Capítulo I. Diecisiete de Julio

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A quince minutos para las seis de la mañana en la imponente Ciudad Capital, abro los ojos sin necesidad de posponer ni un solo minuto mi eternamente pospuesta alarma, he esperado este día durante los últimos tres meses y sé que será perfecto. Estoy a solo horas de ser parte de la Facultad de Derecho.

Visto mis mejores jeans, mi camisa de la suerte y unos zapatos nuevos que aún no pago del todo, termino de arreglar mí cabello imperfacteme rizado y pinto mis labios de ese rojo mate que resalta mi sonrisa en momentos de gloria. Tomo mi lap-top y le aviso a Gabriela que la esperare en el restaurant principal.

El exclusivo hotel que logre pagar con 200 horas de arduo trabajo en el cine local, ofrece un delicioso desayuno buffet y aun así me es imposible pasar bocado, la emoción alimenta mi intestino grueso y delgado, pero no calma la ansiedad. Como toda adicta sin planes de rehabilitación próximos me acerco a la barra de bebidas y ordeno trecientas cincuenta y cinco onzas de vida.

- Un latte regular, por favor.

La rara dependiente de la gourmet cafetería, me observa con superioridad y con una voz apenas audible pregunta:

- ¿Leche entera o descremada?

- Descremada – Respondí, en la vida había bebido leche descremada, pero sin duda ordenarla me hacía sonar con más mundo. Probablemente para la mayoría, mi teoría sobre la personalidad que te da ordenar leche descremada era nula, pero en mi percepción era cierta y estaba dispuesta a probar cualquier sabor extraño que sonará elegante por integrarme a mi nuevo mundo, mi mundo.

- ¿Qué tanto piensas? – grita Gabriela a mi oído, ella se ve tranquila, quiere un lugar en la facultad, pero su vida no depende de ello, no tanto como la mía.

- Nada importante, estoy en la espera, en menos de quince minutos publican resultados.

- Estas demasiado nerviosa, y el café no te ayuda - dijo con su amistosa y jarocha voz.

- El café siempre ayuda Gabriela, siempre.

Los minutos pasaron, Gabriela me hablo de su natal Veracruz con afán de tranquilizarme, yo asentía y sonreía educadamente pero me era imposible procesar sus palabras. Entre guapango y guapango, se dieron las 8:02 de la mañana, había llegado el momento de leer "Aceptado".

Ansiosa y con torpeza, entre al portal de la Universidad Autónoma de México. Ya se podía ver desplegado en color verde el acceso a la lista de estudiantes aceptados. Sin pisca de educación, decidí revisar antes que Gabriela, entre en menos de treinta segundos y leí lo que jamás hubiese pensado, un político y bien redactado: "Gracias por su interés, su solicitud ha sido denegada en este periodo, se le dará prioridad a su solicitud en convocatorias próximas".

No pude controlarme, las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas, y con ellas mi dignidad, estaba llorando como una niña tonta y no podía parar. Gabriela me abrazo con tanta fuerza que me hizo sentir aún más frágil.

En ese momento el poco orgullo aún que habitaba en mí despertó y me hizo convencerme de que ese mensaje era un error, "fue un error" me dije las veces que fueron necesarias para convencerme y dejar de llorar, después decidí que en cuanto mi nueva amiga revisará sus resultados correría con computadora en mano las ocho cuadras que me separaban de la facultad, corregirían el error y esto sólo sería un mal recuerdo.

- Es un error, todo estará bien.- Dijo Gabriela, era buena, no la conocía de mucho, pero su gesto, su abrazo y su solidaridad para conmigo, me hacían quererla.

- Así es – le dije con una sonrisa débil. – Revisemos tus resultados. Como era de esperarse fue aceptada, me alegre por ella y sentí pena porque no pudo saltar tan alto, ni gritar tan fuerte como quería, por no hacerme sentir peor.

Llegue a la facultad agitada por mi caminata, sin duda me faltaba ejercicio. De último momento le pedí a Gabriela que no me acompañará, Alex Suarez, era una mujer con carácter y podía hacer esto sola. Sabía que sus intenciones eran buenas, pero en su mirada compasiva podía ver que sentía lastima por mí y yo aborrezco ese sentimiento.

- Buen día, quisiera hablar con el encargado de nuevos ingresos, por favor – dije amable a la linda recepcionista.

- Claro, ¿tiene impresa su aceptación? – Pregunto con una voz dulce que ardió como sal en mi ego herido.

- Si – dije sin rastro de vacilación y con una serenidad admirable, sin duda era una excelente actriz, sabía que estaba mintiendo, pero si decía la verdad, no me daría el acceso. Minutos después la simpática secretaria, recepcionista y pone dedo en la llaga, me invito pasar. Entre a la oficina con seguridad y desdén, y hable lentamente.

- Buen día Abogado Hernández - Gracias Dios por las placas de identificación en los escritorios.- ¿Puede brindarme unos minutos? – pregunte educadamente.

- Claro señorita dígame, ¿en qué puedo ayudarle? – respondió con tranquilidad.

- El caso es el siguiente, creo que existe un error en la respuesta a mi solicitud de ingreso – Su tranquilidad iba desapareciendo y se remplazaba por incredulidad y destellos de la misma mirada lastimosa que me daba Gabriela, quise llorar de nuevo, pero sabía que esa era mi última oportunidad, no podía ser débil, tenía que ser la mejor versión de mí. – Mire sé que somos humanos y no tengo problema en que se realice la corrección y continuar con mi proceso de admisión, - Finalice sonriendo.

- Mire señorita...- Cuestiono con las manos.

- Suarez, Alex Suarez- Respondí de inmediato, había sido tan tonta que ni siquiera me presente.

- Señorita Suarez, lamento informarle que en proceso y publicación de resultados no existen errores, es un sistema evaluado por más de siete instituciones a nivel mundial, me temo que tendrá que intentarlo el próximo año.

No vi su expresión, no podía verle la cara, tome mi computadora y salí tan rápido como pude, le había mentido a su secretaría, había gastado mis ahorros de un año, había dormido menos de seis horas en los últimos tres meses y había perdido toda dignidad, en vano.

Buen golpe a mi implacable soberbia. Alex Suarez, su cerebro andante, su personalidad arrolladora y los 29 juicios ficticios que había ganado en la preparatoria podían irse al carajo.

Antes de venir ya le había contado a media Ciudad que estudiaría leyes en la mejor universidad del país, estaba tan segura de todo y ahora estoy aquí en una tonta parada de autobús, con los ojos rojos y los zapatos que aún no pago sucios, maldito diecisiete de Julio, llegaste a arrebatarme todo, incluyendo el futuro...

Después de un día horrible, como todas las noches, tengo que pensar en cosas positivas y buenas que vendrán, tengo que planificar para tener paz y poder dormir. Pero no está siendo tan fácil como de costumbre, supongo que es difícil que un futuro incierto me de paz, pero el día está por acabarse y yo no me puedo rendir. Tengo que encontrar una respuesta, tengo que ser mi propia consolación, porque dudo que el señor Hernández venga a abrazarme y a llorar conmigo, así que después de dos horas de pensar me digo.

Alex Suarez: Los "no" del mundo no son definitivos, sin embargo los "no" que tú te claves en el alma si lo serán, la vida va de eso saltamontes, va de caer y levantarse, de llorar y reír fuerte, de no rendirse, tú conoces a Alex Suarez mejor que nadie, así que párate come el helado napolitano que necesites y llora tanto como quieras, pero soló hoy, mañana te vas a levantar.


2000 FormasWhere stories live. Discover now