Susie apunta a un pequeño de no más de 5 años que la ha observado todo el rato con cejas alzadas y se acerca a él.

—¿Quién es un elegante bebé? Tú lo eres, si tú lo eres—canturrea estrujando sus regordetas mejillas.
Charlotte quiere intervenir antes de que los padres del pequeño lo hagan, pero escucha una voz lo suficientemente familiar para que olvide el comportamiento de Susie y mire hacia otro lado.

—Queda estrictamente prohibido asustar a la gente, recuerda lo mucho que nos costó conseguir boletos, necesito que te comportes—Rachel se inclina sobre su hermano menor, Ben, con una mano en la cintura y apuntándole con la otra—así que tienes prohibido hacer contacto visual y hablar con las personas.

Charlotte ríe por lo bajo, sabe bien que el color favorito de Rachel es el rojo por excelencia, pero ahora mismo luce como una bola de fuego entre la multitud.

Envuelta en un vestido que resalta sus atributos así como el maquillaje y el cabello, podría decirse que es el foco que capta la atención y no es sólo difícil para ella apartar la vista o no suspirar.

Al besar una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora