Nada más escuchar aquella voz, mi cuerpo quedó totalmente paralizado, pero en cuanto alcé la mirada y la posé sobre aquellos ojos azules que tantísimo me habían enamorado, supe que era mi fin.
El chico también me contempla fijamente, sin realizar ni un solo movimiento. En serio universo, de todos los lugares de este país, ¿tenemos que coincidir en la misma universidad? Es increíble, y sé que esto va a conllevar numeroso problemas puesto que estaba decidida a únicamente centrarme en mis estudios y con Hendry en un radio menor de un kilómetro va a resultar un tanto difícil, por no decir totalmente imposible.
Al final, puesto que ninguno de los dos hemos dicho o hecho nada, me armo de valor para entonar unas palabras.
-¿Qué haces aquí?-pregunto, de manera que la inexpresiva cara del chico cambia rápidamente sacándolo, por tanto, de todos sus pensamientos.
Tarda unos segundos en formular una respuesta, pero al final dice:
-Lo mismo que tú, estudiar.-Pronuncia esta frase de una manera tan cortante que todo mi cuerpo queda helado, típico suyo.
Mi respuesta consiste en arquear las cejas y arrugar la frente, mientras que no aparto la mirada firme de la suya.
-En serio, -continúa Hendry sin yo tener que haber dicho nada antes- no te he seguido ni nada de eso, ni lo pienses por un momento, simplemente no te mon...
Instantáneamente corto sus palabras con el objetivo de defenderme.
-Ni pienses tú que me importa mucho lo que haces, simplemente era curiosidad.-Comento muy segura de misma, aunque en el fondo sé que miento puesto que no he parado de pensar durante seis meses en él.
-El mundo es un pañuelo.-Se limita el chico a decir, al mismo tiempo que se gira para emprender su camino.
-¿Por qué te fuiste?-Me arrepiento de haber dicho esto casi al mismo tiempo que las palabras salen por mi boca. Esto, provoca que el chico de ojos azules se detenga de inmediato y gire su cuerpo y vuelva a estar enfrente de mí.
Su respuesta es totalmente inesperada, puesto que dirige su brazo izquierdo hasta mi mejilla derecha, la cual acaricia delicadamente. Dios, este hombre provoca demasiadas emociones en mí.
-Cassie...-susurra muy cerca de mi oído.-no montes el espectáculo delante de todo el mundo. Simplemente olvídalo.
Dicho esto, se aparta bruscamente de mi lado y se marcha en dirección a la residencia masculina del campus universitario. Mientras, aquí sigo yo, en la misma posición. Su cercanía ha revolucionado mi corazón a mil pulsaciones por minuto.
-Te sigo queriendo...-susurro, aunque es totalmente inútil, puesto el chico ya hace varios segundos que se ha marchado.
Finalmente, recompongo mis emociones lo mejor que puedo y vuelvo a emprender la marcha hasta el puesto de información, en el cual una amable señora de unos cincuenta años me ofrece amablemente un caramelo de limón, al mismo tiempo que busca entre todo el desorden de papeles que hay ahí dentro el horario de mis clases. Esperando detrás de mí, hay un chico bastante guapo de tez morena y ojos verdosos. Lleva consigo un panfleto pequeño, cuyas letras de la parte que he podido ver tras echar una mirada a mi alrededor, anuncian que estudiará lo mismo que yo.
Tras una espera de unos cinco minutos, al final, la señora encuentra mi horario, el cual no me deja ni un solo respiro entre clase y clase.
Cuando me dirijo hasta la salida con el fin de volver a mi pequeño cuarto, una voz hace que detenga mis pasos.
-Hey miss medicina.-Una voz masculina se dirige a mí.
Al girarme, puedo comprobar que esas palabras salen del cuerpo del chico que se encontraba detrás de mí en el puesto de información.
-Vamos a la misma clase.-continúa el chico tras mi mirada intrigante.- ¿Por qué no tomamos un café mientras nos conocemos? Ya sabes, para así al menos tenernos el uno al otro como amigos en la clase, y no ser los típicos raritos que acaban en una esquina sin nadie con quién poder hablar.
Sus palabras me convencen y acepto amistosamente. Siempre es bueno conocer gente nueva y tener amigos.
Nos dirigimos entonces hasta un edificio no muy lejos de donde nos situamos, el cual tiene un pequeño rótulo que indica que allí sirven bebidas. Cuando entramos por la puerta, alcanzamos un lugar encima de una tarima de madera que ya está un poco rayada tras los años de uso. Nuestra mesa tiene unas vistas preciosas del campus y está orientada hacia la puerta de entrada, por lo que durante nuestra conversación podemos observar quién entra y sale del lugar.
Tras cerca de una hora charlando, el chico de tez morena me informa de toda su vida. Se llama Chris y es de Chicago, decidió venir aquí para cumplir el sueño de su madre aunque él no está aun del todo seguro de querer convertirse en un médico el día de mañana. Es un chico inteligente, apasionado de los animales y muy concienciado con el medio ambiente. Solo hay una cosa que le traía cierta preocupación, y es que su novio Joe se había marchado a Europa tres meses atrás, y no volvería hasta dentro de un año. Mientras tanto, yo también le contaba toda mi vida, mis momentos en Bakersfield y en especial, todo lo relacionado con Hendry y cómo me había sentido al volver a verlo en el campus hace un par de horas.
Todo marchaba genial, hasta que el sonido de la puerta que indicaba la entrada de un nuevo individuo a las instalaciones, hace que detengamos nuestra charla amena para dirigir nuestra mirada hacia la puerta para poder averiguar de quién se trata en esta ocasión.
La visión de los dos nuevos individuos causan en mi dos emociones distintas. El chico hace que mi corazón se detenga y todo mi cuerpo se paralice, tal y como me pasa cada vez que nos encontramos. La chica en cambio, causa que mi corazón se acelere y una sensación de odio y rabia embriague mi cuerpo.
En ese instante, se dirigen hasta la única mesa que queda ya libre, justo al lado de la nuestra. Antes de que el chico se siente, dirige una mirada hacia mí. Esos ojos azules vienen acompañados de una chica, y esa chica no soy yo.
Chris, el cual ha estado atento a mi reacción desde el principio, me coge de la mano, entendiendo de quién se trata la identidad del chico. Intenta animarme, pero mi corazón ya está roto. Si me habías roto el corazón cuando te marchaste, ahora has machacado los pedacitos que quedaban entre los restos.
-Cassandra, ¿por qué no vamos a tomar un poco de aire fresco? Esto está llenísimo y casi no se puede hablar.-Me dice el chico moreno que se sitúa justo enfrente de mí. Yo asiento inmediatamente al escuchar sus palabras, y tras pagar la cuenta de dos cafés americanos, al fin nos encontramos fuera. Lejos de todo, lejos de Hendry y la chica.
-Era él ¿verdad?-me pregunta Chris, yo asiento intentando armarme de valor suficiente como para contestar con palabras, pero una lágrima comienza a descender de mi ojo izquierdo y pronto es seguida por muchas más.
Chris se limita a abrazarme e intentar animarme, pero ya es tarde. Mi mayor temor se ha confirmado. Hendry nunca me quiso, simplemente fui algo pasajero.
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No me llames más.
RomanceLlegar tarde a veces tiene sus consecuencias. Dos polos opuestos, dos almas iguales. Cassandra Poe nunca se habría imaginado que toda su vida se pondría patas arriba cuando Hendry Thomas, el compañero rebelde de clase, se interpusiera en su camino...