Capítulo Único

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Tener el corazón roto es algo por la que ya estoy acostumbrado. Miles de pedazos regados impregnados de dolor y llanto. Siempre me he preguntado por qué, si yo siempre he tratado de dar lo mejor.

Después de muchos golpes ya no he intentado abrir mi corazón, puedo hacer amigos, reír, jugar con otros, pero jamás abrir mi corazón, aunque me esté muriendo, aunque esté anhelando el corazón de alguien, aunque quiera tenerlo para mi...no podía. Y eso me pasaba, me estaba muriendo por dentro siendo esas piezas de mi corazón más cortantes que laceraban mi alma cada vez que lo miraba de lejos, tan distante de mí, no me atrevía ni a siquiera pasar por su lado.

Yo lo conocía, éramos amigos por chat, a veces hablábamos horas y horas hasta quedarnos dormidos. Nos contactamos en un grupo de nuestra banda favorita y conectamos muy bien, hasta ser muy íntimos que con el paso del tiempo se volvía un lazo en las que yo mismo me iba atando al cuello...me había enamorado de él.

Sabía dónde quedaba la universidad en donde estudiaba para ser veterinario, muchas veces iba para poder verle, no obstante, jamás me atrevía a decirle que yo vivía en su misma ciudad, mismo distrito y a unas cuantas casas de su centro de estudios, jamás me atrevía a decirle que había averiguado su horario que lo seguía hasta que tomara el autobús. Muchas veces él insistía en vernos personalmente, pero yo le decía que iba constantemente al campo y los estudios en arqueología eran muy pesados que apenas tenía el tiempo para comer y que sólo me daba un pequeño tiempo para hablar con él por el chat.

No podía decirle nada, no podía abrir mi corazón para ser lastimado de nuevo, tenía miedo. Por lo general él era el más cariñoso yo por mi parte solo podía ser cariñoso con él, reía cuando me regañaba por las travesuras que hacía, suspiraba cuando me decía que me quería, pero lloraba cuando me contaba sus salidas con chicas.

Él era heterosexual y yo no, intenté salir con alguien se lo conté y dejó de hablarme por una semana diciendo que estaba ocupado, por una parte, mi ser rogaba a que estuviera celoso que él me quería como yo a él, sin embargo, tenía que ser realista eso jamás pasaría.

Era temporada de florecimiento de los árboles de cerezo, hermoso en todo sentido, cada pétalo bailaba con el compás del viento en una hermosa tonada de vals natural ante un atardecer que pintaba el cielo de un color anaranjado contrastando con el marrón de los árboles y el rosado de las flores. Una belleza ante mis ojos consolándome del dolor que sentía en éste momento por un amor no correspondido.

Vi pasar a una pareja de chicos sonriendo felices dándose besos fugaces, se detuvieron debajo de un árbol de cerezo y el chico más alto de cabello rojizo trataba de atrapar los pétalos que caían dando una imagen muy tierna siendo al parecer no era el único que estaba fascinado con esa imagen el otro chico el de cabello negro con las facciones semejantes a un gato tomaba fotos de esa imagen angelical.

Estaba tan perdido en lo que me proyectaban esos dos y sobre todo por la pureza y vida que transmitía el chico más alto, que no me di cuenta cómo alguien se sentaba a lado mío en el banco.

–Si sigues mirando así de embelesado a esos chicos me voy a poner muy celoso. – aquel susurro en mi oído transportó descargas eléctricas por todo mi sistema nervioso. –Hola, Kyuhyun.

Volteé el rostro para encontrarme con el motivo de mis dilemas amorosos, con aquel ser que roba mis sueños, con aquel ser que me hace feliz, que me hace llorar, que me hace vibrar. Sus ojos negros como la noche de Luna nueva, con el mirar profundo y misterioso, cabello azabache tan negro como el carbón, labios ligeramente abultados y rojos, piel blanca pero no tanta como la mía, manos pequeñas pero hermosas...todo él era hermoso, su voz era un oasis en el desierto, el maná de un hambriento.

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⏰ Última actualización: Jul 01, 2017 ⏰

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